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La torre del Buen Pastor envuelta en andamios. SARA SANTOS

El Buen Pastor empieza a mostrar su nueva cara

La restauración de la torre entra en su última fase con la retirada de los andamios de la parte superior. Los trabajos de saneamiento de la piedra avanzan a buen ritmo y se prevé que el acceso al mirador que se habilitará a 47 metros de altura esté listo para fin de año

Lunes, 26 de agosto 2019, 06:36

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Lleva envuelta en andamios desde el pasado diciembre y tras ocho intensos meses de trabajo para la restauración de su torre, la catedral del Buen Pastor comienzá a mostrar parte de su nueva cara. La retirada a lo largo de esta semana del andamiaje de la parte superior (los últimos 25 metros aproximadamente) es un claro indicio de que la restauración de la estructura entra ya en su fase final. Aitor Zubia, del estudio Zetabi Arkitektura, responsable del proyecto, cree que la buena marcha de los trabajos permitirá cumplir los plazos iniciales, de forma que la torre recupere para finales de año su aspecto original.

La rehabilitación de la torre del Buen Pastor, situada sobre el pórtico de entrada e inaugurada en 1899, será una realidad 120 años después. Para llevar a cabo los trabajos, el torreón –de 75 metros de altura en forma de aguja– tuvo que ser íntegramente envuelto en andamios. Durante los últimos días han comenzado a retirarse tras la culminación de un largo y escrupuloso trabajo de limpieza y restauración de la piedra. «La limpieza de la piedra de toda la torre está casi completamente terminada. Primero se aplicó un biocida para matar los hongos, bichos y líquenes que crecen, y que muchas veces son los que le dan ese color verdoso. Después se aplicó un chorro de abrasivo (silicato de aluminio) y tras ese trabajo de limpieza pudimos empezar a restaurar la piedra», explica Zubia. En ello se encuentran trabajando los operarios de la empresa Teusa, que es la encargada de la restauración.

«La zona superior estaba bastante bien, pero la intermedia está más deteriorada y ahí tenemos que seguir haciendo bastante trabajo», señala el arquitecto, que sigue de forma exhaustiva la marcha de la obra. El templo se construyó con bloques de piedra arenisca de las canteras de Igeldo que se han ido estropeando con el paso del tiempo. Además, en los años 50 y décadas más tarde, en los 70, se crearon forjados de hormigón a modo de refuerzos, que han acelerado el deterioro de la piedra.

El deterioro de la piedra es más acusado en la parte intermedia que en la superior

«Estamos desmontando algunos de los forjados de hormigón, que estaban muy deteriorados, y sustituyéndolos por forjados de acero. De los nueve forjados que hay se van a cambiar cinco. Hay que hacerlo por partes y con mucho cuidado. Está siendo complicado retirarlos porque estaban muy bien anclados y además tenían capas de hormigón de refuerzos añadidos que desprendían sales que han dañado mucho la piedra. El mismo hormigón que se aplicó con la mejor intención para reforzar la estructura de la torre ha tenido un resultado que no ha sido el esperado».

Uno de los cinco forjados de acero que sustituirán los originales. Detalle de una de las puntas de las torretas perimetrales, antes y después de la restauración. Zetabi Arkitektura
Imagen principal - Uno de los cinco forjados de acero que sustituirán los originales. Detalle de una de las puntas de las torretas perimetrales, antes y después de la restauración.
Imagen secundaria 1 - Uno de los cinco forjados de acero que sustituirán los originales. Detalle de una de las puntas de las torretas perimetrales, antes y después de la restauración.
Imagen secundaria 2 - Uno de los cinco forjados de acero que sustituirán los originales. Detalle de una de las puntas de las torretas perimetrales, antes y después de la restauración.

Diferentes pisos

Zubia explica cuál es la función de estas estructuras. «Los forjados son los pisos que tiene la torre en las diferentes alturas. En total hay nueve, pero se van a restaurar los cinco superiores y se colocan de abajo hacia arriba. En el primer piso están los fuelles del órgano, en el tercero el reloj, en el cuarto y quinto piso las campanas…», enumera.

