La Esperantza de un pueblo entero
Orgullo. Getaria celebra la clasificación de su trainera para la Bandera de La Concha, culminando un trayecto «difícil» que les ha permitido «cumplir un sueño»
El del jueves en Getaria no fue un día más. En realidad, este tampoco está siendo un verano más. La Esperantza, su trainera, se ha convertido en la revelación de la época estival gracias a sus actuaciones en la Liga Eusko Label que no solo le han valido para situarse en quinta posición y abandonar el papel de Cenicienta que todos le habían asignado, sino para, como la lluvia fina, ir calando entre la gente del pueblo hasta empaparla por completo, consiguiendo que el miércoles, en la rampa del muelle donostiarra, celebraran junto a sus remeros su histórica clasificación para la Bandera de La Concha 49 años después, que se dice pronto.
En Getaria solo albergan recuerdos de aquel septiembre del 73 quienes hoy peinan canas. «Yo soy del 74, así que imagínate», comenta Xabier Goikoetxea, presidente de Getaria Arraun Elkartea. «Con alguno he podido hablar y sé que volver a entrar en La Concha le ha hecho mucha ilusión».
Y es que los hijos de quienes vieron a la Esperantza ser quinta en la Bandera de La Concha de 1973 crecieron con los triunfos de San Juan, San Pedro y Orio; y sus nietos lo hicieron con los de Castro, Kaiku, Urdaibai y Hondarribia. Esas tres generaciones pueden compartir el orgullo de ver de nuevo a Getaria remando junto a las mejores, también en La Concha.
«Para nosotros esto es un chute inmenso», reconoce Goikoetxea. «Entrar en La Concha es un sueño cumplido que a la gente del club nos ha hecho muchísima ilusión». Lo corrobora el patrón, Unax Eizagirre, uno de los más efusivos en las celebraciones en la rampa. «Estar dentro es una ilusión que tenía desde hace mucho tiempo y que ahora se ha cumplido».
El dueño de la popa de la Esperantza tiene claro que «hemos hecho algo importante» que su presidente quiere dedicar «a la gente del pueblo, a los que entraron en el 73, a los que han trabajado y remado estos años y a aquellos que no están ahora, pero hicieron su trabajo en el club de una manera u otra». Pero en especial, «a Andoni Galarraga y su familia».
Goikoetxea se emociona al recordar a Galarraga, remero fallecido el año pasado en accidente laboral: «Ha sido un trayecto difícil hasta llegar hasta aquí. Sufrimos la pandemia, la muerte de Andoni, pero entre el ascenso del año pasado y lo de esta temporada...». «Es que este año ha sido la hostia», apostilla con vehemencia Eizagirre.
«Que hayamos estado 49 años sin entrar en La Concha indica lo difícil que es esto, sobre todo para un pueblo tan pequeño como Getaria», apunta Goikoetxea. «Por eso tenemos que darle mérito a lo que hemos hecho».
La gestión de la presión
Apreciar lo conseguido debe ser parte de un proceso que de repente convirtió un sueño en una obligación tras las buenas actuaciones del verano: «Había presión en el pueblo por entrar, pero también la autoimpuesta», confirma Jon Ander de la Hoz, uno de los fijos en las tostas de Getaria. «Todos nos metían en la quinielas, había mucha presión», añade Eizagirre.
No obstante, pese a esa presión tanto del entorno como de la propia trainera, De la Hoz reconoce que «esto era más un regalo que una carga». Así lo hizo ver en los días previos el entrenador Ion Larrañaga, figura esencial en el éxito de la Esperantza. «Durante estos días hemos getionado bien el estrés y el entrenador ha tenido mucho que ver en esto», confirma el remero getariarra.
Así que con el premio de remar en La Concha en el bolsillo, Getaria afrontará los dos próximos domingos con el objetivo «de disfrutar, pero con nuestra remada», apunta su presidente. «¿La tanda de honor? Eso sería la bomba».
Pollo, champán y «algo de fiesta» para celebrar la clasificación
Getaria comenzó a celebrar su clasificación en la misma rampa del muelle. La numerosa afición que se acercó hasta Donostia tuvo la oportunidad de fotografiarse con los remeros tras la regata en una instantánea de familia para el recuerdo. Luego pusieron rumbo a Getaria y mientras los remeros se duchaban en el club, la directiva improvisó una cena. «Pollo y champán para celebrarlo y algo de fiesta, pero no mucho que el domingo hay que volver a remar», relata Goikotxea que tenía el teléfono «lleno de whatsapps y felicitaciones». Eso sí, la fiesta no impidió que ayer, como sus remeros, acudiera fiel al trabajo
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