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Dos prostitutas caminan sobre las calles de Roma. AP

La noche romana se esnifa a sus hijos

Nicola Lagioia reconstruye en 'La ciudad de los vivos' el crimen cometido en pleno banquete de sexo y cocaína por dos hijos de la burguesía, en una Roma podrida hasta el tuétano

Alberto Moyano

San Sebastián

Lunes, 7 de febrero 2022, 09:50

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Para cuando Luca Varani llegó en la madrugada del 5 de marzo de 2016 a un piso de un suburbio de Roma, sus ocupantes, Manuel Foffo y Marco Prato, llevaban ya varios días sometidos a una estricta dieta de cocaína. El padre de Foffo era un empresario de la restauración con ramificaciones en el mundo de los seguros; el de Prato, un gestor cultural. Es decir: eran dos niños bien que se conocían levemente desde hacía apenas tres meses. Varani, de 23 años, hijo adoptado de un vendedor ambulantes, con novia desde los quince años y chapero ocasional, llegó a la casa con la promesa de cobrar 150 euros. Lo que se encontró fue a dos seres desquiciados, uno de ellos disfrazado de mujer, tras pulirse 1.800 euros en cocaína durante tres días de encierro. En esta suerte de tormentoso crimen ritual, Luca recibió un centenar de martillazos, sufrió varios intentos de estrangulamiento y tras ser apuñalado en incontables ocasiones, murió desangrado.

Sobre este suceso, que parecía convocar a todos los demonios de la sociedad moderna, el escritor Nicola Lagioia escribió 'La ciudad de los vivos', que ahora publica en castellano Random House.

Foffo era un joven de 28 años, resentido con su familila, extraviado en su interior, de sexualidad confusa y ciudadano sin oficio, ni beneficio. Prato era relaciones públicas en varios clubs gays de la noche romana, amén de un manipulador profesional. Su víctima, una criatura invisible con una doble vida. El caso lo tenía todo: dos hijos de la buena sociedad romana perpetran un crimen horrendo en plena orgía de sexo y drogas. Aquí un inciso: dos pijos, sí, pero por extracción social: los dos deambulan por la noche romana sin un duro, entregados al arte de sablear a propios y extraños.

Manuel Foffo, Luca Varani y Marco Prato.

Ni que decir tiene que aquel 5 de marzo las redes sociales estallaron a la par que la propia sociedad, en audaces interpretaciones que iban de la lucha de clases a los sufrimientos de la homosexualidad inconfesa.

En principio, Lagioia rechaza la invitación periodística de escribir un reportaje sobre el suceso, pero como quiera que el truculento crimen apela a las pulsiones más oscuras de cualquiera, termina aceptando y el reportaje acaba convertido en un extenso libro, fruto de cuatro años de entrevistas, investigación y más entrevistas.

La cuestión, para el autor, es cómo una sucesión de acontecimientos casuales pueden torcer el destino de tres personas y por extensión, de cuantas las rodean. El propio Lagioia confiesa dos episodios de juventud en los que apunto estuvo de dar al traste con dos vidas y a partir de ahí se pregunta qué hubiera sido de su vida si el infortunio se hubiera consumado.

Como en el caso de Foffo, Prato y, en especial, Varani, las tres esquinas de un triángulo improbable que apenas se conocían entre sí o, en el caso de los dos últimos, ni siquiera eso.

Retrato de Roma

'La ciudad de los vivos' traza el alzado, perfil y planta de Roma, una ciudad podrida hasta el tuétano –como cualquier otra capital europea–, especializada en triturar cualquier expectativa de mejora, en aplastar proyectos y pulverizar ilusiones. Una urbe dividida en estratos sociales sin conexión aparente entre sí, pero atravesada de arriba abajo por un doble cable invisible a la luz del día: el sexo y las drogas. O por ser más precisos, los traficantes de la omnipresente cocaína y los chaperos, que ya no son aquellos 'ragazzi' pasolinianos, sino niños inmigrantes en su mayor parte, a disposición de los turistas y de los príncipes de los clubes noctunos de Roma.

Aquí no hay spoilers porque los detalles de cuanto se narra en el libro ya se contaron en su momento en la prensa de toda Europa, también en la española. Tras dormir junto a Prato en el piso, Foffo fue con su familia al funeral de un tío y ahí confesó a su padre que en casa tenía un cadáver. Prato, por su parte, se había encerrado en una habitación de hotel para quitarse la vida mientras escuchaba una y otra vez 'Ciao, amore, Ciao' de su idolatrada Dalida, otra suicida. La Policía localizó a Prato antes de que consumara su intento.

Descripción

'La ciudad de los vivos' traza el alzado, perfil y planta de Roma, una ciudad podrida hasta el tuétano

Estos dos seres enajenados hasta el tuétano recobraron en prisión, si no la cordura, sí la lucidez necesaria para armar sus respectivas defensas. El uno culpó al otro y viceversa. Foffo optó por el procedimiento abreviado y le cayeron treinta años. Prato apostó por acogerse a un proceso criminal al uso. La víspera de que comenzara el juicio, se asfixió en su celda con el gas del hornillo y una bolsa de plástico. No hubo encuentros restaurativos entre los perpetradores o sus familias y la de la víctima.

Esta es la historia de dos jóvenes sin antecedentes violentos y homologables a tantos otros, convertidos en esas bombas de relojería que ceba la frustración cotidiana. El resultado es un baño de sangre sin una explicación convincente en el que, como señala Lagioia, el público generalista siente el alivio de no ser la víctima del crimen, pero muy rara vez la de no haber sido su autor.

Éstos son más o menos los hechos y se pueden contar de distintas maneras. 'La ciudad de los vivos' es una de ellas. Sin embargo, tras la lectura queda la sensación de que lo lo esencial no ha sido dicho, de que la realidad resulta inaprehensible. Pero también la certeza de que el relato pormenorizado de aquel crimen y de las circunstancias que lo hicieron posible condensan los principales rasgos de una sociedad cuya noción de futuro no va más allá de cuanto pueda acontecer en el transcurso de las dos próximas horas. A partir de ahí, nada existe.

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'La ciudad de los vivos' de Nicola Lagioia: la noche romana se esnifa a sus hijos