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El agro guipuzcoano se asegura su futuro

21 iniciativas de emprendedores rurales reciben casi 40.000 euros de media del programa foral Gaztenek, que financia la UE en un 80%, y que busca favorecer el relevo generacional, la diversificación y el empleo

Milena Matailo

Domingo, 18 de agosto 2019, 07:58

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Las explotaciones agrarias demandan personas con fuerza y tenacidad, que asuman el mundo rural como un estilo de vida y una opción profesional por la que, además, sientan vocación y pasión. Crecer en este entorno duro puede facilitar que los jóvenes contemplen la explotación familiar, por ejemplo, como una ocupación segura y con futuro. Así lo han visto 21 jóvenes emprendedores en la convocatoria de apoyo a la creación de nuevas empresas por personas menores de 40 años. Unas ayudas gestionadas por la Diputación de Gipuzkoa y financiadas en un 80% por la Unión Europea, que buscan favorecer el relevo generacional, la diversificación y el empleo en el mundo rural.

Entre los 22 solicitantes que presentaron sus proyectos este año solo uno se quedó fuera. Los 21 seleccionados, cuatro mujeres y 17 hombres, se incorporan al programa Gaztenek de monitorización y acompañamiento a los jóvenes que emprenden una actividad en el sector primario. La institución foral repartirá 831.940 euros y cada persona recibirá un mínimo de 20.000 en concepto de salario durante los dos primeros años. El programa deja abierta la puerta de incrementar la cuantía y percibir hasta 70.000 euros si se cumple con diferentes criterios de selección para ello, como la justificación de gastos elevados, inversiones o el modelo de producción puesto en marcha por cada agricultor o ganadero. Los beneficiarios recibirán de promedio 39.616,19 euros -uno alcanza los 52.610- distribuidos en un plazo de cinco años.

Desde 2016, 82 jóvenes guipuzcoanos han emprendido sus negocios apoyados por este programa. La elección se realiza por distintas vías desde la Diputación, y destacan las propuestas que presenten un plan de negocio completo y justificando adecuadamente la viabilidad de la empresa y que cumplan con todos los requerimientos.

De tal modo que en la convocatoria de este año se encuentran proyectos muy variopintos relacionados con la horticultura, fruticultura, ganadería, avicultura, apicultura, vinicultura y el cultivo de champiñones. Casos como los de Unai González, Iosu Salegi y Uxue Artola que han encontrado en la explotación de diferentes actividades del sector primario la oportunidad de desplegar sus ideas. Una pluraridad de opciones para cubrir un sector que, según la Diputación, ocupa el 90% de la superficie de Gipuzkoa.

Iosu Salegi | Explotación avícola

Un plan para renovar el sistema de recogida de más de dos millones de huevos

Iosu se pone al frente del negocio familiar de cría de gallinas reproductoras para producción de huevos. J. Usoz

En la explotación avícola Urtiaberri, en el Alto de Meagas, acontece un relevo generacional de padre a hijo. Boni Salegi se jubila con 65 años y transfiere el negocio de la cría de gallinas reproductoras a su hijo Iosu. Este joven de 35 años se pone al frente de la explotación familiar que ha gestionado su padre durante 40 años. Ahora, Iosu se vuelca de lleno en el trabajo de la granja y una de las primeras iniciativas que contempla está en la implantación de un nuevo sistema automátizado de recogida y transporte de los huevos y a esto destinará todo el monto de la ayuda.

Las 8.300 gallinas reproductoras de Urtiaberri se crían durante un año en un corral de unos 1.200 metros cuadrados, y los 2.135.000 huevos que llegan a poner en ese tiempo (hasta 7.000 diarios) son vendidos al Grupo AN (Agropecuaria Navarra), la empresa matriz que los distribuye a diferentes incubadoras y se encarga luego de retirar las gallinas cuando ya no son fértiles. Padre e hijo coinciden en que el sector avícola siempre ha sido fructífero y su nivel de producción y venta no se ha visto afectado en ningún momento, «nunca», desde que Boni con unos 27 años adquiriese la granja.

