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Itsas Festibala 2024
Mar, viento y maderaEl relato fabulado de un aitona a su nieto navega en la historia de los barcos, en los que la marinería vasca alcanzó sus mayores gestas
Iñigo Puerta
Martes, 7 de mayo 2024, 16:28
Aunque aún no entiendas bien lo que te digo, esta historia se la contarás algún día a tus nietos, Aitor... No recuerdo la primera vez que mi aitona me habló sobre los barcos. Siempre me tenía en su regazo mientras yo agarraba los remos del bote y las olas me mecían hasta quedarme dormido en sus brazos. Con apenas tres años me dejaba remar en el 'saltaleko', una balsa que permitía a los arrantzales llegar a sus barcos fondeados. Me hacía sentir un marinero de verdad. Hubo un tiempo en el que los pesqueros se hacinaban en el Muelle y soñaba con navegar. Qué recuerdos tan vivos. Ahora que se me olvidan un poco las cosas… deja que siga antes de que alguna mala marea me lleve con Dios.
¿Sabes? Era un verano de la posguerra cuando un primo de Iparralde nos visitó. Nos habló sobre los troncos con los que cruzaban el río Aturri. Robles que habían sido taladas y luego ahuecadas, labrando la madera con mucha paciencia, quemando las virutas del interior, cerrando cualquier poro para que el agua no empapase la madera. Una tradición más antigua que cualquier memoria lejana de nuestra familia. Esa que ahora sólo podemos imaginar…
Las balsas y los troncos acompañaron a nuestros primeros arrantzales a pescar fuera de la orilla. No tuvo que ser fácil. En la prehistoria los peligros acechaban por doquier y no sé qué tal nadarían entonces. Yo he compartido catre con marineros que apenas sabían chapotear, pero que han resistido tempestades con olas de diez metros. Y nunca dudaron. Gente dura, que lleva el veneno de la pesca en la sangre. Orio, Getaria, Mutriku… tengo hermanos de salitre en cada muelle. Hace poco leí que en la cueva de Santa Catalina de Lekeitio encontraron restos de espinas de bacalao de hace 15.000 años. ¡Auténticos arrantzales!
Eso sólo puede significar que ya salían a faenar. El bacalao es una especie que no suele estar en la superficie… Seguro que construían canoas con pieles, como los 'Currach' de herencia celta, que se han encontrado en otras costas, como la irlandesa. El conocimiento va como el viento, de puerto en puerto. Por el tamaño de las espinas que encontraron en la cueva, diría que pescaban a muchos metros de profundidad. El bacalao no es muy astuto, pero para levantar una pieza de ocho o diez kilos hay que tener un aparejo decente. Tenían que saber... y mucho.
Algunos dicen que los romanos trajeron aquí los primeros barcos como Dios manda, pero yo les digo que se vayan al carajo de la vela. Sí, eran una civilización más avanzada, no lo discuto, pero el relato siempre lo hacían ellos y estoy seguro de que aquí ya había barcos construidos no mucho peores. Mira, en las costas de Bretaña, en la conquista de las Galias, hubo una batalla naval contra los vénetos y Julio Cesar contaba que las naves enemigas del Imperio no eran mucho peores... Si algo eran los romanos eran prácticos y copiaban lo mejor de cada territorio. En construcción naval, el conocimiento fluía por ríos y mares. Ya lo creo.
Mira, si algo trajeron los romanos, fue el comercio marítimo a gran escala. Explotaron las minas de Arditurri para extraer sobre todo plata, pero también mucho plomo, que usaban entre otras cosas para los cepos de sus anclas. Navegar con carga por aquí no fue fácil para ellos. Tuvieron que elevar sus amuras para soportar el oleaje del Cantábrico, que es mucho más bravo que el Mediterráneo. Su navegación era de cabotaje, iban pegaditos a la costa.
Y luego que si los vikingos... Ahora parece que lo inventaron todo. Hasta tu padre no hace más que hablar de Ragnar Lothbrok, pero yo siempre le digo que menos 'Ragnares' y más 'Urkiolas' o 'Bonaetxeas', que son los que llevan los genes de los primeros balleneros de Getaria. Antes de que cualquier vikingo pasara con su Drakkar, aquí ya se bogaba en txalupas con un arponero. En el yacimiento de 'Zarautz Jauregia' se localizaron evidencias arqueológicas que atestiguan que en el siglo IX ya cazaban ballenas. Eso es así. Embarcaciones hechas en tingladillo, con dos proas, por si la ballena cambiaba al rumbo contrario para escapar. Ahora te parecerá cruel, y tu hermana mayor dice que eran unos asesinos… pero yo le digo que tenían que comer.
Pescaban y comerciaban. Un día te llevaré al Aquarium para ver una réplica del escudo original de San Sebastián de 1297. El logo es de un carguero con un castillete en popa, con timones de codaste. Mucho antes del timón único que conocemos. Los barcos no pararon nunca de evolucionar. Más velas, más palos, mayor eslora, mayor carga… Los puertos traían riqueza y prosperidad, no sólo en la costa. Hasta en tierras de secano como en Vitoria-Gasteiz encontrarás aún algún barco de la Baja Edad Media esculpido en lugar sagrado. Eran tiempos en los que la lana castellana o el hierro vasco navegaban hacia Flandes. Más tarde llegó el descubrimiento de América y eso lo cambió todo..
-¿Te acuerdas de quién la descubrió, Aitor?
