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Intercity a Madrid: 5 horas de lentitud, incomodidad y enfado

DV se sube al tren que ha sustituido al Alvia y recoge las impresiones de los viajeros: «Como dice el dicho: lo barato, acaba saliendo caro»

Jon Munarriz

San Sebastián

Lunes, 27 de marzo 2023, 06:41

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El pasado mes de febrero Renfe retiró «temporalmente» el modelo Alvia para dos de las tres conexiones que unen Donostia con Madrid. Su sustituto ha sido el Intercity, la unidad de gama más baja. Pese a que el trayecto entre ambas capitales se mantiene en cinco horas, la diferencia entre viajar con un modelo u otro puede variar en hasta 20 euros en el billete. El Intercity no cuenta con servicios como cafetería, wifi o pantallas de información. DV ha ido y vuelto en el mismo día para comprobar cómo es el traslado a bordo del modelo Intercity y recoger las impresiones de los viajeros.

04:52

«¡Pasajeros con destino Madrid, al tren!»

La estación de Donostia acaba de abrir sus puertas. El panel de información, que hace unos minutos seguía apagado, ya muestra el primer trayecto de la jornada: Madrid; salida, 05.02. El horario no invita a subirse a la primera conexión del día, generalmente, son razones de fuerza las que llevan a optar por esta salida.

Ales y Sergio son dos de la veintena de pasajeros de este primer viaje. «Vamos a Madrid por trabajo. Va a ser llegar, trabajar y volvernos. Venimos un poco con el miedo y la expectativa de qué es esto del Intercity. Cuando cogimos el billete solo aparecía esta opción para este horario. Siempre que hemos tenido que ir a Madrid lo hemos hecho en el Alvia, así que veremos. Cuando estemos allí, nos vemos y hacemos balance». Dicho y hecho.

06:41

«Dos horas de viaje y seguimos en Euskadi»

Algunos pasajeros aprovechan para dormir, así que pierden la posibilidad de llenar el estómago. La azafata ha pasado por última vez a las 06.00 con el carrito, así que ya se han quedado sin comida. Aitor y Marisa, que bajan a Madrid para visitar a su hija, echan mano del bolso. «Sabíamos que no había cafetería, así que nos hemos metido un par de refrescos y bolsas de picoteo para comer en el camino».

La oscuridad de la noche no deja ver por la ventana y son muchos los que se preguntan en qué punto están. «Creo que vamos por Vitoria. Casi dos horas de viaje y todavía seguimos en Euskadi», se escucha en el vagón. Sin nada que invite a entretenerse, un libro, la tablet o el móvil se convierten en los mejores aliados.

08:13

«Si estuviera el AVE, ya habríamos llegado»

El constante tintineo de las barras de metal destinadas al equipaje rompe el silencio del vagón y puede llegar a quebrar los nervios. Acabamos de dejar atrás Burgos, la quinta parada del trayecto. Todavía queda hacer un alto en Valladolid y Segovia antes de llegar. La gente empieza a desesperarse. «Todavía queda la mitad. Parece mentira creer que con el AVE ya habríamos llegados. No puede ser que el tren tarde tanto en llegar hasta aquí».

09:30

«Nunca me había alegrado tanto de ver edificios»

Superamos Segovia, penúltima parada del recorrido. Después de casi cuatro horas viendo el mismo campo amarillento, alguna que otra casa abandonada y un pueblo pequeño cada muchos kilómetros, se vislumbran los primeros edificios de Madrid. «¡Por fin! Esas son las torres Kio, ¿no? Nunca pensé que me alegraría de ver edificios. Estamos cerca», le comenta un pasajero a su acompañante. Pero no iba a ser tan fácil. Sin saber la razón, el tren se detiene a la entrada de la estación. Toca hacer el último tramo a baja velocidad. «Esto no va a acabar nunca...», lamentan.

09:56

«Última parada:estación de Chamartín, Madrid»

La megafonía da la mejor de las noticias: «última parada, Madrid». Se escucha algún tímido aplauso en el vagón. El tren se detiene y los pasajeros bajan al andén. Allí esperan Ales y Sergio, los dos donostiarras que han salido desde San Sebastián por trabajo. «Se ha hecho largo. Los asientos eran bastante estrechos, algo incómodos. Por la diferencia del precio de los billetes, merece la pena pagar por el Alvia. La duración del viaje va a ser la misma, pero la comodidad y el contar con una cafetería o wifi ameniza bastante el viaje. El Intercity no es un mal tren si se utiliza para trayectos más cortos como Valladolid-Madrid o Segovia-Madrid. Es en viajes más largos cuando lo barato se vuelve caro. Menos mal que el viaje de vuelta lo hacemos con el Alvia», celebran.

15:28

«Agua, Coca-Cola, ¿algo para comer?»

Momento de volver a casa y de nuevo en el Intercity. El tren hace media hora que ha salido y el carrito de comida y bebida pasa por primera y última vez. La variedad no es muy amplia: agua, Coca-Cola y un par de bolsas de patatas a elegir. Nada más. En la zona destinada a la cafetería hay un par de máquinas expendedoras para bebidas y comida. La de líquidos no funciona, la otra está vacía. Elena viaja con su hija Candela de 4 años. «Hemos tenido que ir a Badajoz por un tema familiar. Llevamos muchas horas de tren, e igual estamos demasiado cansadas, pero nos parece que son demasiadas paradas. El trayecto podría ser bastante más directo», denuncian.

17:34

«Chicas, ¿alguna sabe cuánto nos queda para llegar?»

El viaje empieza a hacerse largo. Los teléfonos suenan. Son varios los que reciben llamadas preguntando por la hora de llegada. «Hola hijo, ¿estás en Donostia? No quiero trastocar tus planes, no hace falta que me recojas en la estación. Bueno, si insistes... Estamos por Vitoria, yo creo que en media hora llegamos». Pregunta a un grupo de chicas, que le corrige el tiempo. «Creo que no, todavía nos queda una hora y media». Escuchar esto, aun sabiendo que el viaje son cinco horas, es un jarro de agua fría.

19:56

«Si llega a tardar un poco más, me da algo»

Casi una hora de Zumarraga a Donostia. Saber que estás tan cerca y necesitar tanto tiempo se hace eterno. En Hernani la gente empieza a ponerse de pie. Desean salir como sea y les da por animarse entre sí. «¡Vamos, que ya no queda nada!». «La próxima vez vamos en coche. Esto ha sido un suplicio». Cuatro minutos antes de las ocho, fin del trayecto.

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