Irun
El fruto de la colaboración para innovar en la enseñanzaEl Árbol de Energías Renovables. Tres centros colaboran para desarrollar sendos ejemplos de una estructura que genere electricidad eólica y fotovoltaica y la almacene para distintos usos finales
El Instituto de Formación Profesional Bidasoa y los Institutos de Secundaria Gerardo Molina y Carmen Martín Gaite, tres centros de lugares tan distantes como Irun, Torre-Pacheco (Murcia) y Navalcarnero (Madrid), se han convertido en las ramas de un proyecto directamente ligado a la sostenibilidad energética. El tronco que sostiene esta iniciativa compartida es la convocatoria que hizo FP Empresa, una asociación público-privada que impulsa proyectos innovadores en el contexto de la Formación Profesional. Los profesores de los centros referidos han absorbido, como raíces, los conocimientos necesarios para, junto con los alumnos de cada centro, hacer realidad la idea de partida: el árbol de las energías renovables.
Hay que decir que todo empezó con una petición que Talaia Ikastetxea trasladó al Instituto Bidasoa. En el centro de FP acogieron con gusto la idea de una estructura en forma de árbol que generara energía a partir de viento y sol y empezaron a ver qué otras funcionalidades podría incorporar.
La convocatoria de FP Empresa dio pie a que el proyecto se pudiera lanzar y por el camino se unieron el Gerardo Molina murciano y el Martín Gaite madrileño, compañeros de viaje desconocidos con los que ha surgido ahora, tras tantos meses de trabajo compartido, una gran relación, que, como señaló Sergio Iparraguirre, director de Innovación del Instituto Bidasoa, «creemos que podrá seguir dando frutos en el futuro». El tema del árbol es una fuente inagotable de símiles.
«Proyectos así tienen sentido si, como en este caso, hay transferencia, si sirve para la docencia»
4 ejemplares de 3 especies
Cada uno de los centros ha adaptado la idea de partida a sus necesidades, tanto en lo que se refiere al destino que tendrá el árbol cuando esté finalizado, como a los recursos de los que dispone el centro para desarrollar el proyecto.
En el caso del Instituto Bidasoa, «hemos hecho participar a todos los departamentos», decía Iparraguirre. «No es tarea sencilla coordinar a tanta gente. Ha sido un reto, pero ha funcionado bien». La versión irundarra del árbol tiene hélices para la generación eólica impresas en 3D, lo mismo que «muchas otras piezas del soporte que se han diseñado e impreso en el propio centro. Los de Carpintería han construido la parte inferior que hará de banco y los de electricidad y electrónica se han encargado de las batería y cargadores; ha participado Mecánica, Mantenimiento Electromecánico, Electricidad...»
El resultado será (aún se está terminando de montar) una estructura con aerogeneradores y placas fotovoltaicas que almacenará en baterías integradas la electricidad renovable para abastecer los cargadores para móviles y tablets que habrá en la base y contará con una estación meteorológica. El instituto donará el resultado final a Talaia y serán sus alumnos los que disfruten de la cobertura energética del singular árbol.
«Todo proyecto de estas características sólo tiene sentido si hay transferencia real, si puede servir para la docencia, para la formación del alumnado», apunta Iparraguirre. Éste árbol es ejemplar en eso, no sólo porque los alumnos han sido partícipes de su creación sino porque «seguiremos haciéndole mantenimientos y vamos a colocar sensores que nos permitan hacer un seguimiento de cómo se genera la energía (también en relación a los datos de la estación meteorológica) y cuánta se consume».
La versión que se está ultimando en Torre-Pacheco, basada en sus especialidades formativas, contará con más elementos comerciales para ser algo más potente. «Lo vamos a colocar en el parking y queremos», explica la directora del Gerardo Molina, Mari Luz Granero, «para cargar los patinetes eléctricos del alumnado».
En el Martín Gaite, habrá dos ejemplares de una especie 'arbórea' más orientada a alimentar iluminación, en este caso, para una zona de huertas, con uno de los ejemplares, y un espacio deportivo, con el otro, explicó el profesor del centro, César Flores. Todos coincidieron en que compartir proyecto ha sido enriquecedor en cuanto a conocimientos, pero también en lo humano.
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