Violencia de génereo

Dos mil mujeres y 400 niños reciben protección en Gipuzkoa por violencia machista

Cerca de 2.000 mujeres y más de 400 niños reciben hoy protección en Gipuzkoa por ser víctimas de la violencia machista. En Euskadi la cifra asciende a cerca de 5.500 y más de 1.200, respectivamente. En total, la Ertzaintza ejerce labores de supervisión sobre 6.700 personas amenazadas. Una cifra que estremece y que pone de manifiesto la dimensión de este problema social, que se mide por miles en Euskadi.

No es una exageración. Cada año la policía autonómica da de alta en sus sistemas de protección a más de 3.000 mujeres residentes en la Comunidad Autónoma Vasca, de las que un tercio, en torno a 1.000, habitan en Gipuzkoa. El año pasado fueron 3.294 y 1.089, respectivamente. En el primer semestre de este año se mantiene el promedio. Han sido 492 los nuevos expedientes de protección abiertos en Gipuzkoa y 1.670 en Euskadi.

Se trata de un registro que fluctúa constantemente. Por un lado porque estos datos revelan que cada día tres mujeres en Gipuzkoa y nueve en Euskadi se incorporan a los programas de protección. Pero también se producen bajas. Por ejemplo si el maltratador ingresa en prisión o el riesgo desaparece por cualquier otro motivo. Los datos que se ofrecen en esta información y que se plasman en la infografía adjunta son los que estaban vigentes el pasado 16 de agosto a las 9.00 de la mañana.

En ese momento la Ertzaintza tenía activos en Gipuzkoa 2.094 expedientes de vigilancia antiagresiones para proteger a 1.979 mujeres y 413 varones. Aunque puede haber casos que se refieran a parejas gays o de hombres protegidos frente a mujeres, la amplísima mayoría de los varones objeto de protección son los hijos menores de las mujeres también amenazadas, por lo que las cifras relativas a hombres se pueden homologar con las de niños.

Según las circunstancias particulares de cada caso, existen cuatro niveles de riesgo, que marcan las medidas mínimas de prevención y protección que se proponen a la persona afectada: básico, moderado, alto y especial. La asignación a un grado u otro se produce tras realizar una sucesión de evaluaciones, entrevistarse con la víctima, interrogar al agresor, y analizar las circunstancias particulares del expediente. A partir de ahí se establece una puntuación basada en una veintena de ítems en los que se valoran diferentes aspectos relativos a la situación de la pareja (por ejemplo si hay separación o intención de hacerlo), si se han producido situaciones de violencia previamente, el perfil del agresor (historial delictivo, consumo de alcohol o drogas, celos, enfermedad mental...), y la vulnerabilidad de la víctima.

De las 2.094 vigilancias activas en Gipuzkoa, 1.625 pertenecen al nivel básico, 405 al moderado, 53 al alto, y hay 11 casos de especial riesgo. En Euskadi hay un mayor porcentaje de casos de grado alto y especial. De los 5.772 expedientes operativos, 5.078 son de grado básico, 1.300 moderado, 216 alto y 72 especiales. Esto es, mientras en Gipuzkoa los casos más extremos suponen el 3% del total, en el conjunto del País Vasco ascienden hasta el 5%.

Aunque no hay una correlación directa, también hay cuatro sistemas de protección a los que las víctimas pueden acogerse. Una aplicación móvil para comunicar de forma inmediata con la Ertzaintza; operativos de contravigilancia en los que agentes no uniformados vigilan el entorno de la víctima controlando que su potencial agresor no se acerque o la agreda; servicio de escolta directa; y una pulsera telemática de seguimiento que se impone al agresor por orden judicial.

Todo ello como añadido a que cada víctima tiene dentro de la Ertzaintza un equipo de seguimiento adjudicado y una persona de referencia y contacto que comunica regularmente con ella, y a la labor de calle que las patrullas realizan en el entorno de las personas protegidas de forma preventiva y disuasoria.

