1964. La reurbanización de San Sebastián
Proyecto para la construcción en Urgull de un núcleo de población para veinte mil personas, con aparcamientos, jardines y paseos cubiertos.
JAVIER SADA
Jueves, 2 de julio 2009, 10:35
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A pesar de las molestias que siempre producen los pintores, carpinteros u otros profesionales cuando entran en casa, para cualquier hogar es una suerte poder renovarse cuando las circunstancias lo requieran. Razón del tópico .
En San Sebastián es una constante pensar en nuevas renovaciones antes de haber terminado la anterior y gracias a ello... pues eso: tenemos lo que tenemos. Las clásicas protestas por las obras se convierten igualmente en protestas cuando no hay obras ¡no se hace nada! y lo recordaba EL DIARIO VASCO de hace cuarenta y cinco años. Acababa de terminarse cuando ya se pensaba que , a la ciudad, era necesario reurbanizarla.
El plan «realmente revolucionario, presentado por el urbanista Nemesio Sobrevila Sarachu, al que EL DIARIO VASCO dedicó una página, estudiaba la ciudad "desde que la nobleza y el clero, dueños del suelo, la edificaron».
Que la playa se ha quedado pequeña, pues «tres piscinas en los lugares que más rápidamente desaparece» formadas por diques de arena: en el Náutico, en y en Ondarreta uniendo la playa con la isla.
Sobre Urgull. ¡Ojo con Urgull! Hasta miedo da el recordarlo. En el la construcción «de un núcleo urbano con edificios... un gran jardín con paseos cubiertos... sus coches en el aparcamiento que se construiría en el muelle y montacargas para subir los vehículos hasta los garajes de los sótanos de las casas... y escaleras mecánicas hasta la cima para los vecinos». Veinte mil personas podría acoger esta urbanización.
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Y ¿el Urumea? Tan pestilente en aquellos momentos. Buena urbanización en la desembocadura, teatro, hotel, Kursaal... pero ¿y luego? Hasta Amara un desastre. ¡Qué eran esas antiestéticas gabarras en el centro de la ciudad, sacando montones de arena que sólo producían reúmas y pulmonías! Proyecto: las aguas sucias desviarlas a través de un túnel que cruzara Ulia, un dique sin compuertas, a nivel inferior, en la desembocadura, otro más alto el final de Amara y otro posterior que permitiera el paso de las aguas limpias a esta especie de piscina. «Los vecinos de Amara se podrían bañar en el mar sin salir del barrio».
Mientras el lector asimilaba tan singulares proyectos, el espacio que el comentario dejaba en la página de EL DIARIO VASCO se completaba con otra noticia que tampoco dejó indiferentes a muchos: «Luis Mariano aplaza su entrada en el convento».
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