El pueblo de Oiasso abrió la temporada de navegación

La Navigium Isidis es el emblema de los Dies Oiassonis desde que el festival romano echara a andar hace ya quince ediciones. Rigor histórico y carácter popular se dan la mano en esta recreación de la ceremonia de inauguración de la temporada de navegación. Isis es una diosa egipcia, pero fue adoptada por el mundo romano como protectora de la navegación y el comercio marítimo. Una de las estatuillas de bronce del pecio que se halló en el cabo de Higer representa a esta divinidad. Con ese sostén, y basándose en la descripción que el escritor romano Apuleyo realizó de esa ceremonia, el Museo Oiasso organiza desde los albores de los Dies Oiassonis esa recreación.

Aún introduciendo algunas variantes, el acto ha sido fiel a su esencia y al rigor histórico. Lo que más ha evolucionado es la participación popular: es un hecho que valoran desde el Museo Oiasso, cuya directora, Aizpea Goenaga, destaca cómo «hay gente que se hace sus propios trajes». Los representantes del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que estos días han visitado el Dies Oiassonis, han alabado ese carácter popular de la Navigium Isidis: «nos decían que es uno de los pocos ejemplos que hay en toda España de recreación histórica con participación popular», con gente que representa el papel de los habitantes del pueblo de Oiasso.

Así ocurrió, un año más, este sábado en el que volvió a ser el acto central y multitudinario de los Dies Oiassonis: se unió, también el grupo Ludi Scaenici, que recrea la música romana y que encabezó la procesión que partió de la plaza del Ensanche. Estaban también los soldados de la Legio V, de la Asociación de Recreación Histórica Oiasso, y todos esos irundarras que volvieron a meterse en la piel de los oiassonenses: gladiadores, sacerdotisas, soldados del ejército romano... Fueron cientos. A la espera de conocerse los datos de oficiales, la imagen de participación masiva que ofrecieron apunta a que la de este sábado pueda haber sido la edición más multitudinaria de la Navigium Isidis, también en cuanto a espectadores que siguieron el acto.

La tropa procesionó el camino hasta San Juan, donde estaba instalado el circo romano. A continuación, desfilaron hasta el museo. Frente al mismo, el propio Apuleyo se asomó a una de las ventanas para proclamar «¡salve, pueblo de Oiasso!». Dio paso a la historia de Lucio, el personaje cuya codicia desembocó en su transformación en asno y que se escenificó sobre el escenario de la calle Escuelas. Desde allí habló (y lo hizo, también, en euskera) la propia diosa Isis que, a cambio de que la sirviera hasta la muerte, reveló a Lucio cómo recuperar su forma humana.

El pueblo de Oiasso honró a la diosa y, portando su imagen, descendió hasta el cercano canal de Dunboa para realizar las habituales ofrendas mediante las que rogó protección a Isis y que simbolizaban la apertura de la temporada de navegación.

En este punto del recorrido se ha introducido uno de los últimos cambios: en ediciones anteriores, una embarcación solía aguardar justo debajo del puente para simbolizar esa apertura de la temporada de navegación, pero su margen de maniobra estaba sujeto al nivel de la marea, corriendo el riesgo de encallar. Desde el Museo Oiasso han ideado una nueva manera de simbolizar las embarcaciones: bajando, mediante cuerdas, unos barcos romanos, pequeños pero elaborados teniendo en cuenta hasta el más mínimo detalle, hasta el río.

Los Dies Oiassonis celebran este domingo la última jornada de esta XV edición con un programa que se desarrollará hasta el mediodía. Habrá más talleres, recreaciones y una última sesión del circo romano.

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