Tolosa
Sheve Peña, el espíritu nómada de la montaña25 años de su muerte. Mikel Garaikoetxea lo recordará: «No le gustaría lo que hay hoy en el monte: defendía las marchas de regularidad y no las rápidas y competitivas»
Sheve Peña (1907-1999), seguía subiendo picos de 6.000 metros a los 88 años. En 1995, con 87 años, ascendió por cuarta vez al Kilimanjaro. Subió nueve veces al Mont Blanc, la última con 82 años. En el Aconcagua se quedo a sólo seis metros de la cumbre y salvó la vida de un montañero francés. Realizaba proyectos en solitario originales, como la travesía de Tolosa a Candanchú en 1935, o la unión de las cuatro catedrales vascas a pie en 1953. Fue la primera gesta deportiva del montañismo vasco en solitario. En cuatro días sucesivos, cubrió a pie la ruta de las cuatro catedrales vascas.
El montañero tolosarra Mikel Garaikoetxea, que desgranará su figura el 9 de mayo en la casa de cultura (19.30), con motivo de los 25 años de su fallecimiento, lo define como un «deportista metódico e incombustible, tenaz, obstinado, religioso, exigente, solidario, abertzale y montañero ejemplar». Mikel opina que Peña sigue siendo un referente, a pesar de que, en su opinión, «el montañismo está banalizado actualmente por prácticas paralelas que fomentan el protagonismo, la competencia y la insolidaridad».
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Título de la conferencia Sheve Peña, espíritu nómada.
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Fecha y hora 9 mayo, 19.30, casa de cultura.
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Ponente Mikel Garaikoetxea.
Dentro de pocos días se celebra la 'Marcha de las XIV Horas'. En 1992, con 84 años, Sheve Peña las completó. Era un enamorado de este tipo de travesías no competitivas. Por eso Mikel Garaikoetxa cree que no le gustaría el auge actual de las carreras de montaña.
Mikel fue el primer coordinador de M.L.D. (Marchas de Larga Duración) de la Federación Vasca de Montañismo que presidía Antxón Bandrés. Le tocó redactar el reglamento en el que se decía claramente que nunca supondrían un motivo de competición sino de regularidad, y que el tiempo mínimo establecido correspondería a «un ritmo de marcha que no penetrase en el umbral de la carrera».
Dos años después de abandonar la directiva, alguien modificó la Normativa de Marchas de Larga Duración, dando origen al ambiente actual. «Sería interesante preguntarse si estamos orientando un deporte sano, por el contrario, estamos creando una generación de lisiados. Una mesa redonda donde todos y todas podamos aprender puede ser un avance», opina Garaikoetxea.
El montañismo evoca muchos episodios de solidaridad compartido. Mikel cree que si el propio Sheve Peña conociera ciertas noticias de insolidaridad y falta de respeto y ética, en la práctica de este deporte, se sentiría triste.
La charla lleva por título 'Espíritu nómada'. En opinión del conferenciante, Sheve Peña fue un nómada «que necesitaba conversar con el horizonte y beber del silencio y la luz en un coctel vital». «Atravesar las líneas que el horizonte nos brinda a cada paso, es una sensación que sólo se puede explicar viviéndola y disfrutándola con tranquilidad o intensamente, pero siempre con espíritu nómada». La travesía de las cuatro catedrales (con los medios de orientación, calzado y vestimenta de 1953) fue una verdadera hazaña. Actualmente han sido únicamente dos caminantes los que han repetido su andadura: Oskar Aldazabal (Markina) en 2001, y Asier Irazabal (Muxika)en 2004. «En la actualidad, una repetición con métodos modernos se puede considerar admirable», asegura Garaikoetxea.
La mayor parte del itinerario la efectuó por trochas, senderos y caminos montaraces, tras haber estudiado con detenimiento, cartas topográficas, clima, rutas, alimentación y hasta fases de luna. Todas las cuatro andaduras arrancaban a la puerta de una catedral y terminaban en la de otra. Sheve desgranaba una plegaria en cada templo.
Peña dormía en chabolas y allí le lavaban los pies. Durmió muy poquito. Daba mucha importancia a cambiarse los calcetines en todas las paradas, que fueron muchísimas. Se buscó gente que le ayudaba en cada sitio, lo preparó todo al detalle. Tejió una tela de araña que hoy día no la haría ni una empresa especializada. Se hacía querer y respetar.