El padre se inició en el oficio con 15 años y a partir de entonces ha trabajo duro todos los días para sacar el negocio adelante. Su hijo Iosu toma el relevo después de adquirir experiencia trabajando junto a Boni durante cinco años. Sin embargo, la actividad del campo no siempre estuvo en sus planes, por eso estudió un grado superior de Mecánica.La reciente jubilación de su padre le ha empujado a no dejar pasar esta oportunidad de renovar la granja y mantener viva la empresa familiar.

Una ayuda para modernizar el corral con nueva tecnología «es siempre bienvenida» afirman Boni y Iosu. Hasta el momento ya han recibido la mitad de los fondos, con el resto esperan seguir mejorando toda la instalación y conservar ese buen ritmo de producción que han tenido siempre. El éxito ha dependido de la dedicación que ambos han puesto a su negocio. «No es un trabajo duro pero tiene que gustarte y demanda mucho tiempo, tienes que estar encima», señala Iosu.

Desde pequeño ha visto como su padre cuidaba, alimentaba y recogía los huevos de las gallinas que antes, según comenta Boni, «se hacía todo de forma manual». A pesar de haberse jubilado, el padre no deja de acompañar a su hijo en las tareas de la granja para seguir transmitiéndole su experiencia. Se ve «mayor» -comenta-, pero al mismo tiempo se imagina: «Si ahora tuviera la edad de Iosu empezaría de nuevo con las facilidades que hoy se presentan. Entonces era distinto».

Unai González | Horticultor

Cultivo de verduras con tecnologías como la hidroponía en el invernadero

Unai sostiene los últimos ejemplares de berejena recolectados de su invernadero de verano. F. de la Hera

Unai González, un joven hondarribiarra de 27 años, es el titular de Gure Baserria, una empresa de horticultura que comenzó su actividad hace seis meses con tres operarios y el propio Unai trabajando en la huerta y en la distribución. Actualmente cultivan todo tipo de verduras, como tomate, berenjena, pimiento, vaina, puerro, lechuga y cebolleta, entre otras. Abastecen a los principales restaurantes de Hondarria como, por ejemplo, el Alameda. El principal apoyo de Unai es su familia y el respaldo de Endanea, un consolidado negocio familiar especializado en jardinería. Y, partiendo del alquiler de unos terrenos exteriores, propiedad del abuelo de Unai, más una zona de 1.500 metros de invernadero (junto a los viveros de Endanea), el joven agricultor ha empezado con su propia explotación de verduras.

Gracias al apoyo económico y asistencia técnica del programa Gaztenek, Unai ha implementado la hidroponía, un método de cultivo que utiliza soluciones acuosas de perlita, «una piedra volcánica que retiene el agua y la va dosificando a las plantas, manteniédolas siempre húmedas», explica. Todo se controla por ordenador y se trata de un «cambio potente» en la plantación y el crecimiento de las verduras que «facilita tiempo porque la planta elige cuando comer y así madura más rapido», aclara.

«Sabíamos que disponíamos de ayudas, pero empezamos antes con el proyecto», comenta el joven que esperó contar con las subvenciones después de arrancar con la empresa. Ahora, en el invernadero ya se está preparando la tierra para plantar berza, alubia roja y acelgas que cubrirán el mercado de otoño e invierno.

En principio su propuesta incluye solamente el cultivo de verduras locales, pero entre sus proyectos futuros estudia la incorporación de otras variedades menos habituales como la alcachofa, y ampliar la oferta de productos autóctonos como la pocha y el guisante. Por ahora, ha probado a cultivar alcachofa en el huerto exterior y se alegra de comprobar «que se está adaptando muy bien a la climatología del lugar». Otra de sus ideas es crear la web de Gure Baserri y ofrecer un servicio más directo e incluso poner a disposición del cliente la opción de la cesta ecológica. De momento expende sus verduras a bares y restaurantes de Hondarribia, aunque su intención es llegar hasta Donosti y vender sus productos dentro del 'kilómetro cero', una vía de distribución que fomenta la compra del producto local con origen inferior a 100 km.

