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Juan Manuel Riesco, que imparte una charla el miércoles en Beraun Bera, mueve una ficha en el tablero de ajedrez. I. CASTAÑO

Errenteria

Atentos a la gran jugada del maestro

Ajedrez. Juan Manuel Riesco adelanta a DV unas pinceladas sobre la charla que ofrecerá este miércoles, día de su cumpleaños, en la sociedad Beraun Bera a su amplia comunidad de amigos

Iker Castaño

Errenteria

Sábado, 11 de noviembre 2023, 19:33

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Seguramente que Juan Manuel Riesco (Errenteria, 1959) haya realizado a lo largo de su vida jugadas de auténtico maestro, pero la que va a realizar el próximo miércoles a las 18.00 horas en la sociedad Beraun Bera con motivo de su 64 cumpleaños significará la más especial de todas. La de ocasiones que habrá explicado en qué momento llevar a cabo una apertura abierta o cerrada o cómo realizar una defensa siciliana, pero qué pocas veces habrá tenido la oportunidad de sentarse frente a su amplia comunidad de amigos de Errenteria y repasar su trayectoria vital en el mundo del ajedrez. No la desaprovechen. Aquí va un adelanto de la charla.

Un maestro del ajedrez como Riesco sabe perfectamente en qué momento mover el peón, al igual que ha sido capaz de organizar la charla por un motivo tan inteligente como tener los mismos años que casillas tiene un tablero de ajedrez (64). «Por eso he elegido hacerla este año, ni el anterior ni hace dos. Llevo 50 años jugando y 42 siendo monitor», reconoce el errenteriarra, un ciudadano conocido por mucha gente. Recuerda que «no solo va dirigida para los ajedrecistas, sino para la gente de la villa. Hablaré de experiencias, anécdotas...», adelanta.

Echará la vista atrás para rememorar sus inicios en el mundo del ajedrez. «He de decir que fue un poco tarde, a los 13 años, en séptimo de EGB», indica. Pero no por ello lo iba a dejar pronto o no iba a saber jugar. «Empezamos haciendo trabajos manuales, nos pidieron hacer tableros de ajedrez de madera y como éramos muchos, lo sacábamos en cuatro meses», confiesa. El resto del tiempo lo usaban para aprender a jugar. En este momento, mencionará a José Mari Dadebat y Koldo Amoriza, «dos de los amigos que enganché después del cole y jugaba con ellos en la misma acera», les agradece.

Dos partidas diarias

Tan solo fueron sus inicios, ya que lo que llegaría después sería algo extraordinario. «Tuve suerte de entrar a trabajar en el Hotel Londres de San Sebastián y un compañero sabía jugar al ajedrez. Lo había aprendido en el campo de concentración de Auschwitz por medio de un yugoslavo», confirma Riesco. Cada día jugaban dos partidas entre semana, lo que es lo mismo 40 partidas al mes y 480 al año. Él mismo le aconsejó acudir al club Fomento Cultural, donde se encontraría con Gerardo Elcano y José Bermejo, «dos piezas importantes en mi trayectoria que influyeron en mi vida. Tuve la suerte de rodearme con gente interesante», explica. Al principio «ni me enteraba, me daban unas palizas...», ríe.

El dato

  • 64 años –el mismo número de casillas que tiene un tablero de ajedrez– cumple el próximo miércoles Juan Manuel Riesco. Quiere celebrarlo con una charla en el salón comedor de Beraun Bera

Cuando regresó de la mili, con 21 años, empezaba a crearse la Federación Vasca de Ajedrez y lo primero que hizo fue hacer un curso de monitores y de árbitros. «Ahí estuvimos encerrados un mes en el Monasterio de Nuestra Señora de Barria (Álava)». Obtuvo el titulo de monitor y se dirigió al ayuntamiento para proponer «dar clase de ajedrez en todos los colegios de Errenteria», rememora. A la semana ya estaba trabajando con 4.500 alumnos en una quincena de colegios. «Esto duró ocho largos años».

Las clases dieron sus frutos. De tener 8 jugadores en Fomento pasaron a ser 45. «Era una generación especial», admite, destacando que «fuimos a Alicante a disputar el campeonato de España tras ser campeones de Euskadi, ganar en la zona de Cantabria y Cataluña (llevaban quince años de adelanto en la enseñanza). Fue una experiencia increíble», asegura Riesco. Apasionado al ajedrez se involucró mucho con la federación, acompañado de Juan Bautista Aranzade. En 1986 promovieron el ajedrez en el deporte escolar y a cambio de tres millones de pesetas para pagar a los monitores y hacer una final escolar dieron clase en todos los colegios de Gipuzkoa. Llegaron a jugar durante dos años el premundial de cadetes.

Cambio a Beraun Bera

También explicará Riesco, entre otros asuntos, cómo llegó a Beraun Bera tras desvincularse de Fomento, club donde «se vivieron momentos tensos al haber muchos jugadores buenos y no haber sitio para jugar todos». José Benito le propuso a él y varios amigos hacer uso del local a finales del año 91. «Empezamos a jugar en un club nuevo desde Tercera hasta Preferente. El favor que me hicieron mis amigos para ir a jugar a Tercera fue impresionante», agradece. Fueron campeones de Gipuzkoa de Preferente y lograron el billete para jugar el campeonato de Euskadi, «donde quedamos cuartos a medio punto de Fomento», momento en el que decidió bajar su nivel. «Yo ya había cumplido», afirma.

Riesco está más que satisfecho por poder hacer a día de hoy lo que más le gusta, enseñar a jugar al ajedrez. «No solo enseñas, transmites unos valores importantes, como la empatía y el respeto que debes mostrar al rival. Hay que saber gestionar, se juega en silencio», comenta. Sin embargo, si estaría en sus manos, cambiaría la ley del deporte escolar. «Es demasiado rígida. Hasta los once años no podemos federar a ningún niño, por tanto no compite y no puede ser campeón de Gipuzkoa ni de Euskadi», lamenta. Sobre la evolución del ajedrez en general apunta que «la pandemia ha hecho ganar en seguidores (vía online) pero perder calidad». Le gustaría que lo practicaran asimismo más mujeres.

En el futuro tiene pensado seguir dando clases en la escuela de Beraun Bera (proporcionando jugadores a la federación) y también a los jubilados. «Es importante para reducir el riesgo de alzheimer». No duda en seguir volcándose con iniciativas solidarias como el torneo jaque mate.

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