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JORGE SAINZ
Domingo, 24 de octubre 2010, 12:43
El Gobierno se sitúa ante un horizonte en el camino hacia el final de la violencia que incluye la posible declaración de un alto el fuego por parte de ETA con carácter unilateral, permanente y bajo verificación internacional que sería anunciado en pocas semanas, como adelantó ayer DV. El Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero está al corriente de esta eventual decisión, fruto de los contactos entre los mediadores internacionales gestionados por Brian Currin y la organización terrorista, aunque esta constancia no le llevaría a modificar por ahora su política de exigencia a la izquierda abertzale y la propia ETA, según ha podido saber este periódico de fuentes conocedoras de la estrategia del Ejecutivo. El Gobierno no tiene previsto implicarse en un proceso de diálogo, como piden los facilitadores, pero no pondrá obstáculos a la labor del grupo de Currin.
Paralelamente, el PSE-EE ha llegado a una síntesis interna en sus planteamientos para el final del terrorismo, con el objetivo de reforzar el liderazgo del lehendakari en un contexto en el que los socialistas vascos han optado por distinguir a ETA de Batasuna, para que la segunda presione a la primera. Patxi López ha optado por asumir un papel más activo, con la celebración de una ronda discreta de conversaciones con los partidos, una vez constatado con datos el «desarrollo positivo» del camino hacia la pacificación de Euskadi, según fuentes cercanas al Ejecutivo vasco.
Estos reajustes en el discurso de los socialistas, tanto en Moncloa como en el País Vasco, coinciden con un momento en el que los impulsores de la Declaración de Bruselas esperan una tregua verificable de ETA, en cuestión de semanas. Un paso con el que la organización armada satisfaría las exigencias de Batasuna y permitiría a los mediadores entablar un proceso de diálogo formal para buscar el fin definitivo de la violencia.
El Gobierno de Zapatero ha interiorizado que los avances en el mundo de Batasuna hacia un desmarque de las vías violentas pueden proseguir hasta convertirse en una «marcha sin retorno», pero rechazan caer en interpretaciones voluntaristas. Es en este contexto donde consideran lógicas las significativas palabras de Zapatero del pasado miércoles, afirmando que los pasos de la izquierda abertzale son todavía «insuficientes» pero que en el futuro «no serán en balde». Unas declaraciones efectuadas tras anunciar la remodelación del nuevo gobierno, marcada por el ascenso como hombre fuerte del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ahora también vicepresidente y portavoz, con el claro objetivo de liderar el final del terrorismo.
El mal recuerdo de 2006
Esta resituación no implica, sin embargo, un cambio de estrategia antiterrorista, como teme el PP. La firmeza en esta materia continúa y un ejemplo sería la operación policial del viernes contra la organización juvenil Segi. En el Gobierno están escaldados por la fallida experiencia del proceso de paz de 2006, abruptamente roto por ETA con la bomba en la T-4. El Ejecutivo del PSOE rechaza volver a aquel esquema negociador, aunque se teme que la organización terrorista, pese a los pasos positivos que vaya a dar, no renuncia todavía a reclamar un precio político para certificar el abandono definitivo de las armas. Por ello, Zapatero y su equipo no prevén que este asunto quedé resuelto definitivamente en el año y medio que le queda de legislatura. Ello no implica que la izquierda abertzale ilegalizada no pudiera presentarse a las elecciones locales de mayo si crea un partido nuevo que acredite un desmarque nítido de cualquier tipo de violencia, ajustándose a la Ley de Partidos.
En el Gobierno Vasco también se están produciendo reajustes. En este contexto se enmarca la ronda discreta del lehendakari con los partidos sobre el final de ETA o sus declaraciones, en el Parlamento Vasco, de que Batasuna entona una «melodía diferente» aunque sea insuficiente y no suene «la música definitiva».
Este movimiento cuenta con un respaldo sin fisuras en el PSE-EE, como se visualizó en la ejecutiva del lunes. Los partidarios de las tesis del presidente del partido, Jesús Eguiguren, con mucho predicamento en Gipuzkoa y que apostaba por una mayor iniciativa del lehendakari, y el resto del partido apoyan combinar la tolerancia cero contra ETA con una gestión más flexible de la normalización y el diálogo con otras fuerzas.
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