Otra vez en Europa van a ver a la Real

Por quinto año consecutivo van a ver a la Real en Europa, algo que no ha sucedido nunca desde que se inventaron las competiciones continentales en los años cincuenta del pasado siglo. Un récord del que pueden estar orgullosos los Remiro, Aritz, Zubeldia, Le Normand, Aihen, Zubimendi, Merino, Oyarzabal y Barrenetxea, que han estado presentes en las cinco últimas campañas y que han vivido algo único que confirma la permanencia del club en la élite durante un lustro.

Los campeones de los ochenta, encumbrados por las dos Ligas, la Copa y la Supercopa que conquistaron, suelen recordar a los periodistas en privado que con el actual sistema de clasificación para Europa –entran los siete primeros– ellos habrían cruzado los Pirineos ocho años consecutivos entre 1979 y 1986 porque siempre acabaron del séptimo hacia arriba, pero eran otros tiempos en los que muchas veces el quinto se quedaba sin pasaporte continental.

Sea como fuere, el gran logro del club en la época actual ha sido consolidar al equipo de forma regular en Europa, una vieja ambición de Aperribay que parecía una quimera cuando tanto la repetía en la década pasada y que ahora se ha hecho realidad.

Salvo en aquellos gloriosos ochenta en los que se viajó cuatro años seguidos por Europa entre la 79/80 y la 82/83, el resto de apariciones han sido flor de un día y no tuvieron continuidad en el tiempo. En los años finales de Atotxa se lograron cuatro billetes en seis temporadas, tres con Toshack y otro con Boronat, pero desde el trasvase a Anoeta hubo una larga travesía de veinte años con solo dos apariciones en Europa coincidiendo con los éxitos en Liga con Krauss en 1998 y Denoueix en 2003. La situación cambió a partir del último ascenso a Primera División en 2010 cuando el club comenzó a consolidarse tanto en el plano deportivo como económico.

En las campañas 12/13 y 13/14 firmó dos clasificaciones consecutivas con Montanier y Arrasate para la Champions y la Europa League, aunque en el segundo caso cayó eliminada frente al Krasnodar tras superar en la ronda anterior al Aberdeen escocés. Con todo, no había la estabilidad actual y marchas como las de Bravo, Illarramendi y Griezmann resultaron imposibles de cubrir con garantías.

Después de dos años irregulares con movimientos en el banquillo, la Real recuperó el brillo de la mano de Eusebio en 2017 para volver a la Europa League en un premio que no reflejó los merecimientos de un grupo que durante muchos momentos de la temporada soñó con la Champions. Pero seguía siendo un gigante con pies de barro y era incapaz de encadenar dos ejercicios positivos. Nueve meses después de aquel éxito en Balaídos, el técnico vallisoletano salía del club por la puerta de atrás.

A partir de 2018 se inicia la época dorada coincidiendo con la llegada de Roberto Olabe, que aunó a su conocimiento todo el trabajo que había realizado en eldecenio anterior Lorenzo Juarros en unas condiciones bastante más precarias. Después de un periodo convulso al no acertar en la contratación de Asier Garitano, la llegada de Imanol al banquillo supuso el empujón definitivo para cinco años brillantes que se han coronado con otras tantas clasificaciones europeas y la Copa del Rey ganada en 2021.

Aunque el año pasado la Real holló la cima con la presencia en la Champions, tiene más valor estar arriba cinco temporadas consecutivas que hacer un año espectacular de forma puntual. El mérito ha residido en una regularidad en los resultados y una constancia en el trabajo que le ha permitido dejar atrás a clubes con más posibilidades, como ha sucedido este año con el Sevilla y el Villarreal, que han ganado hace poco la Europa League y saben lo que es jugar la Champions.

Todo arrancó en 2019 con la llegada en verano de Remiro, Monreal, Odegaard, Portu e Isak, más el ascenso oficial al primer equipo de Le Normand. La Real se transformó en un equipo con talento en el juego combinativo por la calidad del noruego en la zona de enganche y veloz en campo abierto con Portu e Isak. Así se plantó en la final de Copa y fue una pena que la pandemia le cortara su trayectoria, ya que en marzo de 2020 ocupaba puesto de Champions cuando se interrumpió el campeonato y luego le costó mucho reanudarlo. De hecho, se clasificó sobre la bocina con aquel gol de falta de Januzaj en el Wanda Metropolitano.

En verano de 2020 se sacó de la chistera el conejo de David Silva para suplir la marcha de Odegaard al Real Madrid y siguió manteniendo su competitividad anterior, aunque asentada más en su firmeza defensiva que un ataque desatado. También necesitó esperar hasta el final para acabar quinta con el tanto de Isak en Pamplona en el minuto 85 que dejó detrás a Betis y Villarreal.

Esa firmeza sin balón estuvo detrás de la sexta plaza de hace dos años porque fue sexta con un promedio goleador de 0,97 tantos por partido. Sin duda, influyeron las lesiones de Barrenetxea y Oyarzabal a mitad de temporada y que Portu y Januzaj empezaran a perder protagonismo en el ataque. En el tramo final la dupla Isak y Sorloth impuso su pegada para ganar la batalla por la Europa League al Villarreal.

La temporada pasada el duelo por la Champions tuvo también como protagonistas al 'submarino amarillo' y al Betis, a los que mantuvo por detrás durante todo el curso y supo imponer su fortaleza en el tramo final ganando a Real Madrid y Barcelona, entre otros.

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