-Cristobal Colón, aitona.
-Pues yo creo que no.
Diría que fue Leif Eriksson, un vikingo llegado desde Groenlandia, que llamó 'Vineland' al continente, porque estaba plagado de viñas. Y te digo más, estoy convencido de que nuestros arrantzales ya conocían Terranova antes que Colón, pero eso no se puede probar. No sé, sería normal que esas aventuras vikingas hubiesen llegado a sus oídos...
Una vez que Cristóbal Colón pisó América, nuestro litoral se convirtió en la vanguardia de la construcción naval. La razón simple y casi imposible. Cruzar el océano. ¿Te imaginas? En el nuevo mundo conocido estaba la riqueza, empezando por unos caladeros de pesca increíbles. Primero fueron a por el bacalao y una vez allí descubrieron los cetáceos. El saín, el aceite de ballena, daba luz a las casas. La Nao San Juan, que replica pieza a pieza Albaola, fue un descubrimiento colosal. Los secretos de un pecio que estuvo bajo el agua 500 años, y que durante 20 años estudiaron los canadienses... En Pasaia vamos a reflotar la punta de lanza de esa época, el orgullo de esta tierra, la nao transoceánica.
La riqueza también trajo la guerra. El imperio de Carlos V forzó a la flota pesquera vasca a combatir contra Francia y sobre todo contra Inglaterra, el gran enemigo marítimo. Las naos balleneras se confiscaron a golpe de orden real y se artillaron, obligando a sus tripulaciones a combatir. Llegó la evolución natural al galeón de guerra de la Armada española. La supremacía naval permitía transportar las riquezas obtenidas desde América y el imperio se extendía. Juan Sebastián Elcano logró la mayor gesta de su tiempo y circunnavegó el mundo por mar. Él fue el más grande de una estirpe marinera cuyos nombres te sonarán por las calles y esculturas que te encontrarás. Fueron marinos, aventureros, líderes, intelectuales o simplemente, héroes del mar.
Los astilleros se extendían por las playas o cerca de las desembocaduras de nuestros ríos. Nuestros marinos marcaron época. Y les tocó pelear. Ante los ataques constantes a nuestra flota, el rey de turno otorgó patente de corso a muchos barcos, que apresaban naves enemigas y confiscaban sus bienes. Igual que los piratas, pero bajo la bandera de un reino. Estaban hartos de tanta piratería y terminaron por artillar los cargueros. Eran barcos enormes, capaces de transportar muchísimas toneladas, cruzar océanos y defenderse de los ataques ingleses. Gaztañeta fue el ingeniero naval más brillante de su siglo. Creó un 'coeficiente de reducción', una fórmula mágica por la cual todos los diseños lograban ser veloces, navegables, resistentes… Las escuelas europeas no tardaron en copiarle.
La flota de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, una corporación comercial que traía cacao de América, se armó en base a esos conocimientos. Construían cargueros transoceánicos muy bien artillados. Los ingleses tardaron mucho en conseguir buques que pudiesen surcar el Atlántico e intentaron conquistar puertos caribeños para quebrar su supremacía comercial. En 1741, Blas de Lezo, un pasaitarra al que las batallas hicieron tanta mella que le llamaban 'Medio Hombre', contuvo en Cartagena de Indias el asedio de 30.000 ingleses. ¡Menuda escabechina! Volvieron con las orejas gachas.
La pena fue cuando en 1780, los ingleses apresaron el mayor barco de la compañía, una joya de la ingeniería naval llamada 'El Guipuzcoano'. Una pena. Aunque defendió a su convoy durante horas, una flota inglesa le superó en el Cabo San Vicente gracias a las planchas de cobre que llevaban montadas en las quillas. Les hacían deslizarse más rápido, maniobraban como diablos.
Era la nave de carga artillada más avanzada de su tiempo, de casi cincuenta metros de eslora y 64 cañones. Fíjate en lo buen barco que era, que los ingenieros navales ingleses lo estudiaron de arriba abajo y citaban la 'excelencia' de su diseño. Terminó formando parte de su marina de guerra, rebautizado como HMS Prince William, combatiendo incluso en la guerra de independencia americana como navío de línea... Las guerras, malditas guerras. El odio sólo trae odio.
¿Sabes? Tu bisabuelo aprendió a pescar con doce años en un pequeño batel a vela, con su aitona. Era la posguerra. Salían a pescar de madrugada, aprovechando los vientos calientes que la tierra soplaba hacia la mar. Sin viento, sólo les quedaba remar. Siempre contaba que su mayor ilusión era ver las primeras txalupas de vapor que volvían a puerto. Si pasaban cerca les echaban un chicote para ser remolcados. Sólo tenían un intento, si no, pasaban de largo. Era un alivio, sí. Ahí terminó un capítulo de nuestra historia. Mar, viento y madera...
Venga, ayúdame con los remos y vamos a achicar el bote. Algún día será tuyo y tienes que aprender a cuidarlo, a quererlo. Sí, ya sé que quieres ir al parque a jugar al fútbol... Vamos, ven, que tengo una sorpresa para ti. Toma, ponte mi txapela, si terminamos pronto te llevo al Itsas Festibala de Pasaia. Verás los barcos que has imaginado con tus propios ojos.
Créditos
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Narrativa visual Iñigo Puerta
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Revisión histórica Xabier Alberdi, director del Euskal Itsas Museoa
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Bibliografía www.bertan.gipuzkoakultura.net
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