Arrasate-Mondragón

Los últimos mineros de Meatzerreka

Ni la advocación de San Valerio ni los ruegos al patrón de los venaqueros evitaron que el agotamiento del mineral de hierro de Udalatx acabara desencadenando una de las mayores crisis económicas que ha conocido Arrasate. El cataclismo debió de ser de antología. Mondragón contaba en 1536 con 500 vecinos «de los que entre todos no hay 20 personas» sin vinculación laboral con la actividad minero metalúrgica. Mineros-venaqueros (más de 130 personas), carboneros (más de 100), tenaceros y braceros de ferrerías (más de 120), rementeros que labran hachas, clavos y herrajes (más de 60) y entre masuqueros y oficiales y mercaderes y tratantes (más de 150).

«Se estima que en el momento más álgido de su desarrollo, en el siglo XVI, habría 60-70 ferrerías en funcionamiento, de muy variadas dimensiones y especializaciones», señala la historiadora Anabel Ugalde.

Pero la prosperidad «no es para siempre y las minas de la zona de Udalatx empezaron a agotarse. La tecnología también cambió y en 1739, por ejemplo, la mayoría de las ferrerías estaban en ruinas».

Según la historiadora arrasatearra, en el siglo XVIII la crisis era evidente. Sin trabajo, la población de Mondragón descendió un tercio, debido a que muchos marcharon a América.

Y es en este contexto de decadencia donde Anabel Ugalde sitúa el postrer esfuerzo que se produjo para reactivar la extracción minera en Udalatx.

La necesidad de materias primas tras la Primera Guerra Mundial (1914-18) impulsaron a la empresa vizcaína Iceta y Compañía a inaugurar la mina San Antonio.

Como la investigadora detalla en su blog 'A través de la historia'. Lo local, global', la última mina activa en Udalatx «fue explotada entre 1922 y 1928, hasta su total agotamiento». El mineral –cuenta– se obtenía de unas 'chirteras' de hematites, óxido mezclado con arcillas y calizas, para ser limpiado y transportado a los altos hornos.

Ugalde desvela que la estadística minera de España dio cuenta de este yacimiento. Los primeros datos y más completos «se remontan a 1924, puesto que aquel año acudieron de visita los responsables de la misma». Afirmaron que alcanzaba 15 hectáreas; informaron de cuál era la compañía explotadora; que, una vez limpiado el mineral de hematites, el hierro era del 47-48%; que también hubo un accidente grave; y que 58 personas trabajaban para extraer 8.817,5 toneladas, 5.217,5 toneladas más que en 1923.

Por el contrario, las ganancias «eran inferiores, ya que se vendió la unidad en 1923 por 22,5 pesetas y al año siguiente, por 9 pesetas. Aparece de forma indirecta en las estadísticas de 1926 como proveedor siderúrgico de San Pedro de Araia, propiedad de la compañía Ajuria y Urigoitia».

El yacimiento estaba situado sobre la actual carretera N-636, como apunta Ugalde «entre los caseríos Galarraga y Meatzaga».

La historiadora Anabel Ugalde señala que el mineral se transportaba por vía aérea hasta un lavadero localizado en la regata de Antoña, en Musakola.

Para llevarlo al lavadero, se cargaba al otro lado de la carretera. «Se transportaba hasta el arroyo de Antoña en cangilones mediante un cable aéreo doble, sostenido sobre una hilera de columnas metálicas».

Una vez limpiado, estaba preparado para fundirlo. «Lo llevaban a la fábrica siderúrgica de Araia y a Altos Hornos de Bergara, de la Unión Cerrajera de Mondragón. El mineral era enviado a Bergara en carros de los caseríos Mojategi y Garratz, ya que era más barato ese medio de transporte que la carga-descarga del tren. El acero obtenido llegaba en tren a la fábrica de Mondragón para su producción metalúrgica».