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Pasillo del edificio con bolsas y un colchón.
San Sebastián

Difícil convivencia en un edificio de Intxaurrondo

Baratzategi, 10. Vecinos de unos pisos dotacionales denuncian problemas con algunos inquilinos que les han obligado muchas veces a llamar incluso a la policía

Iñigo Goñi Davó

Miércoles, 26 de junio 2024, 02:00

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A primera vista, el portal número 10 de la calle Baratzategi, en el barrio de Intxaurrondo, guarda el aspecto de un edificio corriente. Pero en su interior se suceden desde hace tiempo problemas de convivencia y situaciones de insalubridad graves, según denuncian algunos vecinos, que se han visto obligados a llamar en repetidas ocasiones a la policía. El inmueble está formado por 120 apartamentos dotacionales que el Departamento de Vivienda otorga en alquiler para cinco años, en función de rentas, y están repartidos en cuatro pisos. La denuncia que ahora hace uno de los vecinos, que ejerce como portavoz de varios inquilinos más, abunda sobre otras que vienen de lejos. «Aquí se concentran todos los problemas que uno puede imaginarse, esto es como una selva», asegura. «Uno ve de todo: desde charcos de sangre en las escaleras, a puertas rotas y rajadas, o ruidos de golpes y violencia a altas horas de la madrugada», afirma después de haber denunciado los hechos ante la policía, el Ayuntamiento y el Gobierno Vasco.

Cuando ocurre algo, lo habitual, dice, es que los vecinos llamen a la policía, pero «no intervienen si no es grave y muchas veces no se hacen cargo de la situación». Este vecino recuerda una ocasión en la que los agentes tuvieron que entrar «a la fuerza» en un domicilio «porque una vecina intentó apuñalar a otra persona con un destornillador». Una situación extrema, pero que se suma, dice, a otras más «normales, como que venga la Ertzaintza a llevarse a algún inquilino por denuncias previas que tiene». También es común, según afirma, la presencia de extranjeros sin techo deambulando de noche por los pasillos o alguna persona durmiendo en el garaje.

Fuentes de la Guardia Municipal confirman que en los últimos seis meses varios agentes han tenido que acudir una veintena de veces por llamadas desde esta comunidad. Para intentar buscar una salida a estos problemas, este residente, que prefiere no dar su nombre, explica que pusieron en común con otros inquilinos la situación. «Todos con los que hablé coincidían en que había que buscar una solución, porque es insoportable». La reacción inmediata ante los golpes o gritos excesivos era, por ejemplo, que «algún inquilino subía la música en su casa como señal de protesta», pero no surtieron efecto. «Terminas con ansiedad, nerviosismo e irritabilidad, ¿tengo que liarla para que me hagan caso?», protesta.

Quejas a Alokabide

El siguiente paso fue acudir al encargado de mantenimiento, pero él excusó que no era responsable del problema. Después, formalizaron una queja ante Alokabide, programa de vivienda social del Gobierno Vasco, al que corresponde esta promoción y organismo «encargado de gestionar las viviendas dotacionales en las que vivimos».

El vecino asegura que les transmitieron su preocupación por la falta de un administrador que controle la situación. Fuentes de Vivienda consultadas aseguran que no han recibido una petición para cambiar esa figura, pero aclaran que «cada edificio dentro del programa tiene un administrador de fincas concreto y no podemos influir en un cambio en la administración».

Para los vecinos, el problema es insostenible. «Si te vas y renuncias a la vivienda, pierdes tu antigüedad dentro de Alokabide, por lo que vuelves al final de la cola y, además, dejas de percibir las ayudas que te da el Gobierno Vasco. Así que estoy encerrado aquí, no puedo irme», denuncia.

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