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NEREA AZURMENDI
Domingo, 13 de junio 2010, 10:58
Lurdes Auzmendi (Ataun, 1956), traductora e intérprete de reconocida trayectoria, asumió hace poco más de un año la Dirección de Promoción del Euskera del Gobierno Vasco y, a finales de abril, después de que Ramón Etxezarreta dejara el cargo, fue nombrada viceconsejera de Política Lingüística. No le preocupa su «poca experiencia, prácticamente ninguna, en el campo político» porque cree que «este trabajo no lo puede hacer una persona, hay que hacerlo entre todos». Así, su estrategia consiste en «escuchar a todos los agentes e instituciones relacionados con el euskera, tratando de llegar a acuerdos en aquello que tengamos en común. Cuanto antes empecemos a desarrollar esos buenos hábitos, mejor para el euskera».
-En el primer contacto que mantuvieron el viernes con el Consejo Asesor del Euskera tanto el lehendakari como la consejera de Cultura y usted misma ratificaron que el marco de su actuación en materia de política lingüística será el documento Euskara 21. ¿Qué virtudes tiene la propuesta para que les resulte válida a dos gobiernos de signo político tan distinto?
-El documento Euskara 21 tiene un consenso que no alcanzaron en su día ni el Plan General del Uso del Euskera, ni tan siquiera la propia ley Normalización de 1982. El Parlamento Vasco, casi por unanimidad [en la votación se registraron un voto en contra y cuatro abstenciones], también instó al Gobierno Vasco a dar continuidad al consenso alcanzado en torno a ese documento, por lo que considerarlo el marco adecuado para nuestra política lingüística es, simplemente, ser consecuente.
-¿No le ven ninguna pega?
-Tal vez el nivel de concreción de ciertos puntos, que son bastante abstractos y tienen que precisarse. Para eso hemos vuelto a llevar el documento Consejo Asesor del Euskera, con el fin de que lo desarrolle. Consideramos que es un organismo excelente para lograr un consenso social que, después, se traslade a las fuerzas políticas.
-¿Cree realmente que el consenso social y político que hay en torno al euskera es tan firme?
-Hay una cosa de la que estoy absolutamente convencida, y es del respeto por la lengua. Actualmente todo el mundo está de acuerdo en la importancia que tiene la recuperación del euskera, la importancia que tiene que sea enseñada, aprendida, utilizada... En ese punto, creo que el acuerdo que hay en la sociedad y en la inmensa mayoría de las fuerzas políticas es muy firme. Cuando empezamos a hablar de establecer acuerdos que vayan más allá podemos tener más diferencias, pero las diferencias se pueden pulir llegando a acuerdos. Se ha trabajado con un nivel de consenso en torno al euskera bastante importante, y nuestro objetivo no es sólo mantenerlo sino, al poder ser, ampliarlo.
-Sin embargo, ese teórico consenso se resiente cuando tropieza con cuestiones prácticas, como la enseñanza o la valoración del euskera en los puestos de trabajo. ¿Que papel puede desempeñar su Viceconsejería en esos momentos?
-Uno de nuestros objetivos principales era sacar el euskera de esa batalla política entre partidos, y hasta ahora lo venimos consiguiendo. El euskera tiene que estar fuera de las peleas políticas, lo que no quiere decir que no haya diferencias que, como todo, se dilucidan hablando.
-¿Cree que algunos ciudadanos pueden dar más credibilidad al mensaje a favor del consenso si procede de un gobierno no nacionalista?
-Yo creo que la gente no está pensando en eso. Quienes saben euskera lo utilizan cuando sienten la necesidad o el placer de hacerlo, y no se plantean otras cosas. El mensaje es que el euskera es de todos y, por lo tanto, no es de los nacionalistas, del mismo modo que la defensa de la convivencia lingüística también es de todos, no sólo de los no nacionalistas. Sobre esas premisas, creo que nosotros somos el mejor ejemplo: defendemos el euskera, defendemos el bilingüismo y defendemos el respeto a las opciones de los hablantes de las dos lenguas. Creemos que sólo así se puede avanzar.
-¿Dos lenguas en situaciones tan distintas pueden avanzar recibiendo un trato similar?
-Una lengua no puede avanzar si no es en pie de igualdad con las lenguas del entorno, en todos los sentidos. Y una lengua que se encuentra desfavorecida con respecto a la otra -en este caso, el euskera con respecto al castellano- sólo va a avanzar si cuenta con el respeto de todo el mundo, tanto el de los hablantes como el de los no hablantes.
