La magia del sol naciente ilumina la Trinidad

Ahora sí, ya estamos todos. El regreso del escenario de la playa con Simple Minds el pasado miércoles dio el 'txupinazo' al Jazzaldia de la normalidad. El jueves abrió sus puertas el Kursaal con Calexico, en sus terrazas empezó a sonar el 'swing' y se levantó el telón del Victoria Eugenia con las propuestas del JazzEñe. También Garbera recibía por primera vez al festival con el 'second line' de la Broken Brothers Brass Band. Pero aún faltaba algo.

A lo largo de la 31 de Agosto se respiraba un aroma diferente, los ventanales reflejaban un brillo particular y cierta melodía guiaba al gentío hacia un único lugar. La Plaza de la Trinidad había comenzado a hacer su magia con los trucos malabares venidos del Lejano Oriente y, así las cosas, el festival volvía a ser lo que siempre fue.

Sobre el escenario 18 atriles desde los que iban a disparar fuego a discrección los vientos de la Musikene Summer Big Band. Formando batallón, los saxos, los trombones y las trompetas eran los grandes protagonistas de los singulares arreglos que emanaron del ingenio de Miho Hazama (Tokyo, 1986) para su último trabajo 'Imaginary Visions' (2021).

Precisamente dos cortes de ese álbum iban a inaugurar la noche. 'Mimi's March' arrancó con garra pero con los nervios aún a flor de piel. Y una vez sacudida la primera impresión de encima, la máquina fue engrasando y creando la base ideal para construir los solos de 'Your Scenary Story'.

Arreglo de milonga para el 'Bourbon Street Jingling Jollies' de Duke Ellington, «aprovechando que caía el sol, ya que me parece un momento ideal para tocar este tema», explicaba Hazama antes de dar inicio a una música oscura, misteriosa, lenta como la bruma. Mención especial al trombón de Iker Figueroa, valiente en cada una de las diversas ocasiones en que le tocó salir a declarar ante el jurado público.

Como en un efecto dominó, cada solista provocó al anterior compareciente. Mar Andino en 'I Said Cool, You Said... What?' y Eneko Dieguez en 'Dolphin Dance', ambos con el saxo alto, fascinaron y sus improvisaciones construidas con gusto fueron muy aplaudidas. El popular tema de Hancock sacó todo el repertorio de adulaciones de Miho a la ciudad de San Sebastián, «un paisaje marítimo el de la bahía que me inspiraba ver delfines». Y es que la tokiota admitió estar «enamorada del mar», no en vano su nombre en japonés significa «bella navegación».

Pero si eran los jóvenes intérpretes quienes disfrutaban de su gran noche como debutantes sobre un marco tan especial, la audiencia lo hizo por partida doble. No solo porque, en las últimas horas, se habían ido ausentando todos los indicios de lluvia, sino porque los conciertos de big band siempre tienen la intensidad de una final de Roland Garros.

El constante intercambio de golpes entre una y otra sección de la banda mantenían la atención de la audiencia como de quien no quiere dejarse engañar por los trucos del trilero. La maga nipona movía su varita llevando de un lado a otro las melodías, invitando a atacar los 'backs' y dando paso a cada uno de los solistas. Diversas tímbricas las que ofrecían cada una de las secciones, con sordinas, matices y trabajo de volúmenes que tan pronto pasaban del silencio a la explosión del metal en un 'Epistrophy' que sonó clásico y que terminó con una doble improvisación trombón 'versus' tenor.

Del jazz al heavy de 'Magdalena' de la banda A Perfect Cicle que los músicos alicantinos, Jorge Fernández y Álex Haro, se encargaron de arreglar. Fueron ellos mismos quienes sacaron todo su carácter al piano y al tenor, mientras Hazama les miraba con orgullo.

Una noche japonesa que, al cierre de esta edición, iba a completar la versátil pianista de Shizuoka, Hiromi Uehara. La de este viernes era su cuarta visita al Jazzaldia y lo hacía con su nuevo proyecto 'Silver Lining Suite', un trabajo compuesto durante la pandemia y para el que estuvo acompañada de un cuarteto de cuerdas.