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Héctor y su madre Yolanda se despiden hoy de Zumarraga y Urretxu hasta la llegada del invierno. LIMIA

Zumarraga

«¡Volveremos a vernos en el mes de octubre!»

Churrería La Buena. Hoy será su último día en la plaza Areizaga-Kalebarren, al final de la jornada levantarán el remolque y pondrán rumbo a unas vacaciones en familia

Cristina Limia

Zumarraga

Sábado, 31 de mayo 2025, 21:21

La llegada y partida de la churrería La Buena del irundarra Héctor Martínez se produce al compás del cambio de estaciones. Recala dos veces al año en la plaza Areizaga-Kalebarren. En octubre llega con el invierno y en abril con la primavera. Las ventas de churros son buenas en ambas épocas, pero a medida que se acerca el calor a la gente le suelen apetecer otro tipo de planes como la playa y el monte y la actividad de la churrería baja, de modo que Héctor y los suyos aprovechan para descansar. Hoy será su último día de trabajo en la plaza, donde se han convertido en testigos y parte de muchas de las actividades de la vida local que se celebran en ella. Al final de la jornada levantarán el remolque y se despedirán de Zumarraga y Urretxu hasta octubre.

Viaje en familia

Después de la intensa temporada de trabajo de la churrería, en la que desde octubre hasta junio, no descansan ningún día de la semana, tienen la bonita costumbre de empezar las vacaciones realizando un viaje en familia. «Pese a estar siempre juntos, siempre es en 'modo trabajo', así que desde hace ya bastantes años programamos un viaje grande del que poder disfrutar todos. Este año iremos a Sri Lanka y Maldivas. Después, cada uno se hace sus propios planes para el resto del verano», cuenta Héctor.

De aquí hasta que vuelvan en octubre, seguramente que pasarán muchas cosas en Zumarraga, en Urretxu y entre sus habitantes. «Yo, que tengo especial cariño a la gente mayor, suelo estar muy pendiente de volver a ver a todos, me gusta reencontrarme con ellos y comprobar que siguen bien. Cuando echamos en falta a alguna persona enseguida solemos preguntar por ella», señala. «Los mayores son un público muy especial, disfrutan mucho de los churros, de alguna manera, creo que es un producto que les recuerda a su infancia, tiene un componente emocional que me suelen transmitir siempre que vienen y es una de las partes más bonitas de este trabajo», indica.

Junto a ello, la churrería es espectadora de primera fila de los múltiples actos que se suceden en Areizaga-Kalebarren. «Sea la actividad que sea, nunca nos dan la espalda, se puede decir que nos integran y nos parece todo un gesto, cuando la asociación de comerciantes Bi-Tartean ha realizado algún evento especial ha contado con nosotros y muchas veces nos mencionan en los conciertos que se realizan», relata.

«Todo ello nos hace sentir muy de aquí, aunque vengamos todos los días desde Irun para abrir la churrería, nadie nos ve como intrusos sino como parte del pueblo y nos llega mucho el cariño de la gente», valora Héctor.

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