Borrar

6.448: el deportado al que suplantó Marco

Campos nazis. Un grupo encabezado por el profesor vasco Unai Eguia reconstruye la historia de Enric Moner, fusilado en Praga y a quien el impostor usurpó su número de prisionero

Alberto Moyano

San Sebastián

Domingo, 1 de diciembre 2024, 01:00

Comenta

El falso deportado de los campos nazis Enric Marco no sólo se hizo pasar por algo que no era, sino también por alguien que no era: arrebató a Enric Moner su identidad como interno en el campo de concentración de Flossenbürg con el número de prisionero 6.448. Tanto Javier Cercas en su libro 'El impostor' como Jon Garaño y Aitor Arregi en la película 'Marco' narran el episodio en el que Enric Marco falsifica y se apropia de la ficha de Moner en su primera visita al memorial de Flossenbürg, pero nadie se había interesado por la vida del auténtico deportado, cuyo periplo vital le llevó de su Figueras natal a un crematorio de Praga. En su mausoleo reposan sus cenizas junto a las de otros cinco deportados españoles: Vicente Vila-Cuenca, Pedro Raga, Antonio Medina, Rafael Moya y el vizcaíno Anjel Lekuona.

Un libro a publicar en los próximos meses y un documental que se estrenará el año que viene relatarán la historia de la búsqueda de los restos de Moner, en una investigación en la que se dieron cita el azar, la casualidad y el trabajo concienzudo de un profesor de instituto y de un descendiente de Lekuona. Una historia, en definitiva, sembrada de nudos que hubo que desatar para llegar hasta el final.

«El día que Ibel lo conoció, Marco le mostró la fotocopia de una de las páginas de los libros de registro y señaló un nombre (...): la del prisionero 6.448, un español cuyo nombre era Enric, pero cuyo apellido no era Marco, sino Moné (...) No hay duda, repitió Marco, soy yo». Así narra Cercas en su libro el intento del impostor por hacerse con un certificado de los historiadores del campo de concentración alemán que acreditara su condición de deportado. No lo consiguió porque eran numerosos los datos que no cuadraban con la historia que Marco venía repitiendo, pero a partir de ese momento usurpó en todas partes el número de prisionero de 'Moné', en realidad, 'Moner'.

«Restituir a esa persona»

El profesor de Plástica de la Lauro Ikastola de Loiu Unai Eguia leyó el libro durante la pandemia y al terminar, pensó que se sabía todo sobre el falso deportado y absolutamente nada sobre el verdadero. «Mi motivación fue restituir a esa persona y entonces me aventuré en esta búsqueda amateur». Unas pesquisas que comenzaron con el intento fallido de contactar con Cercas a través de su editorial y que continuaron con el hallazgo en internet del teléfono móvil del historiador que desenmascaró a Enric Marco: Benito Bermejo. «Me dijo que en quince años nadie se había ocupado de Enric Moner».

Vista del campo de concentración de Flossenbürg, en el que Enric Marco fingió haber estado internado durante la guerra.

Siguiendo sus indicaciones, Eguia comenzó a buscar en la localidad de Figueras, en donde incluso estaban preparando la instalación de una 'Stolperstein' -adoquines colocados en el suelo en recuerdo de los deportados-, dedicada a Moner, pero con los datos erróneos. Poco a poco, el profesor reconstruyó su historia.

Nació efectivamente en Figueras en 1900, huyó a Francia para eludir el servicio militar en la guerra del Rif y vuelve a hacerlo, esta vez junto a su familia en la Guerra Civil española. En la localidad francesa de El Voló entra a formar parte de la resistencia como pasador de la frontera hasta que en 1943 la Gestapo le detiene. Tras pasar por diversos campos, llega a Flossenbürg primero y al subcampo checo de Hradischko, en donde realizó trabajos forzados. A menos de un mes para finalizar la guerra, concretamente el 11 de abril de 1945, es fusilado junto a otros seis deportados españoles cuyas cenizas no acabaron en la fosa común, como hubiera sido lo normal, debido a la intervención de otro personaje fascinante: František Suchý, administrador del crematorio civil de Strašnice, en Praga.

Urnas individuales

A su establecimiento enviaron los nazis los cuerpos de cientos de internos en los campos, ante la imposibilidad de enviar los cadáveres al crematorio del campo base en Alemania. Suchý, ayudado por su entonces adolescente hijo, fallecido en 2018, guardó en urnas individuales e identificadas las cenizas de cada muerto.

Eguia viajó a Praga para conocer a la viuda del hijo de Suchý, Eva Suchá, pero no lo hizo solo. En su propio instituto, ofrecía charlas sobre el nazismo el padre de unos alumnos del centro Antón Gandarias, sobrino a su vez del deportado de Busturia Anjel Lekuona. Esta persona contactó con Eguia y un día se citaron. El encuentro fue en una cafetería de Bilbao y la emoción se desbordó al comprobar que Moner y Lekuona no sólo habían compartido internamiento en Hradischko, sino que fueron ejecutados el mismo día y sus cadáveres transportados al crematorio civil de Praga. «Era como un puzle en el que todo encajaba», afirma un emocionado Eguia al rememorar la escena. Siguiente casualidad: «Al cabo de unos días, se pone en contacto conmigo el nieto de otro deportado, Antonio Medina, a través del blog que había abierto para relatar mis pesquisas». En el mismo campo y el mismo día había sido fusilado también Antonio Medina.

«Como los Tres Mosqueteros, empezamos a trabajar y el cuarto fue Enric Urraca, 'Santi' en la película de 'Marco'. Fue nuestro emisario, explicó a la familia Moner quién era yo para que así me atendieran». Entre tanto, el hijo y la hija de Moner, que actualmente viven en Perpignan, acudieron a Figueras para asistir a la colocación de la 'Stolperstein' dedicado a su padre. «Allí les dije que entre Gandarias, Medina, Urraca y yo habíamos encontrado las cenizas de su padre en Praga», explica Eguia. «Nadie lo podía creer».

Sin reclamar

Sin embargo, era verdad. Entre los millones de deportados asesinados en campos de concentración nazis, habían conseguido localizar las cenizas de seis deportados españoles -más las de un séptimo, Antonio Clemente, identificado por error como el ciudadano francés 'Antoine Clement'-, en urnas individuales y numeradas. Las cenizas de un centenar de resistentes franceses fueron repatriadas y entregadas a sus familias. Otras por el contrario fueron enterradas en un cementerio militar, entre ellas, las de Antonio Clemente.

El responsable de Strašnice, František Suchý padre, ocultó las cenizas que nadie reclamó de estos deportados españoles hasta 1948, cuando las urnas fueron enterradas en un memorial situado en las propias instalaciones del crematorio civil. Allí mismo, en colaboración con la embajada española y las autoridades checas, se hizo un homenaje oficial el 12 de abril de 2022. «Es increíble que nadie haya preguntado por el verdadero deportado y sólo una iniciativa escolar quisiera rendirle homenaje».

El profesor Unai Eguia tiene intención de publicar en los próximos meses y en colaboración con el sello almeriense Círculo Rojo «una novela histórica» en la que dará cuenta de cada uno de los pasos que siguió en esta investigación.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco 6.448: el deportado al que suplantó Marco

6.448: el deportado al que suplantó Marco