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El año de Adele
CULTURA

El año de Adele

La cantante británica, que editó en enero su segundo álbum, llega al final de 2011 batiendo récords, encabezando listas y... en silencio forzoso por una operación de cuerdas vocales

CARLOS BENITO

Viernes, 9 de diciembre 2011, 03:04

Cuando el mundo más habla de Adele, ella tiene que mantenerse callada. La cantante británica ha pasado casi un mes en silencio forzoso por la operación de las cuerdas vocales a la que se sometió a principios de noviembre, tras sufrir una hemorragia provocada por unos pólipos, y recuperó un uso restringido de la voz la semana pasada, justo cuando se le venía todo encima: en solo unos días, su segundo álbum ha recibido seis nominaciones a los Grammy, se ha situado en cabeza de la lista de lo mejor del año de la revista 'Rolling Stone' -el sencillo 'Rolling In The Deep' ha quedado como mejor canción- y se ha convertido en el más vendido de lo que va de siglo en el Reino Unido, tras superar al 'Back To Black' de Amy Winehouse. «Un par de días después de ser capaz de hablar de nuevo, me he quedado sin palabras», se asombraba en su blog la vocalista, convaleciente en su casa de Londres.

En un mundo de estrellas prefabricadas, Adele parece raramente auténtica. La necesidad de comunicarse de estos días, más allá de lo que ella llamaba su «espectáculo de mímica», la ha llevado también a hacerse con el control de su cuenta de Twitter, que hasta ahora estaba en manos de su equipo de relaciones públicas. Lo primero que hizo fue chantajear a sus fans: empezaría a 'tuitear', les dijo el domingo pasado, si 10.000 de ellos se hacían seguidores de la ONG Drop4Drop, que trata de mejorar el acceso al agua potable. La cifra se alcanzó en un solo día, así que Adele se ha dedicado a lanzar sus mensajes, ajenos a todo divismo: «¡Joder, ha sido rápido! ¡Gracias! Estoy en la cama, viendo 'Gladiator' y comiéndome una manzana», decía el primero. Su segunda aportación fue un enlace a un vídeo de Emeli Sandé, una cantante escocesa de soul que tuvo que cambiar su nombre original, Adele Sandé, para evitar confusiones. Y en el tercero y último hasta el momento colgó una foto en la que aparece haciendo el tonto con una colega: «Noche de chicas con mi mejor amiga, Laura Dockrill. ¡Hoy estrenamos gorros!».

Un chófer influyente

Lo de Adele jamás ha sido la pose endiosada ni el distanciamiento. Nunca ha ocultado, por ejemplo, el impacto que tuvieron en su vocación las Spice Girls, que tanto impresionaron a aquella niña londinense, hija única de jovencísima madre soltera: «Ellas me hicieron lo que soy», ha llegado a decir. Sobre el multipremiado '21', sabemos que tuvo su origen en el final de una relación con un hombre diez años mayor, que la dejó con el corazón maltrecho, el ánimo hundido y una preocupante sed de alcohol. El álbum le sirvió de terapia: «Intenté aprender a conducir, pero eso no funcionó -explicó tras el lanzamiento del disco-. No iba a las lecciones. Me estaba recuperando de la ruptura y bebía un montón, así que me imagino que la mayoría de las veces habría superado el límite legal». Y también ha contado, sin más rodeos, de dónde sacó la inspiración musical para el disco: el culpable fue el chófer del autobús de su gira americana, con el que solía reunirse a fumar en la parte delantera del vehículo. El hombre le ponía canciones y no se podía creer que la artista, al fin y al cabo una muchachita inglesa, jamás hubiese oído hablar del cantante de country Garth Brooks y otros mitos americanos.

«No quiero ser una chica que se limita a sentarse en las entrevistas, a la que le dicen qué tiene que responder. Mi madre me enseñó a ser independiente y a no aguantar gilipolleces», aclaró al 'Guardian', con esa soltura deslenguada de la que suele hacer gala en los conciertos. Adele, que editó '21' en enero, termina el año convertida en una superestrella, de la que interesa absolutamente todo. Esta semana, por ejemplo, han trascendido sus exigencias para el camerino y el bus de la gira estadounidense: vino tinto (italiano, francés o español), cerveza (ante todo, que no sea americana), un paquete de Marlboro Light y sandwiches que no contengan tomate, vinagre, picante ni cítricos. Los tabloides de su país también la han fotografiado frente a su casa de Londres, donde espera a que se recupere su poderosa voz, y ya están comentando que se la ve mucho más delgada. Pero esa pelea tampoco es la suya: «Me gusta la comida, no me gusta el ejercicio -declaró en una ocasión- y he demostrado que no tienes que ser una chica flaca para alcanzar el éxito».

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