Estas estructuras tienen el hueco previsto para el paso de la nueva escalera, que permitirá subir hasta un mirador interior de 47 metros de altura, desde donde se podrá contemplar el centro de Donostia en 360 grados. Para acceder a este punto, la obra elimina la actual escalera de caracol de madera, que está en malas condiciones, para construir otra. Pero antes será necesario colocar las diez campanas de la catedral, que fueron desmontadas y retiradas para su restauración. Zubia calcula que será la tercera semana de septiembre aproximadamente, cuando la torre esté acondicionada para recibirlas. «Una vez que se montan los pisos, colocaremos las campanas para luego poder montar la escalera, porque con lo que ocupa no podríamos manejarnos».

Cinco de los nueve forjados de hormigón van a ser sustituidos por estructuras de acero

Las diez campanas –que se encuentran actualmente en un taller especializado de la localidad cacereña de Montehermoso (Extremadura)– han recuperado su aspecto después de una cuidadosa limpieza y se han tratado para devolverles la sonoridad que tenían cuando fueron fabricadas. «Las campanas se han limpiado pulverizando sobre su superficie microesferas de vidrio y silicato de aluminio», detalla Gabriel Rivera, responsable de Campanas Rivera. Otro de los secretos para que la sonoridad sea óptima es el bastidor que las sujeta. «El que había en el Buen Pastor era de hormigón, pero ahora se está haciendo uno nuevo de madera en forma de octógono de donde penderán las campanas, que a buen seguro va a ayudar a que el sonido sea mucho más limpio», señala.

El antes y el después de las campanas. Un operario en las labores de restauración y limpieza. Zetabi Arkitektura
Imagen principal - El antes y el después de las campanas. Un operario en las labores de restauración y limpieza.
Imagen secundaria 1 - El antes y el después de las campanas. Un operario en las labores de restauración y limpieza.
Imagen secundaria 2 - El antes y el después de las campanas. Un operario en las labores de restauración y limpieza.

A la espera de su traslado a San Sebastián, el maestro campanero ha tomado medidas exactas de las dimensiones y los pesos de las diez piezas. «Hasta ahora se había hecho una estimación a partir de los diámetros de cada una de ellas, ahora sabemos ya con precisión lo que pesan», explica. Las más veteranas de las diez campanas datan del año 1899, la fecha en que se inauguró la torre del Buen Pastor. Se trata de dos de las piezas más grandes, de 1.734 y 1.143 kilos, fundidas ambas por Juan Dencausse en Barcelona. «Hablamos de una antigüedad de 120 años, que para la vida de una campana no es mucho. Hace unos días –añade el campanero– visité las de la catedral de Ávila, que tienen una media de 300 años, y una de las más grandes de la de Pamplona, que se llama 'Gabriela', está a punto de cumplir 500 años, así que las campanas del Buen Pastor son bastante jóvenes». A excepción de las dos citadas, que datan del XIX, las ocho restantes fueron fundidas a lo largo del pasado siglo, la última de ellas, que es también la más pequeña, en una fecha tan reciente como 1999.

Se renueva el pararrayos y se restaura la veleta

La iglesia del Buen Pastor se inauguró el 30 de julio de 1887 sin contar con una torre. Más adelante, el edificio, que había sido diseñado por el arquitecto donostiarra Manuel Echave, se remató con una torre campanario inspirada en las de la catedral de Colonia, según el proyecto de Ramón Cortázar en 1899, al que se le añadió una veleta, un pararrayos y una cruz. El arquitecto Aitor Zubia indica que «antes del desmontaje definitivo de la parte superior de los andamios, como aún tenemos acceso a la punta, se va a renovar también el pararrayos y restaurar la veleta».

La retirada de los andamios acabará con una de las atalayas más singulares que haya tenido San Sebastián. Aunque el nuevo mirador que se abrirá al público en la torre a finales de año ofrecerá una nueva perspectiva de la ciudad desde sus 47 metros de altura, el acceso a la parte más alta, que llega hasta los 75 metros, estará reservado únicamente a los operarios y especialistas encargados de los trabajos de mantenimiento.

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