Camino a ninguna parte
Lagun Aro vuelve a firmar un desastre defensivo para caer en su visita a Alicante
BORJA SANTAMARÍA Enviado Especial
Lunes, 4 de abril 2011, 09:57
Ya son catorce derrotas en dieciséis partidos. Una agonía que no tiene fin cuando aún restan seis partidos para que termine una temporada decepcionante hasta el límite. La salvación es importantísima. Está claro, y se va a conseguir. Pero si el club lo da por bueno para afirmar que se han cumplido los objetivos, algo falla.
Porque el equipo ha dejado de transmitir, de ilusionar, y es lo más grave que le puede pasar a un proyecto que necesita dar un nuevo paso. Para muchos, el Lagun Aro tiene la mejor plantilla de su corta historia en la ACB. Y sin embargo, está cerca de firmar su peor temporada desde el descenso. En cuanto a victorias y, lo que es peor, en cuanto a sensaciones.
Y es que este equipo invita en los tres últimos meses a la resignación, al hartazgo. Un equipo que ayer, por enésima vez, no fue capaz de mantener la intensidad, el espíritu, durante los cuarenta minutos. Y en esta ocasión el rival no era de Euroliga. Era el antepenúltimo, que sumaba dos triunfos menos que el GBC y que llevaba seis partidos sin ganar.
Un rival que, como reconoció su entrenador, sufre en momentos de presión. Y ayer estaba ante un a final, pero el Alicante tuvo demasiadas facilidades.
El segundo equipo que menos puntos anota de la ACB, con una media, hasta ayer, de menos de 67 puntos por encuentro, le hizo 87 al Lagun Aro. Fue, probablemente, el peor partido defensivo del GBC esta temporada, y eso que el listón estaba alto.
De nuevo sin defensa, de nuevo sin opciones. En lo que va de temporada, el Lagun Aro sólo ha ganado un partido en el que ha encajado más de 75 puntos. Fue en Menorca, en una exhibición de acierto ofensivo.
Ayer, en ataque, los guipuzcoanos estuvieron en sus números. Tuvieron buenos momentos, sobre todo con un quinteto con Panko como ala-pívot, y Doblas y los exteriores aprovechando espacios.
Pero cada vez que el Alicante se veía en algún apuro, conectaba una racha anotadora sin apenas problemas. Otro dato que refleja la facilidad con la que jugaron los de Txus Vidorreta en ataque: repartieron catorce asistencias, dos por encima de su promedio, y perdieron sólo seis balones. Su promedio era de catorce. El promedio del equipo que menos balones pierde de la ACB, el Real Madrid, es de 12,6.
Un absoluto desastre que el Lagun Aro no fue capaz de corregir en casi ningún momento. Ni con defensa al hombre, ni en zona. Es cierto que parar a Doellman era el primer objetivo, y en cierto modo se consiguió. El ala-pívot encontró siete tiros y firmó ocho puntos.
Pero si cada vez que el Lagun Aro se centre en parar a alguien, eso va a suponer que su defensa se desajuste a las primeras de cambio, seguirá a la deriva. Camino a ninguna parte.
Hasbrouck y Heurtel
La defensa exterior fue un auténtico agujero. Cada vez que alguien iniciaba un uno contra uno, o jugaba un bloqueo y continuación, todo se iba al traste. En la primera parte, el protagonista fue Hasbrouck. Con sus tiros de media distancia y sus pases abiertos, condenó una y otra vez a un GBC que aguantó gracias a su control del rebote, con Doblas sólido, y al acierto de Panko.
De ahí el 45-44 del descanso, con 39 de valoración entre los dos. El equipo que consiguiese ajustar su defensa, ganaría. Y el que lo hizo fue el local.
Así, mientras Panko y Doblas iban a menos, y con Baron desacertado y vigilado de cerca, el Alicante seguía encontrando su juego cómodamente. Heurtel se convirtió en el protagonista de la segunda mitad, castigando con su dinamismo y con tres triples a una defensa que, incomprensiblemente, seguía muy por debajo del nivel mínimo exigible.
Y entonces, llegó el apagón. Un parcial 9-0 en los tres últimos minutos del tercer cuarto que mató el partido (68-57). En él, se encadenaron pérdidas y rebotes ofensivos concedidos.
Una diferencia que, viendo lo visto, era insalvable. Porque, como era de esperar, nada mejoró en el acto final. Alicante seguía anotando a placer. Tirando de fuera sin oposición, rompiendo en unos contra unos, encontrando continuaciones... Hasta el mate final de Doellman, que desató la locura en una grada que hacía tiempo que no veía ganar a los suyos.
Una nueva demostración de fragilidad, de falta de carácter, de un equipo que continúa penando en un final de temporada que, día a día, pierde todos los alicientes. Una situación muy grave para este club.
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