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Lo primero: Bailey siempre usa el blanco y negro. lo segundo, sus retratos revelan una relación, la del autor con su personaje. Cuando trabaja, cuenta chistes, historias; provoca; todo en pos de la naturalidad. Bajo esta premisa le extrajo esta sonrisa a la reina Isabel para una campaña de promoción de Gran Bretaña.
David Bailey retrató a Queen en 1985, tras su gloriosa actuación en el Live Aid en el estadio londinense de Wembley. El fotógrafo llegó a establecer una relación amistosa con la banda y ha contado, con humor, que Freddie Mercury estuvo interesado en que la relación fuese a más... «Yo era un chico bastante guapo y tenía éxito con los gays. Una vez, Freddie Mercury me llegó a meter la lengua en la boca».
Jean Shrimpton, pionera de las supermodelos, fue su gran musa. La conoció en 1960 posando para un anuncio de cereales. Aunque él estaba casado, empezaron a salir y a trabajar juntos, creando una simbiosis que disparó sus carreras, convertidos ambos en iconos del Swinging London, movimiento que hizo de Londres la capital mundial de la cultura pop.
Warhol, Dalí, Francis Bacon, Damien Hirst... Bailey también ha retratado a las grandes figuras del arte. Warhol, de hecho, fue parte de su círculo íntimo, esos personajes a los que ha inmortalizado una y otra vez: Catherine Deneuve –su segunda esposa–, Mick Jagger, Jack Nicholson, Kate Moss, Johnny Depp... La imagen es de 1973, con el tímido Warhol en plan superestrella.
Roman Polanski y Sharon Tate en 1969. El director y la actriz se acababan de casar. Al poco, embarazada de ocho meses y medio, Tate fue asesinada en su casa por seguidores de Charles Manson. De naturaleza tímida, ambos aceptaron posar desnudos por la amistad que los unía a Bailey, que buscaba representar la contracultura de los años sesenta. En 2009, la fotografía fue subastada en Christie's de Nueva York por casi 10.000 euros.
Mick Jagger ha sido, tras Jean Shrimpton, el modelo favorito de Bailey. En 1968 le hizo este retrato promocional para el álbum Beggars banquet. Entonces ya eran grandes amigos. Con sus imágenes, Bailey –fan de la banda cuando aún se pateaban el circuito de clubs londinense– convirtió en icono al cantante de los Rolling Stones desde su primer disco, en 1964. Su imagen más célebre de Jagger es la de la portada de Goats head soup, álbum de 1973 que incluía Angie, gran hit de sus satánicas majestades.
El retrato por parejas es una de las especialidades de Bailey. John Lennon se apoya aquí en Paul McCartney como si formaran un sólido edificio. La imagen, de 1965, es toda una metáfora porque ese año marcó la madurez musical del dúo, alma de los Beatles, con discos como Help! y Rubber soul. Fue el año, por cierto, de sus dos conciertos en España.
Bailey siempre tuvo querencia por el autorretrato. De hecho, se dice que todas sus fotografías son autorretratos, ya que contienen una parte del artista. El libro David Bailey, una Edición de Coleccionista de Taschen –cada ejemplar fue numerado y firmado por Bailey y acompañado por un atril–, es la culminación de dos años de investigación en sus propios archivos. Reúne más de trescientos retratos, desde los años cincuenta hasta la década de 2010, la mayoría con ese fondo blanco de estudio marca de la casa; su modo de decir que fotografiaba a personajes cuyo fondo no estaba en discusión. Es más, como explorador de la simplicidad, rara vez utiliza accesorios. Un músico, por ejemplo, no necesita su guitarra para que sepamos que lo es. Por eso, Bailey es el gran maestro del 'menos es más'.