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MELCHOR SÁIZ-PARDO
Sábado, 5 de marzo 2011, 11:53
Alfredo Pérez Rubalcaba no se anduvo con rodeos. Señaló ayer que el comando Otazua era probablemente el más activo que tenía ETA. El vicepresidente primero, conocedor de los interrogatorios y del resultado de las investigaciones tras el arresto de sus cuatro presuntos miembros, abandonó la prudencia de los primeros días para mostrarse exultante con la operación. «Con toda la cautela del mundo creo que, de todo lo que le quedaba a ETA, éste era el comando más importante y por tanto sí puedo decir, esto sí, que estamos cerca del final, más cerca del final de ETA, con toda seguridad», apuntó.
El titular de Interior destacó especialmente que tras la caída de este grupo, las fuerzas de seguridad dan por aclarada la autoría de «prácticamente todos los atentados» desde el final de la penúltima tregua en diciembre de 2006. Y recordó que entre esos dos ataques, de los 16 que en principio se imputan al comando, están dos asesinatos, el del brigada Luis Conde, el 22 de septiembre de 2008 con un coche bomba frente al Patronato Militar de Santoña, y el del inspector de la Policía Eduardo Puelles, asesinado con una bomba lapa el 19 de junio de 2009 en Arrigorriaga.
Los únicos crímenes sin autor conocido de estos últimos años, explicó Pérez Rubalcaba, son los de los guardias civiles Carlos Enrique Sáenz de Tejada García y Diego Salva Lezaun, asesinados en Mallorca el 30 de julio de 2009. No obstante, garantizó, los autores de estas dos últimas muertes terminarán detenidos.
Pérez Rubalcaba aseguró desconocer si el comando Otazua, en honor a un miembro de ETA fallecido, tenía órdenes de volver a atacar en el futuro y cuál era el destino del arsenal que aún almacenaba y en el que había cerca de 200 kilos de explosivos. «Si estaban haciendo algo en este momento o no, lo ignoro. Habrá que remitirse a las declaraciones que hagan en lo que queda de detención o a las que hagan ante el juez».
Informaciones viejas
En cualquier caso, señaló que las informaciones sobre objetivos que se han encontrado, entre las que citó edificios oficiales y del PSE-EE, se habían realizado «hacía años». En este sentido, Iñigo Zapirain, uno de los arrestados, habría confesado que unos 15 días antes de que ETA hiciera público el 10 de enero el alto el fuego general, miembros del comando se reunieron en Francia con dirigentes de la organización, según fuentes policiales. La cúpula etarra les ordenó parar ante la inminencia de la tregua, según las mismas fuentes.
Mientras, Rubalcaba destacó además lo laborioso del trabajo de la Guardia Civil para desarticular a este talde, dado que sus supuestos miembros no estaban fichados y que, por tanto, «llevan una vida aparentemente normal, integrados en la sociedad vasca». «Un comando experimentado y un comando de 'legales' (no fichados) es siempre un comando muy peligroso», destacó antes de recordar que el atentado con coche bomba contra el cuartel de Burgos, sin previo aviso, buscaba «una masacre».
El entonces jefe militar de ETA, Garikoitz Aspiazu, 'Txeroki', también ordenó a este grupo, presuntamente, que asesinaran a un juez residente en la capital bilbaína y a un ertzaina que vivía en Trapagaran. Los presuntos etarras lo intentaron, pero finalmente rechazaron cometer los dos atentados por su dificultad, ya que eran demasiado peligrosos, en el primer caso, o porque los datos que les habían facilitado eran erróneos, en el caso del agente.
Fuentes de Interior señalan que, según habría confesado uno de los detenidos, Iñigo Zapirain, él mismo, el supuesto líder del comando, Daniel Pastor, y la presunta tercer miembro del talde, Beatriz Etxebarria, se encargaron de comprobar 'in situ' las informaciones sobre los dos objetivos que habían sido enviadas desde Francia por la dirección de ETA. El comando había presuntamente recibido también órdenes de 'Txeroki' para intentar asesinar a otros magistrados y ertzainas, y atentar contra empresas vizcaínas.
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