«Un alud de nieve parece blanco y limpio pero arrastra rocas y árboles»

Termina en la playa el cursillo sobre cómo usar el ARVA, aparato que detecta dónde quedó alguien atrapado en una avalancha, organizado por el Club Vasco de Camping. Charlamos con el profesor: Martín, guía de montaña profesional que tiene un sponsor interesante, la tienda de deportes de Urbieta 51. - Aparato de Búsqueda de Víctimas de Avalanchas. ¿Cómo se usa?

- Ves que abulta como un móvil. Emite y recibe en frecuencia 457. Como comprenderás, aunque hay muchos modelos en el mercado no pasa como en las viejas guerras del BETA y el VHS o las actuales de Movistar y Vodaphone: todos son compatibles y usan la misma frecuencia. Antes de iniciar la travesía, bien sea de esquí de fondo, con raquetas o montañismo puro y duro, los participantes siguen los protocolos pertinentes de comprobar que todos lo llevan encendido y todos funcionan. Para eso debemos habérnoslo puesto correctamente en el cuerpo.

-¿Debajo del anorak, tal vez?

- No, porque si lo llevases así podría sufrir golpes y roturas en caso de avalancha. Se podría soltar. Hay que ponérselo debajo de toda la ropa. Los protocolos a tener en cuenta van más allá, lógicamente. Lógicamente y por lógica. Cuando vas a atravesar una zona, un punto, donde hay mayor probabilidad de riesgo de avalancha...

-Y esa zona sería...

- Por ejemplo, una pendiente entre 30 y 45 grados momentos u horas después de una gran nevada. Por de pronto, no es recomendable andar por esos lugares antes de que la nieve se haya purgado a sí misma y caído no en avalancha sino espontáneamente. Lo más sensato y deportivo es pasar por esos parajes dos o tres días después de la gran nevada.

- Pregunta tonta pero, ¿por qué se producen los aludes?

- Respuesta simple: por la ley de la gravedad. La nieve está en equilibrio inestable sobre una ladera. La misma acción del viento puede provocar la avalancha. O una sobrecarga.

- ¿Quién o qué provoca la sobrecarga? ¿El mismo alpinista?

- Puede ser. Por eso resulta vital que los montañeros pasen de uno en uno por esos puntos de máximo riesgo. Uno acaso no sea sobrecarga. Dos o tres pueden serlo. Mientras el compañero pasa, los demás guardan la distancia de seguridad y esperan. Vigilantes. Con los ARVA encendidos. El que dirige el grupo lo tendrá en modo de recepción.

- ¿Hasta en una travesía alpina se necesita... un líder?

- Sí, en el mejor sentido de esa palabra. La más precisa y exacta coordinación es imprescindible en el caso de que alguien haya quedado atrapado por un alud. Piensa que realmente , bajo la nieve no sobrevives más de 15, 20, minutos. Tus compañeros no van a tener ni un segundo de sobra. Compañeros que irán equipados no sólo con el ARVA sino con una sonda que determinará exactamente dónde estás. Y con una pala.

- Perdón , ¿cómo mata la nieve?

- Mueres por asfixia, por hipotermia o por... traumatismos.

- Y sin embargo, ¡qué fina, suave, blanca y casi etérea parece cuando la ves derramarse ladera abajo!

- Pero por dentro es... negra. Piensa que en su caída arrastra rocas, árboles, todo lo que encuentra a su paso.

- En algún momento de esta charla o tú o yo diremos que tanto el atrapado bajo la nieve como sus compañeros tienen que mantener en todo momento la calma.

- Lo diremos, sí, pero sabiendo los dos como sabemos que es muy difícil hacerlo cuando estás bajo kilos de nieve. También se supone que debes taparte las vías respiratorias para no ahogarte. Intentar construirte una burbuja de aire. Llevar los bastones y todo lo que pueda trabarte seguros pero que puedas soltarlos rápido para que no te arrastren hacia abajo. En realidad, lo que hay que hacer es minimizar al máximo el riesgo de encontrarte en esa situación extrema.

-¿Cómo?

- Los guías somos "gestores de riesgos". Nunca podremos dejar a cero la probabilidad de que algo pase pero debemos reducirla a tope. No hace falta ser guía para eso. Basta con ir bien equipado y usar el sentido común. Algunos sólo sueñan con hacer cumbre. &lsquoHuelen a cumbre&rsquo y eso puede ser fatal. Desoyen a los que viven en la montaña y el guía, a veces, ha de salir bajo la tormenta para demostrarles que no es que no quieras llevarles arriba sino que lo que no puede ser, es, además, imposible.