-El documento Euskara 21 establece que una política lingüística proactiva tiene que combinar el consenso, la persuasión y la firmeza. ¿Cree que los tres ingredientes deben utilizarse en la misma proporción y al mismo tiempo?
-Creo que los tres conceptos son absolutamente complementarios. El consenso ya lo tenemos. Por lo tanto, vamos a insistir en los otros dos, en la persuasión y la firmeza, todo ello siempre respetando las opciones de los ciudadanos. Otra cosa es la imposición, con la que, desde luego, no estamos de acuerdo.
-Hablando de persuasión, ¿con qué argumentos trataría de persuadir de que se acerquen al euskera a los ciudadanos de la CAV que nunca lo han hecho, o a los que habiendo aprendido la lengua no la utilizan jamás?
-En primer lugar, lo que tenemos que hacer es separar claramente el movimiento a favor del euskera de toda actitud violenta. En segundo, tenemos que insistir en que en el euskera caben todas las opciones ideológicas y, en tercer lugar, que el bilingüismo es una opción mucho más abierta que el monolingüísmo. El universo que tiene una persona monolingüe es mucho más reducido que el de una persona bilingüe, y no digamos ya multilingüe. Nosotros creemos que las lenguas son de los ciudadanos, y no a la inversa. En el mundo global ya no vale que una persona se quede pensando en qué lengua va a a vivir, porque va a tener que utilizar una lengua en unas circunstancias y otra en otras. De eso los jóvenes saben mucho.
-Son precisamente esos jóvenes, que saben euskera y no lo utilizan, los que parecen más resistentes a esos argumentos.
-Ahí lo que nos cabe hacer es que su entorno -a nivel de oferta cultural, de medios de comunicación...- sea en euskera lo suficientemente potente y atractivo como para que sientan interés, curiosidad e incluso necesidad de utilizarlo. Tenemos que hacer una política encaminada a generar toda una gama de productos y actividades en euskera tan atractiva como para que un joven entre de forma natural a consumir esos productos, a vivir en ese entorno.
-¿Por eso han hecho lo que ha calificado de «gran esfuerzo» para mantener sin demasiadas reducciones las ayudas para fomentar el uso social del euskera?
-Efectivamente, cuando tuvimos que elaborar los presupuestos para 2010, marcados por la crisis, la apuesta fue mantener las ayudas para la promoción del uso del euskera, y uno de los objetivos era hacer que el mundo del euskera sea atractivo, sea potente. En esta convocatoria nos hemos marcado, además, otros objetivos, como animar a las gentes que trabajan en la creación de materiales e infraestructuras para vivir en euskera a que empiecen a trabajar en relación con agentes similares. Creemos que podemos empezar a desarrollar otro tipo de cultura del trabajo en el campo del euskera, de forma que las buenas prácticas puedan ser rentabilizadas en todos los sentidos, y uno de ellos es trabajar en equipo. En ese sentido, vamos a premiar los proyectos que se basen en esta forma de trabajar.
-¿Esas prácticas incluyen una evaluación más estricta de los proyectos subvencionados?
-En cualquier situación, pero especialmente en ésta, es fundamental que sepamos qué estamos haciendo bien y qué es lo que está dando los mejores resultados, extraer conclusiones y saber en qué dirección tenemos que seguir. Vamos a poner en marcha toda una maquinaria que nos va a permitir conocer cuáles son las mejores prácticas, darlas a conocer y orientar a la gente que trabaja en el campo del euskera para rentabilizar el dinero que se invierte.
-¿Cómo le ha recibido la gente que trabaja en el mundo del euskera, el colectivo del que usted procede?
-La experiencia está siendo muy buena. Desde que llegamos al gobierno fue una de las primeras tareas que nos marcamos: hablar directamente con todos los agentes e instituciones del mundo del euskera. Todavía nos quedan pendientes muchas citas, pero tenemos claro que el único camino posible es la cooperación y la confianza mutua entre instituciones y agentes sociales.
-¿Hacia dónde va ese camino?
-Es evidente que el euskera no va a poder seguir avanzando al ritmo de los últimos treinta años, pero también hay campos en los que vamos a tener que trabajar con mucha firmeza, como el tema de la inmigración, las nuevas tecnologías -sobre todo las redes sociales- y, un tema que vamos a tener que empezar a plantear más seriamente porque es muy importante, que es el del bilingüismo pasivo.
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