Errezil, una manzana con corona
Un libro reivindica la cultura generada por el cultivo y la explotación de la más característica de las frutas de Gipuzkoa
Además de ser la fruta más característica de Gipuzkoa, la Errezil sagarra ha generado a su alrededor toda una cultura que se ha mantenido viva ... durante siglos en terrenos y caseríos de la pequeña localidad que presta su nombre a la manzana. El fotógrafo Joseba Urretavizcaya y el escritor Álvaro Bermejo retratan en su libro 'Ibarbi (Errezil sagarra) Sagarraren erregina. La reina de las manzanas' el pequeño pero rico universo que se ha creado en torno al cultivo y la explotación de una de las principales fuentes de recursos de los vecinos del valle.
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El nuevo trabajo conjunto de Urretavizcaya y Bermejo para la editorial Xibarit hace un recorrido por la historia de la también conocida como manzana de Régil. «Es una fruta muy singular cuyo cultivo ha alumbrado usos y costumbres que hemos querido recuperar», explica Urretavizcaya, que además de ser el autor de las fotos que ilustran el libro es también el responsable de la editorial tolosarra. «Con 'Ibarbi' hemos estrenado una colección que hemos llamado Soroa dedicada a los productos del campo que tendrá continuidad con otro libro dedicado a la babarruna que ya está en preparación», apunta.
No abundan las publicaciones sobre la Errezil sagarra, que es conocida también como manzana Ibarbi en reconocimiento a uno de los barrios rurales que se despliegan por el valle. Aunque hay estudios técnicos centrados en las características de la planta y en las condiciones para optimizar su rendimiento, la cultura que gira alrededor de su cultivo es poco conocida más allá de los estrechos límites del pequeño municipio. La principal aportación del libro es dar a conocer ese acervo de tradiciones, muchas de ellas amenazadas por la evolución de las costumbres y la introducción de nuevas técnicas.
'Ibarbi (Errezil sagarra)'
Autores: Alvaro Bermejo y Joseba Urretavizcaya
Editorial: Xibarit.
Páginas: 165.
Precio: 40 euros.
Los manzanos, recuerda Bermejo, han formado parte del paisaje vasco desde hace siglos. La mención en un documento del año 1025 a unos manzanales de un monasterio de Altzo prueba que su cultivo en Gipuzkoa se remonta cientos de años atrás. El autor sostiene que la manzana fue «un producto basal de nuestra economía» y apunta que su explotación llegó a situar a Errezil a la cabeza de la tabla de los municipios con mayor renta per cápita de Gipuzkoa.
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Fotógrafo y escritor recorren algunos de los caseríos del valle para recabar los testimonios de algunos de los más veteranos cultivadores de la fruta. Es el caso de Patxi Astigarraga, que recuerda a sus 86 años los tiempos en los que se pasaba días enteros trepando a manzanos que entonces superaban los 20 metros para recoger sus frutos. La alkandora, una camisa de lino que hace las veces de saco, permitía cosechar las manzanas que crecían en lo más alto sin que se dañasen al caer al suelo. Los nuevos sistemas de cultivo por medio de espalderas van arrinconando las viejas técnicas. Las plantas tienen menos altura pero no por ello sus frutos pierden calidad: a la Errezil sagarra le queda corona para rato.
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