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ORDIZIA.
Jueves, 17 de mayo 2018, 00:17
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En la interesante y densa media semana que nos ocupa desde hoy hasta el domingo, tras la disertación, esta tarde, por parte de Nerea Iraola y David Cano sobre el cañón Maribaratza, mañana viernes a las 19.00 en el salón de actos del palacio Barrena, recogen el testigo, Mikel Alberdi Sagardia, responsable desde 1989 del departamento de investigación y documentación del Museo Zumalakarregi (Ormaiztegi), y Xabier Irujo Amezaga, doctor en Historia Contemporánea y codirector del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada, en Reno (Estados Unidos), quienes hablarán sobre el relato de un testigo de excepción del asedio que sufrió la localidad en 1835; C.F. Henningsen.
La primera Guerra Carlista fue sin duda, una guerra civil que se desarrolló de 1833 a 1840 entre los partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón, conocidos como carlistas, partidarios de un régimen absolutista, y los de Isabel II. Estos últimos fueron denominados cristinos por apoyar a la regente María Cristina de Borbón. El campo y las pequeñas localidades de Euskadi apoyaron mayoritariamente al pretendiente Don Carlos.
La implantación del sistema liberal en Europa fue un largo proceso en el que cada país llevó su ritmo y su propia evolución. Cuando esta guerra estalló en España, Gran Bretaña ya la tenía consolidada y optó por apoyar la revolución liberal en la península con el envío de la Marina Real y tropas voluntarias.
En este contexto, varios militares, la mayoría británicos dejaron testimonio de sus experiencias en forma de narraciones, acuarelas y litografías, ilustrando tanto sus experiencias bélicas como los paisajes y la vida cotidiana. El más conocido entre los voluntarios extranjeros fue Charles Frederick Henningsen, primer biógrafo de Tomás Zumalakarregi. Nacido en 1815, sobre el lugar no se ponen de acuerdo los historiadores; Bruselas, Inglaterra, Escocia. Con 19 años se presentó voluntario ante los carlistas y se incorporó a la caballería de Zumalakarregi, participó en numerosas batallas. En 1835 estuvo presente en la firma del Convenio Elliot. Tras la muerte del general carlista, regresó a Gran Bretaña, donde en 1836 publicó el libro 'The most striking events of a welvemonth´s campaign with Zumalacarregui in Navarre and the Basque Provinces' obra que representa la primera biografía seria y rigurosa sobre Zumalakarregi, relato en el que, como testigo y protagonista de los hechos, describe el asedio de Ordizia (del 25 de mayo al 5 de junio de 1835).
Publicación con la que consiguió un éxito rotundo, hasta el punto que fue traducida al alemán, al francés, al italiano y al castellano. Entre los británicos generó mucha controversia, ya que ensalzaba la figura de Zumalakarregi y defendía los ideales carlistas. Lo que no era conocida, sin embargo, era su faceta de ilustrador descubierta recientemente.
A él se debe la autoría del retrato más fidedigno que existe del general carlista.
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