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«Todavía seguimos en 'shock'»
Los vecinos de Bera y Lesaka se afanan en limpiar sus casas, calles y comercios enfangados por las inundaciones, con la «pesadilla» de la tromba de agua aún presente
Los vecinos de Bera y Lesaka siguen «en 'shock'» tras las inundaciones que dejaron las lluvias torrenciales de la madrugada del sábado. «Hemos sufrido pérdidas materiales y sentimentales», aseguran, mientras terminan de limpiar los últimos restos de agua y fango que ha dejado la riada, sobre todo en Bera, donde cayeron 116 litros de agua en apenas cuatro horas. «Lo peor es el barro que se ha quedado», coinciden.
Karlos Alzugaray y Edurne Garro
«Después de que se vaya el agua, lo peor es el barro»
Karlos Alzugaray regenta un centro de fisioterapia y rehabilitación en Bera. Junto a su mujer, Edurne Garro, pasó todo el sábado y parte del domingo «limpiando». La tromba de agua convirtió la consulta «en una especie de piscina, de unos 20-30 centímetros de profundidad. Hemos pasado horas sacando el agua con cubos. Lo peor es el barro», asegura mientras termina de pasar la escoba.
Hoy Karlos tiene que abrir de nuevo. La primera paciente acude a su consulta a las nueve de la mañana «por lo que nos hemos dado una gran paliza limpiando», dice mientras mira a su mujer. «La gente del pueblo, además, nos ha ayudado mucho. Agradecemos la ola de solidaridad que se ha levantado en Bera tras las inundaciones. Mientras sacábamos el agua, hubo quien vino en grupo a traernos algún aperitivo, pintxos de chistorra... Sin la ayuda de los vecinos no hubiéramos podido volver a la normalidad tan rápido. Ahora nos falta ver si los electrodomésticos que tenemos en la planta baja funcionan. De momento, las máquinas de fisioterapia no dan error», se alegran, «ahora que lo peor ya ha pasado».
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Coro Artieda
«Hemos sufrido pérdidas materiales y sentimentales»
Coro Artieda y su familia han tenido que sacar «todo» al jardín para poder arreglar su hogar, después del caos causado por la riada. «El agua entró en casa y ha estropeado los electrodomésticos de la cocina y los coches de toda la familia», asegura mientras la grúa se lleva uno de los vehículos. El otro está completamente marrón, tanto por fuera como por dentro. Y tampoco arranca.
Coro sigue «en 'shock»' tras los últimos acontecimientos, que han puesto su casa patas arriba. «Ha habido muchas pérdidas materiales y también sentimentales», dice mientras observa el que hasta el viernes era el taller de su padre, fallecido el año pasado. Era una reliquia en casa, un tesoro para toda la familia «y el agua se lo ha cargado. Hemos tenido que tirar muchas cosas», se lamenta Coro, que a pesar de intentarlo no logra contener las lágrimas cuando piensa en «lo complicadas» que han sido las últimas horas.
El sábado pasó dieciocho horas limpiando. «No tenía ni ganas de comer. Paré diez minutos al mediodía y a la noche me obligaron a cenar. Nunca en mi vida me he sentido tan cansada. Ni siquiera tras las inundaciones de 1983, cuando estaba embarazada de mi primera hija». Ahora es abuela y ha visto como este nuevo desbordamiento de la regata Zia se ha llevado, entre otras muchas cosas, los juguetes de sus nietas. Pero si hay algo que le consuela a esta beratarra es «la ayuda recibida por los vecinos del pueblo».
