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Suárez con el cómic del general Elorza delante de la fábrica de Trubia.
«El general Elorza fue un visionario en la siderurgia y la formación dual»

Cómic

«El general Elorza fue un visionario en la siderurgia y la formación dual»

Viñetas e ilustraciones cuentan en 50 páginas las andanzas de un araoztarra que dejó Oñati con 13 años, estudió ingeniería en Bélgica, e hizo historia en Trubia

Viernes, 17 de enero 2025

Dice un conocido refrán que es difícil ser profeta en tu tierra. El general Elorza, nacido en Araotz en 1798 y fallecido en Madrid en 1873, sufre en cierta medida esa 'maldición'. Pese a la fuente que le dedicaron en la plaza siete años después de su muerte, es un desconocido para la mayoría de oñatiarras. Algo que apena al economista e historiador asturiano Roberto Suárez, un apasionado de Elorza, que acaba de publicar un cómic que recorre su vida en 50 páginas a color.

«Me encantaría presentarlo en Oñati para que la gente conozca su apasionante historia», señala. Cómo dejó Araotz con solo 13 años, y tras combatir contra la restauración del antiguo régimen, tuvo que vivir en el exilio, en Bélgica, Alemania, El Piamonte y Gran Bretaña, licenciándose en ingeniería y siderurgia en la Universidad de Lieja.

Sus conocimientos y sus viajes para empaparse de los últimos avances tecnológicos, le convirtieron en un innovador de la artillería, la siderurgia y la formación profesional. Porque no hay que olvidar que Francisco Antonio Elorza Aguirre, creó una de las primeras escuelas de formación profesional del mundo, la Escuela de Aprendices de Trubia enmarcado en lo que hoy se denomina formación dual.

Al hacerse cargo de la fábrica de armas asturiana sustituyó la enseñanza gremial por una nueva consistente en dedicar media jornada a clases teóricas a cargo de tenientes y capitanes de cuerpo de artillería, y de otra media a prácticas de taller bajo la tutela de operarios altamente cualificados, dando origen así a una cantera excepcional de profesionales que fue la semilla de la Formación Profesional en España.

Además, a los avances técnicos y formativos que impulsó, se sumó el movimiento artístico que fomentó con la producción de bustos de bronce, considerados joyas del arte industrial.

Con texto y guión de Roberto Suárez e ilustraciones de Alejandro García, el cómic recorre la vida de «un visionario que marcó un antes y un después, un precursor en todos los sentidos».

Rehabilitó instalaciones siderúrgicas en Marbella, dirigió la minas de el Pedroso (Sevilla) y la explotación de carbón de Villa del Río, pero donde logró los mayores reconocimientos fue en Asturias, levantando un centro industrial modélico y creando la Escuela de Aprendices.

La publicación se enmarca en los actos organizados por la asociación histórico cultural 'El Volcán 1797', aprovechando que en 2023 se cumplieron 150 años del nacimiento de Elorza y el año pasado 190 de la creación de la escuela profesional de Trubia.

Suárez está muy contento de la acogida que ha tenido la novela gráfica y tras la puesta de largo en Oviedo tiene ilusión de presentarla en Oñati. Lleva treinta años investigando sobre el general y con el cómic da un paso más en la visibilización de su vida y obra, ya que la acerca a los jóvenes. «Creemos haber logrado poner de un modo agradable y de fácil lectura su biografía y, como colofón a los actos organizados, vamos a nombrarle presidente de honor del Volcán» explica.

Múltiples reconocimientos

Un reconocimiento más a la larga lista de distinciones que atesora un araoztarra que conquistó también Europa por su aportación en comisiones científicas. Recibió medallas y condecoraciones de diversos países, desde las Grandes Cruces de San Hermenegildo, de Isabel la Católica y del Mérito Militar, a la Gran Cruz y Encomienda de San Benito de Avis de Portugal, Encomienda de la Legión de Honor francesa, de Leopoldo de Bélgica, de San Mauricio y San Lázaro de Italia y del Águila Roja y de la Corona Estrellada de Prusia.

Oñati le dedicó una fuente, mientras que en Asturias tiene varias calles, un monumento, e incluso un premio que lleva su nombre. Además, hay bustos suyos en el Museo del Ejército, en el Alcázar de Segovia o en la Academia de Artillería, entre otros. Su reconocimiento fue tal que, al final, el general Elorza murió siendo mariscal, la más alta graduación de la época. Ahora su aportación a la siderurgia y la formación profesional y su azarosa vida pueden disfrutarse en un singular cómic.

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