Apaiz Erreka
FRANCISCO ATONDO
Lunes, 22 de septiembre 2025, 20:21
Los veranos de los niños en los 50 y 60 del siglo pasado tenían un cierto sabor a las andanzas de los deliciosos relatos de ... Mark Twain en sus libros de Tom Sawyer. Nuestras correrías no tenían como escenario el Mississippi, sino otros parajes, más modestos, pero no por eso menos idílicos, que dejaron un poso de recuerdos, grabados en nuestra mente con la fuerza de todo aquello que, sin pedir permiso, invade la memoria y no la abandona hasta que nos apagamos como la luz de una vela que se consume.
Nuestro Mississippi más cercano estaba en la regata de Apaiz Erreka, que marca el limite entre la vieja capital y la otra capital, la del reino de la piparra y el tomate, delicias de la huerta ibartarra. En la calle por la que íbamos a aquel universo particular, las casas del lado derecho llevan numeración del Barrio San Blas de Tolosa, y las del lado izquierdo son de la calle Apaiz Erreka de Ibarra.
En la pequeña regata, perdidos en la mitad de la nada, nos juntábamos un montón de críos de todas las edades en un sitio en el que el riachuelo tenía cierta profundidad, que hacíamos crecer construyendo una presa con piedras, barro y ramas. A veces,a parecía un baserritarra y destrozaba nuestra obra de ingeniería, porque el 'dique' estaba justo en el camino por donde el buen hombre pasaba con sus bueyes tirando del gurdi.
Aunque la mayoría de los chavales íbamos sin los padres, algunos no tenían esa suerte, y les tocaba aguantar a sus madres, que con mirada de águila vigilaban a sus cachorros.
Entre todos, juntando unas pesetillas comprábamos un paquete de tabaco para demostrar, ocultos entre los arbustos, quien era más hombre tragándose el humo. Con la caída del sol, después de una jornada de griterío infantil, Apaiz Erreka enmudecía y cada uno cogía el camino de su casa con los labios amoratados de tanto estar en el agua.
Aún nos quedaba enfrentarnos a la revista minuciosa de la amatxo. ¡Échame el aliento...! ¡Has fumado...! . ¡Cómo vienes tan mojado y con tanto barro...!
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