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El técnico de Colecciones Carlos Olaetxea y la técnico de Documentación e Inventario Silvia Rodríguez posan con las 27 cajas trasladadas por el Museo Bellas Artes de Bilbao a las instalaciones de Gordailua en Irun. Fotos Fernando de la Hera

Gordailua custodia los tesoros del Bellas Artes

Conservación. El Centro de Colecciones de Gipuzkoa alberga de forma temporal las obras del museo bilbaíno, que conviven con las más de 150.000 piezas del edificio de Irun

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Domingo, 17 de diciembre 2023, 01:00

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Fue la «exposición del año». Esa que bajo el título 'That Time' reunió a un centenar de autores como El Greco, Goya, Zurbarán, Bacon, Chillida y Oteiza en las salas de Tabakalera, tras su cesión por parte del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Cuatro meses y medio después la muestra se clausuraba batiendo el récord de asistencia con 40.000 espectadores, pero las piezas no viajaron de vuelta a Bizkaia. Al contrario, 27 de las cajas embaladas cogieron sentido opuesto en dirección Irun, para encontrar cobijo en los almacenes de Gordailua, el Centro de Colecciones Patrimoniales de Gipuzkoa, donde permanecerán custodiadas alrededor de un año, mientras duren las obras de renovación que se están llevando a cabo en la pinacoteca bilbaína.

«Su traslado requirió dos tandas, los días 13 y 14 de noviembre, y calculamos que estarán aquí hasta después del verano», explica Silvia Rodríguez, técnico de Documentación e Inventario de Gordailua. Las obras no se podrán disfrutar, de hecho, «las cajas no se han abierto ni se abrirán», y es por ello que apenas se sabe, «por la forma del embalaje», que se trata de «óleos, algún temple sobre lienzo y esculturas».

Los datos

  • 5.490 metros cuadrados de almacenamiento en nueve espacios y tres depósitos que albergan más de 150.000 objetos

  • 180.000 años tiene la pieza más antigua que hay en Gordailua: un hueso de una mujer preneandertal encontrado en Lezetxiki

  • Edificio Construido entre 2009 y 2011, en Irun, por el estudio de arquitectura Astigarraga y Lasarte.

  • Titularidad Fondos autonómicos, forales, municipales y privados.

  • Visitas guiadas Son gratuitas y con carácter temático. Los asistentes pueden acceder a una selección de las piezas a través de un muro acristalado.

Estas han encontrado en Irun el mejor hogar temporal que podrían imaginar, bajo un estricto sistema de seguridad, cámaras, alarmas, cierres automatizados y accesos restringidos en el interior de esta «caja revestida por una reja metálica». Una 'cámara acorazada' en cuyas tres plantas se descubren exutorios que, en caso de incendio, extraerían al exterior el humo y el aire de los depósitos. Un plan de emergencia de colecciones –en coordinación con Ertzaintza y Bomberos– tan riguroso como el protocolo de control de plagas, otro de los grandes peligros del arte almacenado.

Once años después de su creación, Gordailua consta hoy de nueve almacenes y tres grandes depósitos que en total suman 5.490 metros cuadrados de almacenamiento en los que se acumulan más de 150.000 objetos históricos. «Actualmente solo tenemos un 25% de espacio disponible».

Rodríguez explica detalles del león de las cavernas encontrado en la cueva de Arrikrutz en Oñati, una de las piezas más destacadas.
Imagen principal - Rodríguez explica detalles del león de las cavernas encontrado en la cueva de Arrikrutz en Oñati, una de las piezas más destacadas.
Imagen secundaria 1 - Rodríguez explica detalles del león de las cavernas encontrado en la cueva de Arrikrutz en Oñati, una de las piezas más destacadas.
Imagen secundaria 2 - Rodríguez explica detalles del león de las cavernas encontrado en la cueva de Arrikrutz en Oñati, una de las piezas más destacadas.

En sus estanterías móviles, peines desplegables, bandejas y carros se esconden obras de bellas artes y de arte contemporáneo, etnografía, patrimonio industrial, paleontológico, decorativo... Una escultura moderna, junto a un retablo gótico, frente a una balda repleta de argizaiolas antropomorfas de madera. Y debajo asoman un antiguo casco de buzo y unas botas con puntas de plomo mientras, un poco más allá, una enorme kutxa artesanal del siglo XVIII luce motivos orientales y vascos.