Javier Óscar Fernández Cucó, comisario jefe de secciones centrales en la Unidad de Investigación Criminal y Policía Judicial de la Ertzaintza, explica que aunque no hay una ligazón directa entre niveles de riesgo y medidas, sí se puede decir que la APP -de nombre Bortxa- es la oferta básica para cualquier víctima de violencia machista y está disponible para todos los niveles; que la pulsera se puede proponer en los casos de riesgo alto o especial -debe ser aprobada por un juez, ya que es el agresor el que debe llevarla-; que la escolta se plantea para los grados especiales; y que las contravigilancias pueden realizarse sobre agresores de víctimas bajo cualquier nivel de riesgo, pero se producen especialmente sobre los de aquellas que rechazan la escolta y la 'pulsera antimaltrato', así como cuando existen indicios de que la víctima puede favorecer un quebrantamiento consentido de una orden de alejamiento.

La APP Bortxa consiste en una aplicación que se instala en el móvil de la víctima y que está gestionada exclusivamente por la Ertzaintza. Ello implica que, a diferencia de otras APP disponibles en el mercado para el público en general, no permite al agresor acceder a su geolocalización.

Tiene cuatro opciones en función del nivel de riesgo que perciba la titular en un momento determinado y de la necesidad de ayuda que requiera. Por orden de gravedad son: un botón del pánico que pulsado 5 veces en menos de 5 segundos descuelga el teléfono automáticamente, envía a la Ertzaintza la geolocalización, graba todo lo que sucede desde ese momento y no puede ser desactivado por el agresor, solo por la Ertzaintza. La Policía autonómica tiene el compromiso de acudir en menos de 10 minutos a cada solicitud de ayuda. Las otras tres funcionalidades comunican directamente con el Centro de Mando y Control de la Ertzaintza de su demarcación (Ardatz), con el equipo de seguimiento particular de la víctima, y con el servicio de atención psicológica del Gobierno Vasco (Satevi).

A 16 de agosto, llevaban instalada esta aplicación 51 personas en Gipuzkoa (49 mujeres y 2 menores) y 215 en Euskadi (211+4).

La contravigilancia se realiza en cualquier nivel si se aprecian motivos de riesgo. Es la única actuación que se puede llevar a cabo sin el permiso de la víctima y sin necesidad de que ella lo sepa. Consiste en vigilar de forma camuflada su área de influencia controlando que su potencial agresor no se acerque. Esto es, no se sigue al posible maltratador, se trata de asegurar el perímetro de la víctima. En la actualidad se producen operativos de contravigilancia para controlar a 212 agresores.

La pulsera para maltratadores es la medida más controvertida pero, en opinión del mando de la Ertzaintza, «la más eficaz. Ningún agresor que la porta ha intentado asaltar a su víctima», destaca. Se ofrece en los casos de riesgo alto o especial y, por las implicaciones que conlleva, debe ser aprobada por un juez.

Se impone al agresor un brazalete y un dispositivo de localización GPS. La víctima recibe otro geolocalizador conectado con el primero, de modo que se controla en todo momento la distancia entre ambos.

El mecanismo avisa tanto al agresor como a la víctima y a la Policía si se acercan a una distancia un 20% superior a la orden de alejamiento decretada por el juez. También alerta si el agresor (brazalete) se separa del localizador más de 7 metros, para evitar la 'trampa' de poder dejarlo en casa. En Gipuzkoa 41 mujeres están protegidas por este sistema. En Euskadi son 97.

El servicio de escolta, por último, se plantea en los casos de riesgo especial. Tras un primer momento en que esta labor la ejerce la propia Ertzaintza, «en menos de 72 horas» pasa a manos de empresas de seguridad privada. Puede ser de carácter permanente o esporádica para determinadas situaciones. En Gipuzkoa hay 7 mujeres escoltadas (3 con servicio permanente y 4 esporádico) y en todo Euskadi, 44 (25+19).

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