Atrapado en la guerra
«Pido ayuda para dejar el búnker y volver a Donostia»Lander Cerrillo, donostiarra de 24 años que vive a 45 kilómetros de Gaza, lleva tres días encerrado en su casa de Beerseba mientras escucha las sirenas y ve caer bombas desde la ventana
Atrapado en la guerra, sin ayuda gubernamental y con el único objetivo de olvidar su peor pesadilla volviendo a casa, a Donostia. Lander Cerrillo, guipuzcoano de 24 años, vive en Beerseba, una ciudad a 45 kilómetros de Gaza y donde hace tres días Hamás realizó el ataque más potente y sin precedentes contra Israel, que ha respondido con fuerza atacando trece ciudades cercanas a la frontera. Cerrillo y cuatro compañeros de trabajo –una americana, una italiana, un chileno y un mexicano– piden ayuda para abandonar el país de manera segura y lo antes posible. La embajada española, de momento, no le ofrece soluciones para regresar. «Lo único que me dicen es que vaya al aeropuerto de Tel Aviv, que está a 110 kilómetros de mi casa, y que espere para poder coger un avión rumbo a donde sea. ¿Pero cómo llego hasta allí de manera segura? Desde mi casa escucho bombas y las sirenas no paran de sonar. Están raptando familias enteras para utilizarlas como moneda de cambio. Tengo miedo, no sé qué hacer y de momento me mantengo a la espera en mi casa», relata Cerrillo en conversación telefónica con este periódico.
Lander vive en Beerseba desde hace algo más de año y medio. «Me salió una buena oportunidad de trabajo y no me lo pensé. Trabajo en un sector en el que hay pocas ofertas. En verano volví a casa, a Donostia, para estar con mi familia; visité a mi pareja que vive en Barcelona y también estuve con mi hermana y con mi madre, Ana. Sin embargo, desde hace dos meses estoy otra vez en Beersaba porque comenzaba otra vez a trabajar», relata. Cerrillo detalla cómo es vivir en Israel. «Antes de afincarme aquí nos avisaron de que podríamos escuchar sirenas y bombas cerca, pero también nos dijeron que Israel tiene las protecciones más seguras del mundo. No sé exactamente cómo funcionan, pero casi todo el país tiene un sistema antibombas. El primer día que llegué cayeron misiles cerca de casa. Nos metimos en el búnker. Al principio tienes mucho miedo, pero luego te acostumbras a las bombas. Esto que está ocurriendo no tiene nada que ver con lo que llevo viviendo desde hace un año», dice con la voz entrecortada.
«Con el ataque de Hamás nos metimos en el búnker, cerramos las dos puertas y no salimos hasta horas después. Es terrorífico»
Lander Cerrillo
Donostiarra que vive en Beerseba
El verdadero caos llegó hace tres días con el ataque de Hamás a Israel. «Nos despertamos a las 6.30 de la mañana con las sirenas. Hemos visto cómo han explotado bombas en el cielo y las sirenas sonaban cada tres minutos. Tenemos un búnker en casa y rápidamente nos metimos dentro. Cerramos las dos puertas y no salimos a la parte principal de la casa hasta horas después. Está siendo algo terrorífico, como en las películas». Más allá de las bombas, también existen otros peligros en las calles de Beerseba. «Conocidos han visto cómo han capturado a familias y el miedo principal que tenemos es que revienten la puerta de casa y nos atrapen. En la calle conviven todo tipo de gentes y no sabes si son israelíes, palestinos, milicianos de uno u otro bando... Casi da más miedo que nos rapten que los propios misiles».
La comida escasea
Tras tres días encerrados en casa, la despensa se va poco a poco vaciando. La guerra no son solo bombas, misiles, tiros y asesinatos. También largas horas de espera sin noticias e incertidumbre. El único objetivo es sobrevivir. «Se nos está acabando la comida, aunque este lunes salimos a comprar lo básico. Vivo con dos compañeros de piso, pero ahora han venido a casa dos amigos del trabajo que por suerte han podido traer algo de comida».
En cualquier momento vuelven a caer bombas a escasos kilómetros de casa y no tienes más remedio que protegerte. Y esperar, siempre esperar. «Lo único que nos recomiendan las embajadas es que vayamos al aeropuerto de Tel Aviv y que nos quedemos encerrados en casa. Si notamos peligro real, todos al búnker». Se trata, describe, de una «habitación con dos puertas, una normal y la otra con placas metálicas preparadas para soportar explosiones. Nos dicen que no abramos las puertas de casa a nadie. El búnker tiene una ventana, también protegida, en la que entra luz y podemos ver lo que pasa en la calle».
A la espera de la embajada
La inoperancia administrativa es una de las principales quejas que tiene Lander y su familia, que sigue con preocupación desde Donostia los acontecimientos. «He hablado con la embajada y ya me han cogido todos los datos por si fletan vuelos a España. ¿Pero cómo llego hasta Tel Aviv? Tengo más de 100 kilómetros y deberíamos alquilar un coche. ¿Pero y si nos paran y raptan por el camino? Nadie desde la embajada nos asegura llegar sanos», advierte.
«El primer día que llegué a Israel escuché bombas cerca de casa, pero luego te acostumbras a vivir con ello. No queda otra»
De momento, Lander ha registrado sus datos ayudado por su amigo chileno. «Al parecer hay un vuelo que ha puesto el gobierno chileno para que los suyos abandonen Israel. Intentaré subirme porque dicen que va a Madrid. Otro de mis miedos es que mis compañeros salgan del país y yo no pueda. Da respeto quedarte solo. Si el gobierno americano dice a sus ciudadanos que evacúen, en Israel reinaría el caos. Este lunes por la mañana atacaron el aeropuerto y no sabemos qué hacer». La pesadilla terminará cuando Lander aterrice por fin en Donostia, su casa.
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