Baztan-Bidasoa
12 monedas y 4 trabajadores por el hierro de BizkaiaUrdazubi. Es la última parte del viaje que realizaba el hierro desde Bizkaia. Primero en barco, después en barca por el río y finalmente, por los caminos hasta el monasterio en un carro tirado por bueyes
Son ya 17 ediciones de este Día del Hierro que ha calado hondo en Urdazubi-Urdax y que sirve para recordar el poderío que durante siglos tuvo su monasterio. Hasta aquí llegaba hierro, mucho hierro, desde Bizkaia, en un largo viaje que surcaba el mar, remontaba el río y levantaba el polvo del camino. Durante unos años se completó toda esta travesía, como antes, en lo que se denominó el Cabotaje del Hierro. En los últimos tiempos se mantiene este último hito, el del viaje del carro tirado por bueyes y que finaliza en la puerta de un Monasterio que cerró sus puertas como tal en el siglo XIX.
Una vez más se volvió a escenificar el recorrido del transporte con carros de bueyes del mineral de hierro para ser entregado al abad del monasterio de Urdazubi a cambio de unas monedas de oro, además de un mercado de artesanía, exhibición de forja a cargo de los Hermanos Brun, Zikiro popular, la actuación del acordeonista Joxe Ángel Elizalde y el grupo de mariachi Gavilanes, bailables y distintas sorpresas.
Pasadas las doce del mediodía, dos bueyes llegaban al son del txistu a la Plaza del Monasterio de San Salvador, en Urdazubi. Tiraban de un carro en el que portaban varios quintales de hierro. Como ocurrió durante siglos, se escenificó la última etapa del viaje del mineral salido desde las minas de Somorrostro en Bizkaia.
Nada más llegar, el abad, representado un año más por Javier Larralde Ibarrola, junto a los monjes del monasterio salieron para recibir a los benaqueros de Plentzia. Tras el saludo de cortesía se bailaron distintas dantzas, entre ellas, un aurresku. Tras preguntar por el viaje, llamaron a los ferrones. Adrián Aramburu y Lucas Duran, quienes martillo en mano, comprobaron la calidad del material traído desde tierras vizcaínas antes de realizar el intercambio anual de hierro por oro. Tras el clásico tira y afloja sobre la calidad y el peso, se llegaba a un acuerdo con José Antonio Arriada, el benaquero y Rafael Ansorena, el notario. En esta ocasión el precio fue de doce monedas de oro y cuatro trabajadores para el Monasterio. Conformes ambas partes, uno de los monjes acercó un cofre lleno de reales de oro -monedas de chocolate--, y contándolos uno a uno, cerraron el trato con un apretón de manos.
La escena es representada cada año, y ya van diecisiete, por un grupo de vecinos.
Con esta fiesta, la localidad fronteriza rememora su histórica vinculación con el hierro, cuya industria tradicional se desarrolló desde el siglo XII hasta el XIX. Anualmente, en agosto, desde el siglo XVI hasta XVIII, llegaban hasta 10.000 quintales de este mineral procedente de Bizkaia para surtir las dos ferrerías del municipio.
El suministro de mineral de hierro desde Bizkaia a Urdax por el puerto de San Juan de Luz se documenta desde la Edad Media. Recibían anualmente, según estaba estipulado, 10.000 quintales antiguos, que equivaldrían a unos 460.000 kilos.
Este sábado la jornada se completó con un mercado de artesanía y productos agroalimentarios y también, con un zikiro jate para 300 personas.
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