'Generación Tabakalera': cantera de cineastas

La fotografía de la donostiarra Jaione Camborda recogiendo en el Kursaal el premio a la mejor película por 'O corno' no es más que la punta del iceberg, el reflejo de una causa-efecto. Claro que en este álbum fotográfico ya aparecían retratos de Dea Kulumbegashvili en 2021 con la Concha de Oro, de una Estíbaliz Urresola sonriente en Berlín, de Mikel Gurrea e Isabel Herguera con sus Irizar al Cine Vasco, de los tres Goya de David Pérez Sañudo y de Irati Gorostidi estrenando cortometraje en Cannes. Sin embargo no son los premios aquello que les conecta a través de un hilo común: ellos son la 'Generación Tabakalera'.

«Más que una edición muy vasca, me atrevería a decir que ha sido una edición 'muy Tabakalera'». Así definía José Luis Rebordinos el Zinemaldia que acaba de concluir con un primer Premio Donostia vasco y una Concha de Oro donostiarra. Porque lo que más ha llamado la atención del director es la cantidad de cineastas 'criados' en los programas de desarrollo al cine del Centro de Cultura Contemporánea que ya han empezado a grabar su nombre en la industria. «Hablaba de que habría que esperar diez años para ver los resultados de la 'Generación Tabakalera', pero ya empiezan a verse en dos».

Rebordinos se refiere a los frutos que están dando proyectos como Ikusmira Berriak, Noka Mentoring y 2deo Serieak, puestos en marcha por Tabakalera, Elias Querejeta Zine Eskola y Zinemaldia y cuya sede se ha instalado en la antigua fábrica de tabacos. «Tienen distintas perspectivas: Ikusmira Berriak ofrece una residencia para cineastas; Noka se enfoca en el asesoramiento de directoras vascas; y 2deo Serieak fomenta salidas para series audiovisuales», explica Maialen Beloki, subdirectora del Zinemaldia, días antes de disfrutar de unas merecidas vacaciones post-festival.

Un «entramado» construido por un centro cultural, un festival de cine y una escuela de cine que tiene por objetivo el impulso a la producción de los nuevos talentos cinematográficos.

Se trata de una cantera de cineastas que si es así es porque ha conseguido atraer a ese talento hasta San Sebastián. «Es que no hay tantos lugares que dispongan de los recursos que ofrece el edificio de Tabakalera. Cuando hacemos visitas guiadas alucinan», dice Beloki.

Para el equipo del Zinemaldia «mudarnos al edificio de Tabakalera nos transformó», reconoce Beloki. «Nos ha ampliado el camino, nos ha acercado al descubrimiento de los nuevos nombres y nos ha permitido acompañar a cineastas que luego han acabado participando en las secciones de New Directors, en Nest e incluso en la Sección Oficial».

Participando, sí, y levantando premios, también. «No te voy a negar que me puso muy contenta el premio de Jaione. Siempre que alguien que ha empezado en nuestras aulas triunfa nos hace mucha ilusión», reconoce. Y les reafirma en una filosofía y un método de trabajo que funcionan. Claro que para observar esos resultados de los que hablaba Rebordinos hay que tener paciencia.

«Los tiempos de maduración son largos, pues son proyectos que llegan en una fase muy incipiente y tardan 4 o 5 años en convertirse en película», explica Sara Hernández, coordinadora del Programa Audiovisual de Tabakalera. Para que 'Suro' acabara proyectándose en la Sección Oficial del Zinemaldia el año pasado, el donostiarra Mikel Gurrea había ido germinando su idea en la segunda edición de Ikusmira Berriak en 2016. Y si las '20.000 especies de abejas' de Estíbaliz Urresola ha acabado siendo una de las tres películas españolas preseleccionadas a los Premios Oscar 2024 es, en parte, gracias a su participación en el primer programa de asesoramiento Noka en 2019.

Durante su residencia cada uno recibe una «atención personalizada», pues mientras unos se aplican con el material de archivo, otros están en fase de montaje y edición; mientras unos escriben el guion, otros piensan en cómo presentarse ante los profesionales de la industria...

Desarrollo, impulso, acompañamiento, apoyo, 'mentoring', seguimiento... la literatura puede ser infinita, sin embargo, son los hechos los que gritan en silencio. Un ejemplo: desde su primera edición en 2015 –y ya van nueve–, Ikusmira Berriak ha promovido un total de 44 trabajos audiovisuales de los cuales veinte han sido terminados. Y es más, no es solo que luego se paseen por el circuito internacional de San Sebastián, Cannes, Venecia, Sundance, Berlín, Locarno o Mar de Plata. Es que, además, ganan.

De las veinte películas nacidas de Ikusmira Berriak, doce han recibido premios. Entre ellos también destacan galardones a mejor película ('918 gau'), de Arantza Santesteban en Turín y Lisboa); el especial del jurado ('El gran movimiento', de Kiro Russo en Venecia); a mejor fotografía a'Pornomelancolía', de Manuel Abramovich en Donostia; a mejor película europea por 'Creatura', de Elena Martín en Cannes; y a mejor aportación técnica con'Eles Transportan a Morte', de Helena Girón y Samuel Delgado en Venecia.

«Todo ello es la prueba de que esta apuesta funciona. Pero un trabajo que es tan íntimo y solitario no puede estar sujeto a los éxitos», admite Carlos Muguiro, director de Elias Querejeta Zine Eskola (EQZE), la última de las tres patas de esta mesa. «Hay que sembrar para recoger y para eso estamos nosotros. Aunque el de la escuela parezca un trabajo discreto, cuando se siembra bien hay un momento en que se cosecha».

Reconoce que eso le «alegra», pero que «uno no puede creer en un proyecto solamente por la productividad que vaya a tener. Los éxitos llegan cuando se hacen bien las cosas».