Las universidades vascas potencian la investigación para captar nuevos recursos
La UPV-EHU, con 200 equipos, es el principal agente investigador en Euskadi. Todas coinciden en que la situación, sin ser óptima, es mejor que en la mayoría de las comunidades
NEREA AZURMENDI nazurmendi@diariovasco.com
Lunes, 12 de marzo 2012, 04:32
Las universidades vascas, por encima de sus peculiaridades y sus innegables diferencias -titularidad, tamaño, carácter, tradición...-, tienen bastantes puntos en común. Uno de ellos es la importancia que le conceden a la investigación. No solo a la básica que, como señala el director de la Fundación Deusto, Fernando Díez, «siempre se ha dado en todas las universidades por parte de los profesionales», sino también a la que algunos puristas han considerado más propia de otras instancias que de la institución universitaria: la investigación aplicada, que además de aportar mejoras a los campos más variados de la actividad humana, generalmente es facturable y genera recursos económicos. Los representantes de las cuatro universidades consultadas -UPV-EHU, Deusto, Mondragon y Tecnun, la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra-, coinciden en otras muchas cuestiones. Cada una ha dado una solución propia a su dimensión investigadora y a todas les funciona razonablemente bien el modelo por el que han optado. De ese modo, haber hecho las tareas a tiempo y con seriedad en un terreno por el que muchas universidades españolas, más volcadas en la docencia, se han interesado tarde, les está ayudando a capear el temporal, a obtener ingresos, a ser competitivas y a afrontar el futuro, cosa insólita en nuestros días, con relativa tranquilidad.
También hay acuerdo al considerar que la situación en este campo, sin ser óptima, es sensiblemente mejor en Euskadi que en la mayoría de las restantes comunidades autónomas, gracias tanto al compromiso de las empresas con la investigación, el desarrollo y la innovación como al esfuerzo que le reconocen al Gobierno Vasco a la hora de procurar que los recortes sean mínimos en una materia que, en lo que respecta a los presupuestos generales del Estado, lleva sufriendo severos e incesantes tijeretazos desde 2009.
Mantener el equilibrio
«Para transmitir conocimiento basta con tener gente que sea capaz de entender las cosas y de explicarlas, pero eso no consigue que avancemos», afirma Juan José Unzilla, vicerrector de Coordinación de la UPV-EHU. «Si queremos ser de los que quieren que el conocimiento avance, tenemos que apostar por la investigación, y esa es la apuesta de las universidades que quieren estar en primera división, no limitarse a difundir conocimiento generado por otros, sino generar conocimiento, apostando por un profesor universitario que combine docencia e investigación», indica.
Esa es la apuesta de las universidades vascas, en línea con las tendencias generales que consagran a la universidad como el primer agente investigador en el mundo, en España y también en Euskadi. En el caso de la CAV, ese puesto lo ocupa la UPV, líder en todas las categorías como consecuencia lógica, aclara el vicerrector Unzilla, de sus dimensiones: más de 45.000 alumnos, más de 5.000 docentes, un presupuesto de 432,96 millones de euros para este año (12 menos que el pasado...), 50 equipos «con potencial suficiente para abordar proyectos de gran envergadura» que, si no se tienen en cuenta criterios relativos a la dimensión, alcanzan el número de 200...
Unzilla reconoce que «la independencia y la libertad que nos da el hecho de que el día a día y nuestro sueldo no estén condicionados por conseguir más o menos proyectos» podría inducir a pensar que «podríamos relajarnos e investigar lo que nos dé la gana. De hecho, la universidad tiene en teoría la libertad de investigar incluso cosas absurdas, pero eso no ocurre, porque la mayor parte de los recursos que se consiguen para investigar se logran en convocatorias muy competitivas. Además, entendemos que como universidad pública estamos al servicio de la sociedad que nos da recursos y, a la hora de seleccionar líneas de investigación, tenemos que dar respuesta a las necesidades específicas de esa sociedad».
Ese credo es consustancial también a Mondragon Unibertsitatea y, de manera especial, a su Politécnica, «cantera de investigadores y de innovación» donde el 45% de las tesis doctorales están financiadas por empresas, sobre todo vascas y no necesariamente del conglomerado cooperativo en el que se integra MU. Comparte filosofía esa fructífera simbiosis entre universidad y centro de investigación que es el tándem Tecnun/CEIT, Alejo Avello, director general del CEIT y subdirector de investigación en Tecnun, que ha dirigido hasta enero: «La universidad tiene que revertir a la sociedad, generar riqueza». «¿De dónde vamos a sacar dinero para investigar sobre el sexo de los ángeles si no conseguimos que nuestra actividad genere nuevo tejido empresarial, un aspecto que para nosotros es prioritario?», dice, poniendo un toque de humor en un asunto muy serio.
Tan serio como que incide en un debate de calado: ¿Tiene que plegarse la investigación en el marco de la universidad a la rentabilidad económica, con todo lo que ello conlleva, o tiene que mantenerse fiel a lo que se supone que es su idiosincrasia? Todas y cada una de las respuestas recibidas merecerían un amplio desarrollo, pero las circunstancias obligan a resumir, y se puede resumir en dos palabras: equilibrio y colaboración. Equilibrio para no desviarse del 'otro' objetivo de la investigación, la formación y, especialmente en el caso de la universidad pública, equilibrio para no discriminar a las áreas de conocimiento menos rentables. Y colaboración con otros agentes investigadores públicos, privados y mediopensionistas para, en lugar de hacerse la competencia, ganar en competitividad uniendo fuerzas.
De momento, funciona
Colaborar para ser competitivo es especialmente importante en estos momentos en los que hay que buscar fuera lo que en casa cada vez va a ser más escaso. Y acudir a las grandes convocatorias europeas, por ejemplo, exige competir en la liga de los mejores. Una vez más, cada universidad establece sus propios objetivos y pone sus propias medidas -la UPV, entre otras cosas, ha apostado por 'fichar' investigadores sin perfil docente y tejer alianzas tanto en casa como fuera-, pero parece que en términos generales la cosa funciona.
Como también en cuestiones contables cada universidad es un mundo, no es fácil encontrar indicadores comunes para medir qué incidencia tienen en la columna de los ingresos los recursos económicos que genera la investigación. En el caso de la UPV-EHU, cubriendo las subvenciones públicas el 76% de lo que Unzilla llama «gastos de la casa», la universidad tiene un nada despreciable nivel de autofinanciación del 24%. «No todo procede de la investigación, pero sí la mayoría». Y en investigación revierte una parte, «porque esa es una verdadera prioridad para el actual equipo». Porque, como asegura Fernando Díez, «lo último que hay que hacer en una situación de crisis como la actual es eliminar el gasto en investigación». En Euskadi parece que así lo entienden instituciones, empresas y universidades.
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