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Sorkunde Malaxechevarria, Esteban Zubiria y Josune Urreta, se despiden de su clínica dental, tras 38 años de servicio. ZABALA

Beasain-Lazkao

«Esta consulta ha sido nuestra casa, hemos sido 'dentistas de familia'»

Residentes en Beasain, Sorkunde Malaxechevarria y Esteban Zubiria se han granjeado el cariño de los lazkaotarras tras 38 años al frente de su consulta, junto a Josune Urreta

Josu Zabala Barandiaran

Beasain-Lazkao

Viernes, 4 de julio 2025

Tras 38 años dedicados a cuidar la salud bucodental de generaciones de vecinos y vecinas de Lazkao y alrededores, Esteban Zubiria, Sorkunde Malaxechevarria y Josune Urreta bajan la persiana de su consulta. Una trayectoria marcada por la cercanía, la profesionalidad y el cariño mutuo entre pacientes y equipo. Hablamos con ellos para repasar sus inicios, anécdotas, recuerdos y nuevos planes.

–¿Cómo recuerdan sus primeros días como dentistas?

–Esteban Zubiria: Los primeros tiempos había necesidad en el pueblo, pero también mucho miedo entre la gente. El boca a boca fue clave. Al principio, como en todo negocio, hubo nervios, incertidumbre, pero una vez que la gente nos fue conociendo y se sintió cómoda con nosotros, todo empezó a rodar.

Anécdotas

«Recuerdo cuando nos trajeron la prótesis rota de Aita Barandiaran; luego nos firmó un libro»

–Sorkunde Malaxechevarria: Sí, era otro contexto. Había que ganarse la confianza de la gente. Pero una vez asentados, la marcha fue buena.

–¿Qué les llevó a elegir esta profesión hace ya casi 40 años?

–E.Z.: No fue vocación desde niño. Tras dos años trabajando en la clínica de la Asunción, me di cuenta de que la estomatología ofrecía una salida laboral real. En aquella época, en el MIR se presentaban 25.000 personas para unas 1.100 plazas. Para estomatología,unas 1.200 para solo 50 plazas. Fue muy competitivo, pero lo logré. Además, siempre he sido hábil con las manos, y en este trabajo eso es fundamental.

–¿No son goierritarras de nacimiento? ¿Cómo llegaron a Lazkao?

–S.M.: Fue gracias a Belén, la farmacéutica. Ella contactó con un conocido en Tolosa que le comentó que en Lazkao había necesidad urgente de un dentista. En junio del 87 vinimos a conocer el pueblo, nos gustó y no lo pensamos dos veces.

–E.Z.: Durante los primeros cinco años vivimos en la propia consulta. Después nos mudamos a Beasain, porque en Lazkao no encontramos vivienda disponible en ese momento.

–¿Cómo ha cambiado la relación con los pacientes desde que comenzaron?

–E.Z.: Para nosotros siempre han sido pacientes, no clientes. Hemos sido 'dentistas de familia'. La relación ha sido muy cercana, sobre todo con la gente de Lazkao, Ataun... Se sentían cómodos con nosotros. Yo solía bromear con ellos desde el primer día, y al principio se sorprendían, pero luego el cachondeo era mutuo.

–S.M: Hemos hecho mucha vida aquí. Siempre hemos realizado las compras y gestiones en el pueblo, en los negocios de nuestros pacientes.

–¿Cómo fue trabajar juntos durante tantos años? ¿Qué rol tenía cada uno?

–Josune Urreta: Esta consulta ha sido nuestra casa. Cada uno tenía su papel, pero funcionábamos como un engranaje. Nos conocíamos tanto que todo fluía con naturalidad.

–¿Alguna anécdota curiosa que recuerden especialmente?

–E.Z.: Una vez se juntaron cuatro amigos que solían reunirse en el bar para jugar al mus. Ese día coincidieron como pacientes, y al ver que la consulta iba con retraso, les ofrecí un vino clarete para amenizar la espera. Estuvieron casi una hora charlando y riendo. Cuando les tocó entrar, ninguno tenía prisa.

S.M.: También recuerdo cuando nos trajeron la prótesis de Aita Barandiaran, porque se le había roto. Luego nos firmó un libro. Son momentos que no se olvidan.

–¿Han llegado a tratar a varias generaciones de una misma familia?

–J.U.: Sí, hasta tres generaciones. Abuelos, padres e hijos. Esos hijos ya son adultos y, tras pasar el programa PADI (Programa de Asistencia Dental Infantil), vuelven con nosotros a partir de los 15 años. Es algo que se ha transmitido entre generaciones.

–¿Cómo manejaban los miedos de los pacientes, especialmente de los más pequeños?

–E.Z.: Algunos me conocían cariñosamente como 'el dentista cantarín', porque solía tararear mientras trabajaba. Eso relajaba el ambiente. Salvo en los casos serios, claro. La clave también estaba en una buena anestesia, y en las manos de las asistentes, que sabían cómo tranquilizar a los pacientes.

–¿Cómo se sienten ahora que cierran esta etapa?

–E.Z.: Efectivamente para mí, la vida son etapas. Esta ha terminado y llega otra, con más tiempo para nosotros. Hemos trabajado muchísimo: fines de semana, cursos, formación continua... pero todo lo hicimos con orgullo.

–J.U.: Yo tengo que seguir trabajando, y sé que va a ser muy distinto; aquí me he sentido como en mi casa.

–¿Qué planes tienen para esta nueva fase?

–E.Z.: Quiero recorrer Urbasa, sin esperar al domingo. Me encanta la sierra de Guara. También seguiré bailando tango, y dedicaré más tiempo a la fotografía, la lectura y la música.

–S.M.: Yo quiero leer, seguir bailando tango y aprender francés. Aunque reconozco que tengo que ponerme al día con la tecnología, por lo que me tocará invertir tiempo ahí también (entre risas). Y no descarto viajar más, claro.

–Si tuvieran que resumir su carrera en una palabra o frase, ¿cuál sería?

–E.Z.: Realización plena. Me siento tanto médico como dentista. Esta profesión me ha llenado de verdad.

–¿Algún mensaje final para sus pacientes?

–J.U. y S.M.: Han sido dos meses llenos de despedidas muy emotivas. Nos han hecho llorar. Nos han dicho cosas preciosas, nos han pedido que nos lleváramos sus fichas para poder seguir con Josune donde esté.

–E.Z.: Venir a Lazkao fue un acierto total. Solo podemos dar las gracias a todas las personas que han confiado en nosotros durante tantos años. Eskerrik asko bihotzez.

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