Regreso a las más altas cumbres
Tras dos años largos de inactividad por la pandemia, Pedro García afronta el ascenso al Himlung (7.126m)
Estos dos años de pandemia han convertido en un imposible la opción de viajar y por supuesto a los países que guardan las grandes cimas, y cuando todo parecía que las cosas volvían a ser como antes, al menos a la hora de poder desplazarse, la adversidad se empeñaba en truncar las dos salidas que tenía previstas para este año, el alpinista ordiziarra Pedro García, que dicho sea de paso, acredita uno de los mejores curriculums, en el ámbito amater, de Gipuzkoa, quien veía cómo se esfumaba inicialmente su deseo de ascender al Spantik (7.027m) en Pakistán, y a continuación su propósito de volver al Aconcagua.
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En cualquier caso, el pasado mes de agosto se sacaba la espinita y hacía cumbre en el monte Ararat (5.137m), el techo de Turquía, el lugar donde la Biblia recoge que recaló el arca de Noé tras el diluvio.
Un volcán inactivo cuya cumbre está cubierta por nieves perpetuas, ubicado en la frontera turca cercana a Armenia, Irán y Azerbaiyán. «Una ascensión apunta Pedro García, que técnicamente no presenta una gran dificultad pero que resulta potente porque está diseñada para hacerla en tres días, en los que los dos primeros subes y bajas 1.000 metros. El campo base se encuentra a 3.100m, y asciendes hasta los 4.100 y regresas. Se trata de una aclimatación a la altura por la vía rápida. Y el tercero desde el campo base a cumbre. Sales a las 00.00 y vuelves a las 20.00. El día se hace largo».
Y para entonces ya tenía planteado poner rumbo al Himlung (7.126m) en Nepal, en la región del Manaslu, «expedición que afronto con grandes amigos; Koke Lasa (Ormaiztegi), Xabi Urrate (Urretxu) y Kepa Urmeneta (Legazpi. Salimos el miércoles 5 de octubre y volvemos el 9 de noviembre. Es un 7.000 muy poco visitado. Esa ha sido una buena razón para afrontar este destino, el montañismo como era antes en esa relación personal, individual, interior, que surge entre la montaña y tú. Algo imposible en las romerías de las que son testigo hoy muchas cumbres».
«Empezamos con 5 días de caminatas en altura, trekking que nos lleva a recorrer el valle del río Phu donde las influencias tibetanas están presentes. La caminata pasa por Dharmasala, Meta, Kyang y Phu Gaon, que es el asentamiento budista más antiguo y grande de Naa Phu. Un recorrido entre altas cumbres, glaciares, estrechos barrancos, bosques, rocas, para llegar al campamento base situado a 4.820 metros. A partir de ahí tendremos dos semanas para prepararnos e intentar hacer cumbre.
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Instalaremos, en principio, dos campos en altura, el primero a 5.400m para lo que hay que superar el glaciar Pangri y su pedregal cubierto de hielo, y el segundo a 6.000m. Este es el trecho más difícil ya que presenta grietas y bloques de hielo (serac) potencialmente peligrosos. De ahí hasta la cumbre, laderas con una inclinación de 35-40 grados. Si la aclimatación ha sido buena y el tiempo acompaña, sobre el papel podríamos tener dos intentos de alcanzar la cima. En cualquier caso, ocurra lo que ocurra, como el billete de vuelta está cerrado, pasadas esas dos semanas, camino de vuelta y a casa. Y si todo va bien, oportunidad para ir poniendo la vista en un 8.000. Dado que las circunstancias así lo requieren agradecer, una vez más, a mis superiores de CAF por las facilidades que me brindan».
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