Jessica Pérez del Camino
«El agua del grifo todavía sale un poco turbia»
Jessica Pérez del Camino vive en el cuartel de la Guardia Civil de Bera, que está ubicado justo encima de la regata Zia que se desbordó. Esta trabajadora del bar Miljar recuerda la madrugada del sábado como «algo terrorífico. Nos despertó la tormenta pasadas las tres de la mañana. Al rato, saltó la luz en el cuartel. Los perros se escondían temblando debajo de las camas y mi hijo, que es pequeño, no paraba de llorar», explica. Abrió la ventana para ver lo que ocurría y vio que «el río había alcanzado la carretera del puente. Llamé al 112 porque vi que la regata se intentaba tragar un coche y como tenía las luces encendidas pensé que había alguien dentro. Se acercaron los bomberos y alumbraron para descartarlo», recuerda aún con el susto en el cuerpo.
Ayer el fango continuaba en las calles de Bera. «Y el agua aún salía turbia. He preparado la bañera para mi hijo pero al ver el color oscuro he decido mejor darle una ducha rápida», dice, mientras cuenta las horas para poder llamar al seguro -lo hará hoy- y saber qué va a suceder con su coche y su furgoneta. «Les ha entrado agua hasta la altura de los sillones».
Patxi Castillo
«Hemos organizado grupos de 'auzolan' para ayudar»
Un grupo de voluntarios seguía limpiando el barro de las calles ayer. «A las 8.30 horas hemos salido a observar la situación y hemos decidido convocar a la gente a hacer 'auzolana'», explica Patxi Castillo, concejal de Bera, que junto al alcalde Aitor Elexpu y otros beratarras cogieron las palas y hasta un tractor y se pusieron manos a la obra.
Los bomberos, «de forma totalmente voluntaria», también se unieron a estas labores. Empezaron por la plaza principal del pueblo, recorriendo cada vía en la que encontraban suciedad. «Hemos recomendado a los beratarras que hagan montañas de barro y después desde el Ayuntamiento se pasará a limpiar», asegura Patxi, que añade que «entre los lugares más damnificados está la sociedad gastronómica» que se encuentra justo en frente del cuartel de la Guardia Civil. «Se han estropeado los fuegos, los frigoríficos... Un auténtico caos. Ayer -por el sábado- estábamos todos destrozados. Seguimos en 'shock' por las lluvias y las inundaciones, pero poco a poco recuperamos fuerzas».
Iñigo Sarobe
«La maquinaria de la panadería se ha librado de milagro»
Iñigo Sarobe es el propietario de la panadería Sarobe de Bera. Cuando ocurrieron las lluvias torrenciales se encontraba en un evento de pastelería en Galicia. «Me llamó mi hijo llorando a las cuatro de la mañana, diciendo que el agua estaba entrando en el obrados y en casa. Cogí el coche corriendo y vine sin pensármelo», explica. «Fue muy duro. Para cuando llegué, los vecinos ya habían ayudado a achicar el agua. La maquinaria de la panadería se ha librado de milagro. Si hubiera llovido media hora más seguramente se hubiera estropeado».
Leyre Arretxea y Xuban Larretxea
«Hemos tenido que tirar muchos muebles y los sofás»
Leyre Arretxe vive con su familia en Lesaka. Un desprendimiento del monte detrás de su casa causó un tapón en el canal de la parte trasera de la vivienda y el agua entró en su hogar. «Hemos tenido que tirar muchos muebles y los sofás. Los electrodomésticos además no funcionan. Seguramente tenemos que cambiar toda la cocina», se lamenta Leyre.
En cuanto fue consciente de lo que ocurría -el piso de abajo de casa se llenó de agua hasta arriba-, llamó a su novio, Xuban Larretxea, «para que rompiera la puerta del portal y así poder salir. Al final, llegaron antes los bomberos y fueron ellos quienes rompieron el portón», explica. «Hemos sentido mucha impotencia».
David Galarza
«Ayudamos todos los vecinos y como cura, soy uno más»
Identificado por su alzacuellos, David Galarza, párroco en Bera, tiró también de pala como uno más en el contingente de voluntarios, informa Natxo Gutiérrez. «Aquí estamos todos los vecinos, bomberos... El cura es uno más. ¡Solo faltaba! El agua ha entrado en la iglesia de Altzate, pero ya está limpia y también la iglesia de la residencia».
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