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«Sin ayudas, el primer sector no es viable»
Gazte Plana. El ganadero Aitor Zapirain y el agricultor Julen Zulaika son dos de los jóvenes baserritarras que han recibido la ayuda económica de la Diputación
ANA CHUECA
Sábado, 17 de octubre 2020, 07:36
Qué quieres ser de mayor? «Yo desde siempre decía que baserritarra», cuenta Aitor Zapirain. Desde pequeño andaba entre las vacas de su padre y se echaba «más siestas en el tractor que en casa», y ahora a sus 23 años ya es ganadero oficialmente. El joven es la cuarta generación del caserío Bordazar de Errenteria que se dedica a la producción de leche. Él representa el relevo generacional de un primer sector que cada vez cuenta con menos ganaderos y agricultores en sus filas y que si no fuera por ellos acabaría desapareciendo.
«A mí me entró el gusanillo desde pequeño», reconoce y añade que «la variedad del trabajo, ningún día es igual, y lo rápido que pasa el tiempo» suplen todo «el sacrificio que requiere este oficio».
Zapirain es uno de los 23 jóvenes de Gipuzkoa que este año emprenderán su actividad en el primer sector con el respaldo de la Diputación Foral de Gipuzkoa, de la mano de Gazte Plana, la convocatoria anual de apoyo a la creación de nuevas empresas por parte de agricultores con menos de 40 años. En total, 906.280 euros que recibirán estos jóvenes para facilitar el relevo generacional, fomentar el desarrollo, la diversificación, el empleo y la creación de empresas en el primer sector. Durante un plazo de cinco años, además del apoyo económico contarán con la asesoría y el acompañamiento de personal técnico.
«Nos gustaría que la gente valorara un poco más lo que supone nuestro trabajo», pide Zapirain
Para Aitor las ayudas han sido la oportunidad de poder renovar la maquinaria y dar un espacio mejor a sus 80 vacas, que también alimenta con productos de kilómetro 0 como el suyo. El principal problema al que tiene que hacer frente es la constante renovación que exige su sector: «Puede parecer un trabajo a la antigua usanza, pero siempre hay avances tecnológicos que hay que implantar para estar al día». El negocio se basa en la leche que producen sus vacas, pero no descarta ampliar la variedad y ofrecer otros productos lácteos. «También los venderíamos en las máquinas expendedoras de leche fresca que tenemos», detalla en referencia a los dispensadores que su padre instaló en la plaza Irun y en la de Easo, de Donostia.
Además de los jóvenes que se hacen cargo de explotaciones que ya estaban en marcha, seis de los beneficiarios del plan abren nuevas. Como Gorka Silvan y Julen Zulaika con su huerta Ametsola Etxalde Ekologikoa en Zarautz. A Zulaika la situación del primer sector le recuerda a un proverbio: «A un arquitecto lo necesitarás una vez en la vida, a un médico una vez al año. A un agricultor lo necesitas todos los días porque todos los días tienes que comer. Entonces, ¿a quién deberíamos valorar más? No sé si la ganadería y la agricultura están realmente valorados como se merecen. Es lo que nos da de comer a diario».
«Inversión importante»
Lamenta que «la gente todavía no es consciente del trabajo que tiene como para pagar lo que realmente cuesta el producto. Te tiene que llenar y enriquecer o no es viable, el primer sector está como está», argumenta evidenciando la crisis que arrastran desde hace años. «Sin las ayudas, para nosotros hubiera sido inviable acceder a la tierra que está muy cara y es muy difícil de conseguir. Ha sido una inversión importante».
Antes él se dedicaba a la enseñanza y su compañero Gorka a la jardinería, aunque siempre han tenido «esa curiosidad de lanzarse a un nuevo proyecto relacionado con la tierra». Empezaron a mirar tierras antes de la cuarentena y poco a poco fueron dándole forma al proyecto: «Nos hemos centrado en una huerta agroecológica. La pandemia ha ralentizado un poco el trabajo, pero hemos podido seguir adelante». Ahora tienen un grupo de consumo estable, «unas 25 familias», y desde ayer también venden sus productos en el mercado de Zarautz.
Todos tienen en común la pasión por lo que hacen. «Más que un trabajo es un modo de vida», resume Zulaika. «Nos gustaría que la gente valorara un poco más este trabajo», añade Zapirain. Ambos se encontraron ayer y compartieron su experiencia en un acto realizado en el parque de Pagoeta en el que participaron los beneficiarios del programa y representantes institucionales. En ese encuentro, contaba Zulaika, los baserritarras coincidían en una preocupación compartida: «Cada año los gastos van subiendo y son más, pero el producto final está estancado en el mismo precio. Es una contradicción que casi te obliga a estar esclavo de las ayudas que te pueden dar. Si no, no es viable ni la agricultura ni la ganadería».
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