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Consumo Cien años de la golosina más popular del mundo… y su inquietante origen

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Los ositos de goma más famosos del mundo cumplen un siglo con cifras millonarias de ventas. Una historia empresarial de éxito que esconde un origen un tanto agridulce. Se lo contamos.

Lunes, 28 de Febrero 2022, 13:18h

Tiempo de lectura: 6 min

Un saco de azúcar, un tablero de mármol, un taburete, una estufa, un caldero de cobre y un rodillo es todo cuanto necesitó el alemán Hans Riegel para crear a sus 27 años su primera golosina el 13 de diciembre de 1920 en una vieja lavandería cercana a Bonn.

Dos años después surgió el osito bailarín (más tarde conocido como Goldbären, ‘Osito de Oro’). En los años 20, dos ositos costaban un penique; ahora, la empresa que los produce lanza al mercado 160 millones de ositos al día en todo el mundo. La marca —Haribo– es un acrónimo ideado por su fundador, formado por las dos primeras letras de su nombre más el de la ciudad alemana donde puso la primera fábrica, Bonn (Hans Riegel, Bonn).

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De pequeño obrador a imperio mundial.Hans Riegel (nacido en Friesdorf en 1893) comenzó a producir dulces en la lavandería de un patio interior de su casa en Bonn, con su esposa Gertrud. Fueron sus hijos los que convirtieron su fábrica de golosinas en un imperio internacional.

Tras su muerte, sus hijos tomaron el relevo, y uno de ellos, también llamado Hans Riegel, elevó a la empresa a la escala mundial que hoy conocemos, pero poco se sabe sobre el origen de los famosos osos. ¿Por qué se eligió este animal para las gominolas más famosas del planeta?

La empresa alemana produce 160 millones de ositos al día. Se fabrican en versiones sin gluten, veganos y hasta sin gelatina, para que puedan tener la cualificación halal y kosher

Lo que inspiró a Riegel fueron los «osos bailarines» que se exhibían, vestidos con ropa y atados por una cadena, como reclamo en mercados y ferias. Osos amaestrados que se paseaban por los espectáculos callejeros de Europa durante todo el siglo XX.

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Osos de feria. Los osos bailarines que inspiraron a Riegel para la creación de sus golosinas eran el gran entretenimiento de ferias y mercados a principios del siglo XX. Hoy no hay duda sobre el maltrato animal que suponía aquello, pero entonces se trataba de un popular espectáculo.

Los osos ‘bailarines’ eran cazados furtivamente cuando eran crías. «El llamado ‘baile’ era una reacción que los osos interiorizaban como consecuencia de su entrenamiento, que consistía en hacerlos mover sobre hojas de metal caliente. Los osos evitaban esa amenaza alzándose sobre sus patas traseras y alternando los movimientos de sus patas delanteras, mientras la música sonaba de fondo –sostiene la Fundación para el Asesoramiento por los Derechos Animales (FAADA)-. La repetición de este ejercicio lograba que los animales finalmente se movieran de manera automática con el sonido de la música».

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Hans Riegel hijo. Hans Riegel hijo tomó el relevo de la empresa y la elevó a una compañía de fama mundial. Dirigió durante 67 años el destino comercial de Haribo y acabó convirtiéndose en el director general en ejercicio de mayor antigüedad en Alemania. Murió en 2013.

Esta práctica cruel fue desapareciendo poco a poco, aunque en algunos países, como en Bulgaria, fue muy popular hasta principios del año 2000, según denuncia el periodista polaco Witold Szablowski en su libro Los osos que bailan. Historias reales de gente que añora vivir bajo la tiranía (Capitán Swing).

Obviamente, en los años 20 del siglo pasado, los derechos de los animales no existían ni como concepto. Y la idea de entretenimiento tampoco pasaba por las plataformas digitales... El ocio, la diversión o el exotismo se limitaban a lo que los feriantes acercasen a las ciudades. De ahí que los espectáculos con osos fuesen tan populares y que Hans Riegel reparase en la fascinación que suscitaban en los niños. Él quería vender mejor sus dulces y aquellos osos podían ser el reclamo perfecto. Y lo fueron. Hoy Haribo es un imperio de las golosinas.

La empresa fue heredada por sus dos hijos y sigue siendo un imperio familiar. Hans Riegel Jr. se mantuvo al frente de la compañía durante 67 años hasta su muerte, en 2013, y desde entonces es su sobrino Hans Guido Riegel quien se ha hecho cargo de la multinacional. Haribo emplea a más de 6000 trabajadores en sus 18 fábricas en Europa.

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Osos para todos los gustos. Hace tres años un biólogo norteamericano hizo un curioso experimento con los sabores de unos ositos de gominola, réplica de los Haribo, que prometían doce sabores distintos. De la marca alemana solo hay seis sabores.

La fórmula de los ositos de Haribo es tan secreta como la de la Coca Cola. Los ositos pequeños —tal y como los conocemos hoy— empezaron a fabricarse en 1960. Y no fue hasta 1967 cuando empezaron a colorearse (hasta entonces eran todos dorados). Ahora se fabrican también versiones sin gluten, veganos e incluso sin gelatina, para que puedan tener la calificación halal y kosher, en comunidades musulmanas y judías.

Los expertos alimentarios de la empresa cuidan tanto el detalle para adaptarse al mercado que varían ligeramente el sabor en cada región. Según explican, los alemanes y los americanos difieren en lo que consideran 'limón' y la mezcla por ello se reelabora y adapta para cada país. En general, en Estados Unidos y América latina prefieren que los ositos sean un poco más dulces que en Europa y Japón.

Se han hecho muchos experimentos curiosos con estos ositos de colores. El más 'desafiante' defiende que, en realidad, tienen todos el mismo sabor. Es nuestra percepción visual del color lo que hace que nos sepan distinto

Estos matices en el sabor llevaron en 2019 a un biólogo 'superfan' de los ositos de Haribo a realizar un curioso experimento. Scott Barolo, profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan, encontró en Albania un paquete de osos de gominola de una de las muchas marcas desconocidas que imitan los osos de Haribo. El paquete anunciaba ¡doce sabores diferentes! cuando solo hay seis de la marca alemana. Su estudio, difundido en Twitter, se convirtió en viral. Distinguió once colores diferentes; luego, intentó distinguir olores, pero todos olían igual; lo mismo pasó con la textura. Finalmente, fue probando uno por uno y anotando los matices, con ingeniosos comentarios añadidos... hasta lograr distinguir siete sabores diferentes. Eso sí, no todos se correspondían con el color esperado. El estudio no tiene una base estrictamente científica, desde luego. Pero no es el único estudio que se ha hecho con los ositos de Haribo. El más 'desafiante' defiende que todos los osos, en realidad, tienen el mismo sabor: es nuestra percepción visual del color lo que hace que nos sepan distinto.


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