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u Antigua venta y actual restaurante Maulanda, con el río Deba a la izquierda de la carretera, y donde fue hallado el cadáver.

Eskoriatza

El extraño 'suicidio' del soldado francés Rodolfo Mayer

1807. Aitor Antxia reconstruye el caso de la muerte de un soldado francés hallado en Marulanda ahorcado y con el cuello rebanado de oreja a oreja

Viernes, 22 de agosto 2025, 20:45

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Se llamaba Rodolfo Mayer, tenía 35 años y era soldado de la 1ª compañía del 1er Batallón del Regimiento de Reales Guardias de Infantería Walona. El cadáver de este militar del Ejército Imperial de Napoleón apareció 'suicidado' en el barrio eskoriatzarra de Marulanda en septiembre de 1807, todavía en tiempo de paz y a un mes de que se produjera la ocupación francesa que tantas turbulencias, acciones guerrilleras y represalias desencadenaría.

Aitor Antxia ha reconstruido el relato de aquel luctuoso suceso a partir de las declaraciones tomadas durante la investigación emprendida por el entonces alcalde eskoriatzarra José Ignacio de Mendia y Urtaza.

El regidor, acompañado del cirujano Juan Ignacio de Zugazagoitia y del alguacil Asensio de Guruceta, se encaminaron hacia Marulanda a primera hora de la tarde del 27 de septiembre, nada más tener conocimiento de que había sido hallado el cadáver de un hombre, al parecer soldado, sin saberse quién era ni cómo había muerto.

Había sido licenciado por inútil al servicio y fue visto recogiendo moras por Marulanda

Algunos vecinos, como Julián de Echevarría, residente en la venta de Marulanda, declararían que en la mañana del día 27, al acudir a oír misa a Salinas, se enteró que la gente hablaba de un «cuerpo colgado y muerto de una rama de castaño tras un ribazo que permanece inmediato a la huerta de dicha casa venta».

El soldado, apuntaba otro testigo, había sido visto horas antes comiendo moras en varios zarzales de la zona.

El zarimuztarra Domingo de Belategi, del caserío Zurun, declaró que bajó a lavarse sus manos y cara al río, y desde allí reparó «un bulto de hombre o mujer que se hallaba junto a un castaño y pensó que sería alguna persona que andaba por allí a coger nueces». Después se juntó con Miguel de Azpiazu y Basilio de Echavarría, mozos solteros que también iban a Salinas a oír misa, y comentaron que todos habían visto desde la misma cantonera del camino Real, a la parte que mira al río, un hombre colgado de una rama de castaño, con vestido azul y un chupín al parecer de uniforme de soldado.

Mathias de Galdos, residente en la casa cadena de Marulanda, había oído decir que el hombre «se había caído al suelo sin duda, por haberse roto alguna cuerda con que se hallaba colgado del pescuezo por el peso de su cuerpo».

Las autoridades personadas en el lugar de los hechos encontraron al difunto tendido boca arriba. Vestía «casaca azul, calzón encarnado, ambos de paño, chaleco encarnado con guarnición blanca, polainas de paño negro, zapatos remendados con ataderas de lazas y una camisa ordinaria de lienzo». También, junto al castaño bajo en el que localizaron el cadáver, se encontraron «un sombrero de tres aires (de tres picos), un bastón de palo manal (de dos piezas para golpear las ramas de los árboles frutales) un trozo de tela con media docena de manzanas verdes, un pedazo de cinta de hilo blanco y pegado a ella otra de distinto género negro».

Degollado

El cadáver, ya trasladado a Eskoriatza, fue reconocido por el cirujano, y dijo que se habían encontrado con un corte de un extremo de la oreja a la otra; que dicha brecha penetra hasta la venas yugulares, que ocupa toda la garganta, y que como consecuencia le había causado la muerte, sin olvidar la comprensión de la cuerda que se halló en su pescuezo. El declarante hace constar que no se han encontrado en todo su cuerpo ninguna herida, ni contusión de las que se pueda recelar.

La tesis del presunto suicidio del soldado Mayer sería abonada con las noticias remitidas más adelante desde Baiona. El teniente general de los Reales Ejércitos y comandante del Regimiento, conde Coupigny informó que Mayer había sido licenciado el 30 de agosto por «ser inútil al Real Servicio por maniático». En opinión de este alto mando, en el estado en que se hallaba Mayer y no sabiendo a dónde dirigirse, habría tomado la desesperada decisión de quitarse la vida.

En su ficha militar constaba que tenía treinta y cinco años, talla de cinco pies, cara redonda, frente descubierta, ojos azules, nariz ordinaria, barbilla redonda, pelo, cejas y barba castaño claro. Servía en el Regimiento de Reales Guardias de la Infantería Walona desde el 4 de marzo de 1801.

Como se pregunta el investigador Aitor Antxia, ¿quién es capaz de cortarse el cuello de oreja a oreja y después colgarse, o primero colgarse y después abrirse la garganta?

Entre las pertenencias halladas en el cadáver, además del documento de licenciamiento, había datos personales sobre Rodolfo Mayer. El nombre del padre era ilegible, pero sí pudieron leer el de su madre, que se llamaba Carlota, y que era natural de Schirvisbomel (Suecia), así como que Mayer era católico.

Como colofón, Antxia detalla que fue enterrado «entre los dos machones que existen en la pared maestra del lienzo que cae a la parte del cierzo en el cuerpo de la iglesia parroquial de San Pedro, a distancia de siete pies de la misma pared maestra, entrando por la puerta principal a la mano izquierda, donde al presente no hay sepulturas».

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