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BEGOÑA DEL TESO
Sábado, 13 de marzo 2010, 03:54
El doctor Videgain no quería ser médico sino marino porque ama el mar pero no le admitieron en la Armada por daltónico así que cuando regresaba de San Fernando, donde se hacían las pruebas, paró en Valladolid y se encontró con unos amigos que se habían matriculado en Medicina. Vayan ustedes a saber por qué, Guillermo se matriculó también. Ante la desesperación de su padre, médico igualmente, aunque tampoco quiso serlo; médico de los de a caballo y en carro por los caseríos. Le rogó a su hijo que, al menos, se especializase. Lo hizo en otorrinolaringología. Fundó con otros Policlínica pero donde se curtió de verdad fue en su trabajo en el Oncológico: «Allí sí que sentías que eras necesario y salvabas vidas». El mítico doctor Zumel, de la Sociedad Internacional de Cirugía Taurina, le hizo miembro de la Sociedad de Médicos Escritores y Artistas tras leer su lección magistral sobre la sordera de Goya.
- Antes de entrar en la plaza, dígame, tiene usted dos nietos...
- Dos nietos rusos. Son hijos de mi hija, realizadora en Tele 5. Lo que son las cosas, tengo con ellos una relación que nunca tuve con mis propios hijos. Era algo completamente distinto.
- Es normal, ¿no, doctor? Con sus nietos las responsabilidades son muy diferentes a las que tuvo para con sus hijos.
- Será eso, sí. Pero además es que cuando yo era padre también era un inútil total en cuestiones familiares o de casa. Mi mujer se encargaba de todo.Yo sólo trabajaba, trabajaba, trabajaba. Hoy, jubilado, disfruto de mi familia. E intento hacer muchas cosas porque si no, te conviertes en uno de esos abueletes que se quedan mirando las obras.
- Acaba de tomar en préstamo en el KM el libro de Francis Wolff, 'Filosofía de las corridas de toros'.
- Es impresionante. ¡Qué reflexiones sobre lo que representa el toro y la relación que establecen con él los pueblos del Mediterráneo! Y cuando dice que el combate en la plaza es antropología pura, el sueño eterno del hombre: el enfrentamiento con la Bestia.
- Ya oigo el crujir de huesos de los antitaurinos cuando lean esa respuesta suya.
- No importa. Antitaurinos ha habido en todas las épocas. Y plazas de toros en Cataluña, desde el siglo XV. Companys, honorable presidente de la Generalitat, presidió una corrida en La Maestranza. Los toros han provocado contiendas políticas, teológicas, filosóficas. Los jesuitas nunca admitieron las corridas al contrario de capuchinos, dominicos y franciscanos. Pío V pidió, rogó y exigió al rey Felipe II...
- Considerado el adalid de la Cristiandad en los tiempos revueltos de la Reforma...
- ... El monarca contestó al Santo Padre que eso era absolutamente imposible porque el pueblo se levantaría en armas y las revueltas no podrían ser sofocadas.
- Felipe V sí que las prohibió.
- Porque era un extranjero en este país. Francés. El primer Borbón. Le horrorizaban los toros. Y también creo que quería bajarle los humos a la nobleza que alardeaba a la jineta en la plaza Mayor de Madrid. Prohibió el alanceamiento de toros a menos de 50 leguas de la Villa y Corte. Así que la gente empezó a fijarse en cómo saltaban y quebraban a los toros en Vascongadas y cómo se empezaba a torear a pie en Ronda.
- Acabamos de intentar comprender la actitud antitaurina del Borbón por ser francés. Sin embargo, ¿no cree que será Francia quien salve las corridas de toros?
- Seguro. Nosotros acabaremos con ellas. Pero no por las campañas antitaurinas sino porque no mimamos ni al toro ni al público; por tanto cambalache en el callejón, entre unos y otros. Será Francia quien mantenga la tradición. Porque allá el toro es animal sagrado. No admiten ejemplares que no tengan casta y desde luego, no les gusta que, por ejemplo, El Juli se encierre con seis en Bayona y cinco parezcan de juguete. Nîmes, Arles, Perpignan mantendrán al toro porque ellos sí que saben.
- Citamos Ronda. En su arena están enterradas las cenizas de Orson Welles. ¿Sabía que quiso ser torero?
- No. Sabía, eso sí, que Zuloaga lo fue. O al menos intentó serlo. Juan Belmonte decía lo siguiente: «hubiera cambiado toda su pintura por haber matado en la plaza de Madrid un toro en la corrida de Beneficiencia y ver los tendidos llenos de pañuelos pidiendo la oreja para él». Cuéntame lo del director de 'Ciudadano Kane'.
- Lo escuché el otro día en la obra 'Su seguro servidor, Orson Welles'. De joven estuvo en Sevilla. Escribía novelas baratas. Para sobrevivir. Bueno, para sobrevivir no: ¡para recibir clases de toreo!
- ¿En serio?
- Y tanto. Un día, con lo que le pagaron por una serie de artículos publicados en Estados Unidos ¡compró dos toros para torearlos!
- ¿Lo hizo?
- Por supuesto. Y recibió dos cornadas tremendas.
- ¡Ay la sangre de Orson que no quiero verla!
- ¡Doctor! está reinterpretando el 'Llanto'.
- Qué maravilla, ¿verdad? 'Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías'. Lorca, por supuesto.
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