Las labores del campo se vinculan con la tradición. Unai siempre ha estado rodeado de naturaleza y ha crecido bajo las enseñanzas de una familia comprometida con la vida rural. A los catorce años, anhelaba ser pastor de ovejas pero tuvo que conformarse con el puesto de morroia (ayudante) de su tío; esto le sirvió para darse cuenta del esfuerzo que requería hacer realidad un sueño. Al crecer, Unai cursó estudios de jardinería en la escuela agraria de Fraisoro y empezó a trabajar en Endanea. Y ahora tiene la oportunidad de sacar adelante su propio negocio de horticultura, un sector que siempre le ha interesado y del que disfruta.

Unai sonríe cuando habla de su abuelo, recordando que gracias a él aprendió y se enamoró del trabajo del campo. «Desde que tengo conciencia he andado con el abuelo plantando y recogiendo verdura, se puede decir que llevo la vocación en la sangre», menciona. A los cinco años ya solía acompañarlo aunque a veces no le apeteciera y al final -añade Unai- su abuelo «era capaz de darle la vuelta a la situación y transformar un día de trabajo en un juego».

Uxue Artola | Ganadera

Un proyecto para empezar con la cría de cerdos, 300 ejemplares al año

Uxue Artola junto al recinto en Amezketa donde prevé desarrollar la cría de cerdos. Lobo Altuna

La crianza de cerdos al aire libre con la finalidad de obtener carne de primera calidad bajo la marca Basatxerri y con el sello Eusko Label, esta es la base del proyecto de Uxue Artola, 33 años, natural de Andoain y propietaria de un caserío en Amezketa. Precisamente en ese lugar nace su empresa Aralar.eko, una explotación ganadera totalmente nueva que surge con el deseo de Uxue de trabajar en un entorno rural.

El paso más significativo fue comprar el caserío en donde prevé adaptar el criadero de cerdos, en total 300 ejemplares cada año, repartidos en dos tandas de 150. Lo siguiente ha sido conseguir la ayuda económica que gestiona la Diputación, un factor decisivo para continuar con el proyecto y por el que ha recibido, además del dinero, monitorización personalizada de un experto que le orientará durante los cinco años de la subvención.

El comienzo de la actividad está previsto para febrero, cuando las primeros lechones ocupen las tierras de Aralar.eko. Despúes de instalarse, las labores de cuidado y engorde se realizan durante cinco meses hasta que se obtiene el producto final: una carne 'delicatesen' que llega a los puntos de venta locales y más exclusivos.

«Tenía varias razones para poner el proyecto en marcha, la más importante es que tengo dos hijos y quería repartir mi tiempo con ellos y el trabajo», menciona. La segunda razón «más importante» emerge de los recuerdos de Uxue. Ella nació, creció y se casó en un caserío y siempre ha respirado el aire de este sector, en el que ahora iniciará su ansiado negocio.

El criadero de Uxue forma parte de Txerrizaleok, una asociación de ganaderos que crían cerdos al aire libre en los montes del País Vasco. A través de esta entidad, Uxue, primero comprará los lechones para despúes venderlos a la misma asociación, que se encargará de la matanza, control y comercialización del producto final.

En el bosque, al aire libre y de manera extensiva para que puedan andar por donde quieran; y en un recinto provisto de tolvas de pienso disponibles las 24 horas. Así se criarán los cerdos de Aralar.eko. Comiendo, además, un pienso concreto que suministra Txerrizaleok «para garantizar un producto final con el mismo sabor y cualidades que el resto de caseríos», explica Uxue. La carne derivada de estos cerdos es «algo especial» porque posee unas características distintas, «su textura y sabor es diferente al de la carne común, es mejor», subraya.

Antes de enfrentarse a la compra del caserío y al «montón de papeleo» que se requería para solicitar la ayuda -lo que le llevó un año-, Uxue estuvo trabajando en una panadería hasta que perdió el empleo. En Amezketa conoció a dos mujeres que emprendieron sus proyectos gracias al programa de ayudas; tras hablar con ellas, decidió hacer lo mismo y «lanzarse» con su idea. «La cría de cerdos es un negocio rentable, no para hacerte millonaria pero sí para un sueldo», resalta.

Al preguntar a Uxue sobre las ventajas del mundo rural, responde: «Es una forma de vida en la que se desarrollan muchísimas labores importantes para mantener activa la comunidad. Al final, los que se han criado en el mundo rural son los que se preocupan por él, porque eso hemos aprendido».

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