Dios

Una religiosa encargada de un comedor social agradecía la dádiva de una empresa de mariscos que permitía a los indigentes degustar crustáceos de vez en cuando «Es que Dios es bueno», añadía la monja virtuosa con inquebrantable fe en la providencia divina. Mire señora, flaco favor le hace usted a Dios. Dios no es bueno ni es malo, ni guapo ni feo. Dios no es un señor con barba. Y si fuera tan puerilmente bueno, además de regalar langostinos a los pobres, no permitiría que se siguieran celebrando las tomatinas de Buñol ni que Woody Allen nos siguiera dando la chapa con la misma película cada poco tiempo. Por cierto, Woody, colega, con la cara que se te ha quedado, más te valdría creer en Dios o en cualquier otra cosa. Piénsalo. Te saldría más barato que el psiquiatra. No sé por qué me da que eres un taba, tío.

Hasta aquí, estamos todos de acuerdo (I supose) Lo sorprendente ha sido el sagaz comentario de Stephen Hawking. En su último libro, el astrofísico descarta taxativamente la existencia de un dios creador. Como lo oyes. Con un par. No nos lo ha demostrado, ni puta falta que hace. Es dogma de fe para la ciencia y punto pelota. Una de dos, o el astrofísico es igual de pueril que la monja del comedor social, o sólo quiere vender su libro. Amigo, la pasta es la pasta. Y menuda mujer tiene. Ya te digo yo que esa le ha puesto bien las pilas. Como una moto va Hawking ahora.