La serpiente y el pájaro
MIKEL G. GURPEGUI
Miércoles, 16 de noviembre 2011, 03:34
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Si alguien quisiera montar un ciclo de buenas películas sobre el alma rural vasca, no podrían faltar 'Tasio' ni 'Vacas', tal vez 'Ander'. Tampoco 'Bi anai', acaso la más turbadora y difícil de todas ellas.
'Bi anai' ('Dos hermanos') es la visión del joven realizador Imanol Rayo -tras este debut habrá que seguir la pista al pamplonés formado en Andoain y Urnieta- sobre el relato de Bernardo Atxaga. Una adaptación personal, que se atreve a inspirarse en un texto literario sin venerarlo para, al convertirlo en cine, ir en otra dirección.
Imanol Rayo echa oscuridad y gravedad sobre un mundo literario, el de Obaba, que pese a su dramatismo de fondo en Atxaga es luminoso y ligero. Al director, en realidad, le interesa poco explicar las peripecias de esos dos hermanos sin padres, uno de ellos deficiente mental que merodea tras las chicas del pueblo. Lo narrativo queda en un segundo plano frente a las búsquedas estéticas y la creación de una atmófera determinada.
'Bi anai' es así una cinta incómoda para el espectador, quien habrá de ir mentalizado de que no podrá asirse a los ritmos y los esquemas dramáticos habituales. No, para entrar en 'Bi anai' es preciso acoplarse a su ritmo lento, vencer la inquietud ante un plano fijo que se mantiene después de que se haya marchado el personaje, mientras escuchamos sus pisadas. Hay que hacerse a sus escenas que parten del silencio y del vacío, aceptar sus elipsis, dejarse empapar por su clima húmedo y opresivo.
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La película, que en algunos aspectos conecta con el 'Aita' de Orbe, exije mucho, acaso demasiado, del espectador. Pero a cambio, éste se puede sentir conmovido por la visión de los dos apesadumbrados muchachos durmiendo en la cama o del sacerdote calándose bajo la lluvia, asombrado de la belleza de unas manzanas flotando en el agua o espantado ante una serpiente que devora a un pájaro.
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