Como si Hondarribia fuese una isla del Pacífico: 'hotelea' en Gipuzkoa
La Agenda Portátil ·
El Bidasoa, con ojos de turista: dormir en el parador, playa al amanecer... aire libre antivirus / Arguiñano y tres cocineros para un mapa / Brindis por 'Otra ronda'Las mismas autoridades que con la mano izquierda pedían en Semana Santa que nos quedáramos en casa nos animaban con la mano derecha a practicar ... el turismo por Euskadi. El desconcierto sigue siendo nuestra patria un año después. Hoy ya estamos cerrados o a punto de encerrarnos en nuestro pueblo, barrio o territorio y nadie sabe qué ocurrirá dentro de una semana, pero hace unos días aún podías escaparte a veinte kilómetros de casa como si viajaras a veinte mil millas de distancia: solo había que ponerle entusiasmo. Si su lectura del periódico ha llegado hasta aquí ya saben todo lo malo que nos pasa; si siguen leyendo, les ofrezco un poco de aire libre contra el virus.
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Porque seguimos con nuestra particular ruta 'hotelea por Gipuzkoa', que tan buenos ratos nos hace pasar estos meses entre los sustos y los disgustos que propina la actualidad. Hace una semana vivimos Hondarribia como si fuese una isla del Pacífico, o un archipiélago de los Mares del Sur, ese paraíso/quimera del que escribió Vázquez Montalbán, pero con anchoas y txakoli. Los guipuzcoanos que no somos del Bidasoa solemos acercarnos ahí siempre en excursión doméstica y de día, como a la plaza vecina, pero la percepción cambia completamente si te quedas a dormir y vives la escapada con ojos de turista.
Nos alojamos en el acogedor parador de Hondarribia, con su aire de castillo pero renovado, sus vistas espectaculares sobre la bahía y un extendido 'buen rollo' entre su personal. Su directora, la asturiana Susana de la Rubia, es además todo un personaje: fue directora de toda la red de paradores y ahora lo mismo recibe a los huéspedes, les explica las imágenes de sus históricos tapices o sirve la tarta de queso de la cena.
Del parador encaramado en la deliciosa Parte Vieja del pueblo puedes llegar hasta la playa en paseo mañanero antes del desayuno (con baño para los más animados) o subir a Guadalupe por el camino de Santiago recordando viejas excursiones escolares. Al bajar paramos en Errandonea, la 'kantina' de recofortante menú casero. A mediodía uno puede ir a los clásicos de la calle San Pedro, como el Rafael, y aún faltó tiempo para visitar a los hermanos Txapartegi en su Alameda o acercarnos al Laia: quedan pendientes para la próxima.
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Son escapaditas vacuna a falta de que llegue la de verdad. Ahora tocan días duros, otra vez, a la espera de que avance la vacunación. Se mantiene el desconcierto ante las contradicciones de los gobiernos de Vitoria, Madrid o Bruselas. Estamos todos cansados, con ganas de que esto acabe, pero la única certeza que tenemos hoy es que el proceso aún será largo y habrá giros de guion inesperados.
Paciencia, precauciones y aire libre. Yo esta noche me meteré a la cama imaginando que aún estoy en el parador. No se asusten por las apariencias: pese a su aire histórico está modernizado. Los únicos fantasmas son algunos huéspedes: gente como el arriba firmante.
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Arguiñano, Arregi, Ruiz y Airaudo: cuatro cocineros
Karlos Arguiñano ha recibido el Nacional de Televisión y lo celebramos. El cocinero de Beasain que eligió Zarautz para vivir no es solo un 'animal' televisivo que se lleva tan bien con la cámara como con los fogones: es uno de esos raros ejemplos de personaje que cae bien a todo el mundo. O a casi todo, porque las unanimidades son imposibles, además de feas.
Estos días la Guía Repsol también ha premiado a cocineros cercanos para completar un mapa/espejo de Gipuzkoa. Aitor Arregi y Elkano de Getaria son ejemplo de cómo evolucionar con las raíces bien hundidas en la tierra (en su caso, en el mar). Roberto Ruiz y el Hika de Amasa es muestra de cómo ser moderno haciendo lo de siempre, pero haciéndolo bien. Y Paulo Airaudo, el argentino del Amelia en La Concha, es fusión entre lo internacional y lo de casa. El gran Berasategui completa el cuadro con el 'sol' para su casa en Bilbao.
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Esa 'ronda' que se bebe en pantalla
Para algunos fue nuestra película del Zinemaldia, aunque en el palmarés no se llevó el premio gordo. 'Otra ronda', o 'Another round', o 'Druk', como quieran, triunfa ahora en cartelera. Esta historia danesa de Thomas Vinterberg sobre profesores que beben para animar su vida da mucho más de lo que parece; lo que no da es moralina. Mejor.
mezquiaga@diariovasco.com
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