El león de las cavernas

Una de sus joyas 'estrella' es el esqueleto de un león de las cavernas, «algo más grande que uno normal». «Se encontró en la cueva de Arrikrutz en Oñati y Juan Luis Arsuaga quiso exponerlo en Burgos en el Museo de la Evolución Humana, luego viajó a San Telmo y más tarde vino aquí», explica el exdirector de Gordailua y actual técnico de Colecciones, Carlos Olaetxea.

Otra pieza en la que se detiene es el dictáfono centenario que se encontraba en una de las salas del Palacio Foral. «Es una grabadora en cilindros de cera que dictaba el diputado de turno y que luego permitía reproducirse, es impresionante que se haya conservado». Y junto a él, un mueble vertical de madera con aspecto de máquina del tiempo llama la atención por una placa metálica que reza títulos de canciones: 'Agur jaunak', 'Gernikako arbola', 'Espatadantza', 'Marcha de San Sebastián'... «Es el carrillón que hacía funcionar las campanas del reloj de la Diputación. Se usó hasta los años 50 y, sí, a día de hoy todavía consigue hacerlas sonar.

A primera vista podría parecer un cajón de sastre en el que todo cabe y es que «puedes tener una taza de porcelana frente a restos de un bisonte». Pero todo tiene su lógica: los objetos que se ordenan según las necesidades de conservación que exige cada material, no por su propiedad o relevancia.

En ese sentido el centro cuenta con un sistema de climatización para conservar su 'tesoro' en condiciones ambientales adecuadas, que en general en invierno están en torno a los 15ºC, y en verano en los 20ºC. Además de salas especiales con tres diferentes niveles de humedad: los objetos normales (60% de humedad relativa), textil y papel (50-55%) y metal vulnerable (por debajo del 40%); así como unas cámaras frigoríficas que en cajas herméticas albergan materiales especialmente sensibles, como maderas de barcos.

Ni un museo, ni un almacén

No es un almacén y tampoco es un museo, es algo más. Bajo su custodia no solo se garantiza la correcta conservación y salvaguarda de las colecciones, sino también el acceso público tanto al visitante general como a especialistas interesados en la investigación, la documentación y la elaboración de tesis.

Y, por supuesto, es el origen del que salen regularmente obras al exterior para su exhibición en diferentes museos de todo Europa. «Gordailua se erige como guardián de la memoria colectiva de nuestro territorio», describe la diputada de Cultura Goizane Álvarez. «No solo alberga joyas culturales, sino que también se asegura de que estén al alcance de todos», y en ese sentido destaca la «cesión de piezas a distintos museos en un gesto generoso que enriquece las experiencias culturales en todo Gipuzkoa».

Porque en su haber se encuentran fondos arqueológicos del Gobierno Vasco (11.000 cajas); la colección foral en torno a las 60.000 piezas del fondo etnográfico de la Diputación de Gipuzkoa, así como su colección de arte (1.604 obras); los más de 50.000 objetos que componen los fondos de San Telmo Museoa; el millar y medio de objetos de Kutxa Fundazioa, las obras de Arteleku y colecciones privadas como son el caso de Ruiz Balerdi, Nestor Basterretexea (1.800) y los 40 cuadros de Menchu Gal adquiridos por la ciudad de Irun en 2007.

Desde el hueso de una mujer preneandertal de Lezetxiki de hace 180.000 años a una vidriera del bar Barandiaran donostiarra, Gordailua reúne, cuida y enseña al mundo toda la historia del arte vasco que 'duerme' tras sus puertas.

El camino de una obra de arte desde que entra en los almacenes

Llega un enorme camión y cruza el portón hasta el muelle de carga. Allí se descargan las obras embaladas con sumo cuidado y pasan al espacio de triaje antes de quedarse herméticamente en cuarentena para evitar cualquier tipo de contaminación.

Y de ahí, a la sala de anoxia donde, tres veces al año, los objetos se cubren en una burbuja completamente aislada de la que se extrae el oxígeno para que todas las bacterias, larvas y hongos mueran. En el caso de las piezas que se hayan recuperado del fondo del mar han de recibir antes un tratamiento en una piscina de desalado.

Totalmente desinfectado, el siguiente paso es la fotografía y el registro de cada obra en el catálogo para luego poder ser consultada con su código QR desde una PDA. Y, en caso de ser necesario, los restauradores autónomos tienen espacios reservados para trabajar en los deterioros de lienzos y en la reconstrucción de cerámicas y restos óseos.

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