¿Quién se aloja en los hoteles?
Negocios, capricho y necesidad. Los tres motivos que en tiempos de cierres perimetrales hacen que los ciudadanos recurran a estos establecimientos para pasar la noche.
Sin turismo, el motivo que hay detrás de las pocas reservas que aún siguen registrando los alojamientos que permanecen abiertos responden a tres motivos:
Negocios: Los desplazamientos más allá de las fronteras autonómicas que se deben a motivos laborales o educativos siguen estando autorizados desde el inicio del segundo estado de alarma, y concentran el grueso de las reservas en los alojamientos guipuzcoanos en estos tiempos.
Un capricho: Entre la posibilidad de viajar reducida a cero, y que el abanico de planes permitidos es bastante limitado, el contexto ha llevado a varios de los mejores hoteles de San Sebastián a ofrecer a sus conciudadanos la experiencia de convertirse en turistas en su propia ciudad, con promociones muy atractivas, para garantizar una ocupación mínima, que se produce fundamentalmente durante los fines de semana.
Necesidad: Reformas en casa, unos días de transición durante una mudanza, la alternativa para garantizar el aislamiento de una persona contagiada de Covid-19 por residir en una vivienda de pequeño tamaño...
Los alojamientos turísticos están siendo el daño colateral de las restricciones a la movilidad y a la actividad de la hostelería. Sin la posibilidad de desplazarse a otros territorios, su actividad se está viendo seriamente resentida, y más aún desde que el pasado sábado día 7, el servicio de restauración que muchos ofrecen quedara restringido exclusivamente para los huéspedes.
Estas limitaciones, sumadas al lastre que suponen ocho meses de pandemia -de los que cuatro estuvieron cerrados-, han provocado que el listado de establecimientos obligados a echar la persiana de forma temporal siga en aumento, sobre todo en pequeñas localidades, así como en la capital guipuzcoana, donde más de 30 nuevos alojamientos se han inaugurado en el último lustro.
Sin embargo, otro extenso número de ellos trata de resisitir a marchas forzadas. Ya lo indicó el sector al inicio de esta crisis: «Hay casos en los que se pierde menos teniendo el hotel abierto que cerrado».
Iker Prior y Mª Eugenia Eizaguirre | Turistas en su ciudad
«Una miniescapada local para celebrar nuestro aniversario»
El concepto de hacer las maletas para pasar una noche a diez minutos de casa puede resultar desconcertante pero permite, por una vez, echar a rodar la 'trolley' sin la preocupación de haberte olvidado algo. En el peor de los escenarios, uno se da un paseo hasta su vivienda y problema resuelto. Convencer a los donostiarras de que ser turista en su propia ciudad no solo es factible, sino que además es un plan muy recomendable, ha sido uno de los retos del sector desde julio, y una de las opciones a la que han recurrido muchos hoteles, ofreciendo promociones especiales a los residentes.
Iker Prior y su mujer, María Eugenia Eizaguirre, cruzaban ayer la puerta del hotel María Cristina con el equipaje en mano y la cara de relax que tiene uno cuando se va de vacaciones, pero sin jet lag ni horas de coche para llegar a destino. «Nos lo tomamos como una miniescapada. Es la forma de tener un paréntesis sin salir de tu ciudad, y además una forma de contribuir con la economía local», comentaba este matrimonio poco después de hacer el check-in.
En octubre fue su aniversario de boda, una fecha que siempre aprovechan para hacer una escapada, «pero vimos esta oferta y con esa excusa aquí estamos», señalaba Iker. «Además, incluye cena en el Saigón, y somos muy aficionados a este restaurante, así que nos pareció un plan perfecto», añadía María Eugenia. Los que no lo veían con tan buenos ojos eran sus hijos pequeños, que no terminaban de entender la jugada. «Son pequeños y no entienden que nos vayamos con las maletas al lado de casa. Van a tener un concepto curioso de lo que es un hotel», bromeaban.
Como ellos, otros 88 huéspedes pasaron ayer la noche en este emblemático hotel, y la vida de su hall, con parejas de todas las edades que iban y venían, recordaba la actividad de una época que ahora parece muy lejana. «Hemos querido abrir el hotel a la ciudad, pero también a todos los residentes vascos, y nos hemos esforzado mucho en innovar y hacer ofertas especiales», indica el director de este Luxury Collection, Ned Capeleris, que avanza que el próximo viernes la fachada del María Cristina volverá a iluminarse de cara a Navidad. «Es nuestra manera de contribuir a mantener el ánimo de la gente».
Juan Gregorio Hernández | Viaje de negocios
«Para trabajar, estar casi solo da mucha tranquilidad»
Es un cliente habitual. Juan Gregorio Hernández es uno de los huéspedes que da un halo de esperanza a los hoteles en estos tiempos. Tiene que visitar San Sebastián cada semana «durante un mes o mes medio», porque va a trasladar su oficina al Parque Tecnológico de Miramón, y se ha convertido en un cliente habitual del hotel Arima. «Trabajar, descansar y dormir», así resume sus estancias en la capital guipuzcoana.
