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Última reunión del proyecto Erlauntza celebrada en el museo San Telmo con la participación de 69 personas. D. U.
San Sebastián

Una colmena para el bienestar de los barrios

El proyecto Erlauntza del Ayuntamiento reúne desde 2017 a técnicos y profesionales de diferentes departamentos y sectores para diseñar entre todos acciones que contribuyan a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía donostiarra

Jorge F. Mendiola

San Sebastián

Lunes, 8 de diciembre 2025, 12:06

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El proyecto municipal Erlauntza, nacido en 2017 para fomentar, mantener o recuperar la calidad de vida de los donostiarras, sigue dando frutos. En su última reunión, celebrada en el museo San Telmo, los agentes públicos y privados que integran esta colmena urbana han puesto sobre la mesa algunos retos y necesidades detectados en la ciudad. Según explica el concejal del PSE Iñigo García, allí estaban, entre otros, representantes de departamentos y sectores tan diversos como Acción Social, Donostia Lagunkoia, Movilidad, Donostia Kirola, Plus 55, Participación Ciudadana, casas de cultura, haurtxokos y gaztelekus, ambulatorios, técnicos de Salud Pública y Educación del Gobierno Vasco, técnicos de la Diputación, farmacias, Cruz Roja, Cáritas y asociaciones y fundaciones de carácter social. En total, 69 personas, 50 mujeres y 19 hombres, de las Erlauntza (colmena, en euskera) de Altza, Amara, Bidebieta, Egia, Gros, Intxaurrondo, Parte Vieja-Centro, Loiola-Txomin-Martutene y Mendebalde (zona oeste).

Entre todos, y gracias a las relaciones de «alta confianza mutua» que han venido tejiendo a lo largo de los años, han propuesto algunas soluciones que contribuirán a alcanzar su principal objetivo: hacer de los barrios lugares más humanos y habitables.

Los grupos de trabajo reunidos en San Telmo han detectado problemas como soledad, aislamiento, vulnerabilidad o desarraigo

Acogida en Altza. En este barrio diverso y «en constante cambio por los procesos migratorios», existe una preocupación común: cómo acoger mejor a las personas que llegan y cómo facilitar su participación en la vida del vecindario. Además, hay otras realidades que necesitan más atención y visibilidad: jóvenes y adultos que buscan recursos adaptados a sus necesidades, familias en situación de vulnerabilidad o personas que cuidan a otras de forma informal.

Para «crear redes de apoyo», desde Erlauntza Altza proponen diseñar encuentros en espacios comunitarios como centros cívicos, parques o plazas, así como la puesta en marcha de un stand para realizar la acogida a los recién llegados.

Amara, cuidados y convivencia. Desde Erlauntza han visto que los vínculos entre generaciones pueden ser «un elemento tractor para el cuidado y la convivencia» en un barrio donde preocupa la realidad de las personas más vulnerables y se evidencia la necesidad de una mejor coordinación entre los agentes para poder acompañarlas. «La convivencia significa más que compartir un espacio: se trata de vivir juntos, con respeto, escuchando malestares y activando redes de apoyo», subrayan.

Los equipamientos se sitúan en la periferia y quedan alejados de las personas con más dificultades de acceso, por lo que se aboga por promover talleres artísticos y actividades creativas que se realicen en espacios accesibles como plazas, parques o centros comunitarios pequeños, de modo que se fomente el encuentro entre vecinos de todas las edades para crear juntos piezas de arte que representen el cuidado, la convivencia y el apoyo mutuo.

Panel con las reflexiones, retos y resultados del encuentro. D. U.

Aislamiento en Bidebieta. La colmena reflexiona sobre el valor que aportan las personas mayores en el barrio, muchas de las cuales sienten un «fuerte orgullo y sentido de pertenencia» a Bidebieta y ven cómo el cierre progresivo de comercios «dificulta» su autonomía y puede «erosionar» sus redes de relación.

También comparten preocupaciones sobre la diversidad cultural, el uso que las personas hacen del espacio público, el arraigo y la participación en la vida del barrio. «Vemos cómo niñas, niños y adolescentes vuelven a casa tras la jornada escolar y no frecuentan parques ni participan de la vida de barrio o de actividades de euskera, ocio o cultura, reduciendo así sus oportunidades de relación y de sentimiento de pertenencia», advierten.

Para ponerle remedio, se pretenden organizar paseos intergeneracionales, cámara en mano, que conecten las huertas dispersas del barrio en una red de espacios colectivos vivos que impulsen el encuentro, el arraigo en el barrio y el apoyo mutuo. Las fotografías podrían revelarse y exponerse en Kontadores.

Arraigo en Egia. Cómo acompañar a las personas que llegan al barrio, muchas veces de origen migrante, es uno de los retos de la colmena egiatarra. También se pone el foco en los niños que, fuera del horario escolar, pasan mucho tiempo en casa, con escasa actividad física, dificultades para socializar y un uso excesivo de pantallas sin supervisión. Asimismo, se advierte de las «dificultades que genera la convivencia entre diferentes cuando las personas sin hogar se acercan a los recursos» que ofrece el barrio.

