A la Luna en 2028, «para quedarnos»

Los ambiciosos planes de China y Rusia en su programa espacial han hecho despertar a la NASA, que espoleada por Donald Trump, quiere volver a situarse como líder indiscutida en la carrera por la conquista extraterrestre. Para ello, la agencia espacial estadounidense pretende volver a enviar en menos de una década una misión tripulada a la Luna, y además hacerlo para 'conquistar' y permanecer en el satélite. 

A pesar de que en los últimos tiempos parecía que Marte era el gran objetivo a largo plazo, sobre todo en vista a su posibilidad y posibles capacidades para albergar vida, lo cierto es que las principales agencias espaciales aún siguen teniendo la colonización de Luna como su victoria pendiente. Aún tenemos reciente la llegada de China a la cara oculta de la Luna. No solo fue un gran triunfo llevar una sonda hasta allí, sino que lograron hacer germinar una planta que, aunque en dos días murió, supuso todo un logro para la humanidad. Partiendo de esta base, China tiene ambiciosos planes para llevar a sus astronautas a la Luna para la década de los 30, comenzando por la puesta en órbita de su propia estación espacial permanente a partir de 2022.

Más ambiciosos son si cabe los planes de Rusia, que quiere enviar la primera misión tripulada rusa a la Luna a partir de 2031, fecha a partir de la cual pretenden efectuar lanzamientos similares cada año. Así lo afirma la empresa Tsniimash, el principal instituto de investigación de la agencia espacial rusa Roscosmos. Según sus planes, tras esta primera misión, en 2032 está previsto lanzar un vehículo lunar pesado junto con una segunda tripulación, que deberá «ensayar los medios de transporte en la superficie lunar. Un año más tarde los astronautas rusos llevarían a cabo las pruebas de los equipos robóticos, así como recorridos de larga distancia con el rover, y en 2034 comenzaría la construcción de una base lunar rusa.

En vista del paso firme que llevan sus principales competidores en esta nueva carrera espacial, Estados Unidos ha decidido recoger el guante y plantar cara en esta 'guerra' por colonizar la Luna, su gran triunfo espacial, y en donde por el momento la única bandera clavada en su superficie es la de las barras y estrellas. El propio director de la NASA, Jim Bridenstine, aseguraba esta semana que la próxima vez que vayan a la Luna «será para quedarnos».

Bridenstine explicó que que la agencia espacial está trabajando para que sus astronautas regresen a la Luna en 2028, adelantándose a los planes de China y Rusia. Además, en esta ocasión, a diferencia de las misiones Apollo, el objetivo no será simplemente recolectar muestras o realizar algunas caminatas, sino que se trata de iniciar un sistema que permita a los astronautas permanecer en la Luna y poder ir y venir de una manera relativamente simple y sostenible. Antes de volver a enviar una misión tripulada a la superficie lunar, la NASA planea una nueva misión para 2024, con la que enviará una nueva sonda realizada en colaboración con socios privados. «No vamos a volver a la Luna para dejar banderas y huellas y no regresar durante 50 años. Iremos de manera sostenible, para quedarnos con landers, robots, sondas y humanos», explicaba Bridenstine.

Desde la llegada a la presidencia de Donald Trump, se han revitalizado los planes de la NASA, tras años de recortes por parte de Barack Obama. De forma que, ahora sí, toda la administración estadounidense rema en la misma dirección para lograr los objetivos de la agencia espacial cuanto antes y poder dirigir su mirada hacia la gran gesta de la humanidad del siglo XXI: la llegada del ser humano a Marte.

Y es que la futura llegada a la Luna está íntimamente relacionada con los anhelos de llegar en este siglo al Planeta Rojo. Es decir, la luna servirá como un trampolín en el camino hacia Marte. El avance en los planes de una nueva llegada del hombre a la Luna van a coincidir en el tiempo con la puesta en marcha de la Plataforma Orbital Lunar Gateway (LOP-G), un laboratorio espacial en órbita alrededor de nuestro satélite que debe ser construido a lo largo de la próxima década y que sustituirá a la Estación Espacial Internacional. El primer módulo de este nuevo ingenio será lanzado en 2022.

Uno de los objetivos de la LOP-G será el de soporte para las misiones lunares. Los miembros de la tripulación permanecerán a bordo de la Gateway durante períodos de 30 a 90 días, realizando distintos trabajos científicos y de exploración. Y algunos de estos astronautas se dirigirán desde la estación hacia la superficie lunar. Además. tendrá un módulo preparado para sostener las comunicaciones entre los vehículos lunares y la estación, pudiendo utilizarse como base de operaciones o enlace de comunicaciones. Esto permitirá una estancia más larga en la superficie de la Luna, en el caso necesario, y podría permitir acelerar el proceso de construir una base lunar en caso de que así se decidiese.

Por otra parte, esta estación lunar tendrá otro gran objetivo relacionado con un futuro viaje a Marte. Para poder realizar un viaje al planeta rojo, antes hay solucionar algunos graves problemas. Por ejemplo, la radiación, que podría matar a los astronautas en su viaje. Además, entre presupuestos, dificultades técnicas y barreras biológicas, Marte todavía es un destino inalcanzable. Pero la LOP-G permitirá hacer estudios más contundentes sobre radiación, el espacio profundo, y nuestra capacidad de atravesarlo.

«La luna es el campo de pruebas, y Marte es el objetivo« asegura la agencia. Allí «podemos probar todas las tecnologías, reducir todos los riesgos, probar los tiempos que son necesarios para vivir y trabajar en otro mundo. Y podemos hacerlo todo en la Luna, donde, si hay un problema, si hay una emergencia, sabemos que podemos llevar a las personas a casa en tres días».