Resalta que «estar casi solo en el hotel», además de ser una experiencia nada habitual en la era pre-covid, «da mucha tranquilidad» y sobre todo, cuenta, «como tengo un coche eléctrico, no me tengo que preocupar de si va a haber espacio o no en los cargadores».
Otro de los aspectos que resalta este huésped es que al estar prácticamente solo «la atención del personal es plena. El miércoles, cuando venía de Madrid, se me había olvidado hacer mi reserva. Llamé por teléfono y lo tramitaron al momento. No me hizo falta dejar número de cuenta ni nada. La atención es muy buena», subraya.
El perfil de los clientes que en estos tiempos caen en este alojamiento situado junto al parque tecnológico responden, en su mayoría, a un perfil similar al de Juan Gregorio, lo que en los niveles de ocupación del establecimiento deja unos registros curiosos y totalmente opuestos a lo que sucedía antes de la crisis sanitaria. «Con los viajes de negocios, las formaciones, las visitas a empresas o de proveedores, ahora estamos teniendo más ocupación entre semana que los fines de semana», apunta Naiara Imaz, directora del Arima, quien apunta que también han tenido algún huésped que estaba «de obras en su casa y necesitaba un lugar donde alojarse».
Las restricciones que entraron en vigor el pasado 7 de noviembre fueron otro palo en la rueda de los hoteles. Obligan al cierre de la hostelería, y solo permiten a los alojamientos ofrecer el servicio de restauración a sus clientes, por lo que esta vía de escape complementaria con la que contaban muchos establecimientos volvía a desaparecer. «Solíamos atender a muchos vecinos de la zona y a trabajadores de Miramón, pero ahora es imposible», lamenta Imaz en referencia al Tilia Delhi & Café, donde ofrecen desde desayunos, menús del día y carta.
Para Juan Gregorio es el mayor inconveniente de toda esta situación. «No puedo comer caliente», bromea mientras mira el resto del salón en un silencio casi sepulcral. «Con esta tranquilidad, si pudiera beberme un whisky, ya sería perfecto».
Alejo Ibeas | Estancia prolongada en un hotel
«Exploramos nuevas vías, como estancias por meses»
Ha quedado claro que la máxima de este año para el sector turístico, y más aún para los alojamientos, es renovarse o morir. La falta de turistas y la dificultad que tienen cierto tipo de establecimientos para captar clientes en estas circunstancias les ha llevado a algunos a redireccionar temporalmente su oferta para poder salvar los muebles, casi en la mayor de las literalidades.
En el caso del Hotel Ondarreta Beach, situado en el barrio donostiarra del Antiguo, por ejemplo, han optado por ofrecer «estancias más prolongadas, de hasta un máximo de cuatro meses», a través de contratos temporales de alquiler «de 600 euros al mes».
El objetivo es convertirse en una alternativa de residencia para estudiantes o personas que precisen de un lugar en el que alojarse durante un breve periodo de tiempo, pero que va más allá de la estancia media habitual en la ciudad, que apenas supera las dos noches en circunstancias normales.
«Al final buscas facturar como sea, y por eso decidimos centrarnos en otro perfil y lanzar una oferta más dirigida a trabajadores que vienen a pasar periodos algo más largos a San Sebastián, estudiantes... y enfocar nuestra oferta de habitaciones hacia ese perfil». Por el momento, cuenta desde la recepción Alejo Ibeas, que no han tenido ningún huésped alojado en este formato, aunque señala que la opción la mantendrán disponible, en función de cómo avance la pandemia, hasta que puedan recuperar su clientela habitual.
Este alojamiento, que abrió sus puertas en agosto, no ha podido poner aún la maquinaria a pleno rendimiento. Cuentan con «una cocina completa para uso de los clientes, que después pueden sentarse en una zona habilitada, pero al tratarse de zonas de uso común por ahora la cocina la mantenemos cerrada».
De hecho, cuenta Ibeas, ese cierre de la cocina es uno de los inconvenientes que han hecho a varios interesados echarse atrás. «Hemos tenido muchas visitas, pero al final venían buscando un lugar en el que vivir durante ese periodo de tiempo, y sin cocina, tener que traerse la comida de fuera a diario aumenta el gasto», además de la previsión que requiere, al tener solo algunos establecimientos hosteleros disponibles.
Las medidas que se adopten en los próximos meses serán clave para este y otros alojamientos del territorio, pero su intención, cuenta Ibeas, es mantenerse. «El personal está en ERTE y hemos puesto un sistema de check-in automático, de tal forma que se manda al huésped un código para acceder a la puerta principal y coger las llaves de la habitación. Eso nos permite seguir abiertos».
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