Para convertir estos problemas en oportunidad, Erlauntza aboga por articular una iniciativa en torno a espacios abiertos de encuentro en lugares clave para facilitar, a través de la creación cultural y el ocio, espacios compartidos, arraigo en el barrio y fortalecer los vínculos entre generaciones.

Soledad no deseada en Gros. En este barrio especialmente envejecido, desde Erlauntza se fijan en la soledad no deseada entre los mayores. También reconocen que hay otros perfiles que necesitan ser visibilizados y escuchados: personas recién jubiladas que sienten el vértigo de no saber cómo llenar su tiempo, personas con ganas de aportar, de mantenerse activas y de seguir formando parte de la vida del barrio o personas con malestares emocionales, entre otras.

Gros cuenta, además, con un tejido comercial «dinámico y comprometido», que no solo ofrece servicios, sino que «mira a las personas, conversa, acompaña, escucha». Esta dimensión relacional del comercio puede jugar un papel importante en los cuidados cotidianos y el bienestar de las personas.

Aprovechando el valor de las prácticas artísticas, el ocio y los vínculos como herramientas fundamentales para abordar retos compartidos como el bienestar emocional, se propone articular una iniciativa que permita habilitar rincones de libros en comercios, equipamientos y lugares significativos de Gros y que se complemente con encuentros itinerantes de lectores, de manera que se favorezca la creación de vínculos alrededor de la lectura.

Intxaurrondo, vulnerable. La colmena expresa su preocupación por las situaciones de soledad no deseada y malestar emocional que afectan a jóvenes, adultas y mayores. Ve necesario «fortalecer» la coordinación entre agentes y servicios del barrio para activar apoyos y redes comunitarias. «Cuidar también implica estar atentos, escuchar y responder de forma colectiva. Nos preocupa especialmente cómo la soledad y la vulnerabilidad afectan también a jóvenes y a niñas y niños, sobre todo en verano, cuando muchos servicios cierran y aumentan las dificultades familiares», afirman sus integrantes.

Para construir un barrio «más conectado, justo y solidario», Erlauntza propone una iniciativa que replantee los cuidados más allá del ámbito familiar, promoviendo espacios compartidos donde servicios, agentes y equipamientos del barrio se impliquen activamente en la creación de redes de cuidados comunitarios que refuercen el vínculo y la corresponsabilidad.

Loiola-Txomin-Martutene. En estos barrios se ha constatado la existencia de nuevos perfiles de personas mayores que acceden a los servicios. Las hay más jóvenes, con inquietudes y expectativas diferentes, y otras que enfrentan situaciones de soledad no deseada o con baja actividad a las que cuesta salir de sus domicilios. Mientras, el comercio local está «en retroceso», lo que «afecta directamente a la calidad de vida y la autonomía de los vecinos, especialmente los más frágiles», subrayan desde Erlaun-tza, que aboga por impulsar una red de rincones de vida en el barrio habilitando pequeños espacios (comercios, asociaciones, portales, equipamientos...) donde se generen microencuentros y conversaciones informales que permitan «crear vínculos entre personas y tejer redes».

Información en la zona oeste. Son barrios diversos entre sí que comparten algunos retos comunes y cuya vida está marcada por la universidad. Si bien la situación socioeconómica general de la zona oeste es «menos vulnerable» que la de otros barrios de la ciudad, no faltan desafíos: la soledad no deseada entre personas mayores o la dificultad en el acceso a servicios comunes para quienes viven en puntos más alejados.

Una característica particular de la zona es la «alta presencia» de centros residenciales y personas cuidadoras, en muchos casos en situaciones de «sobrecarga emocional o física». Además, aunque en el territorio existen muchos recursos, programas y actividades, se detecta que la información «no siempre circula de forma accesible ni clara», lo que dificulta que las personas puedan participar plenamente de la oferta existente.

Para acercar «de forma visual y clara» la información de interés para las personas de los barrios de la zona oeste, y también como pretexto para fomentar la participación de los vecinos y facilitar el contacto entre colectivos en torno a temas de interés común como la salud, la cultura o el ocio, se analiza la creación de puntos de información comunitaria.

Parte Vieja-Centro. Se trata de una de las zonas más envejecidas de la ciudad, con muchos cuidadores migrantes. A la colmena le preocupa el «aumento» de malestares emocionales, con una respuesta «muy medicalizada», y las dificultades de movilidad y accesibilidad que limitan la autonomía de muchos residentes.

Aquí, la dotación de equipamientos y algunos servicios es «inferior» a la de otros barrios. El grupo de trabajo de Erlauntza reflexiona sobre cómo el nuevo plan de equipamientos del Ayuntamiento y el uso compartido de espacios como la zona deportiva de Pescadería, las actividades grupales, el ocio o la educación sanitaria pueden ser «oportunidades» para consolidar vínculos y reforzar la dimensión relacional.

El reto es promover encuentros y actividades en espacios accesibles para fomentar la participación de los vecinos, impulsando el intercambio intergeneracional, el apoyo mutuo y el conocimiento y uso de los recursos comunitarios del entorno.

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