La Tamborrada como herencia genética
Armando Carra celebra 50 años en Ondar Gain y podrá cumplir su deseo de tocar junto a su hija Natalia, una de las 16 aguadoras que se suman a la compañía ahora mixta
La familia Carra ha vivido la Tamborrada durante generaciones. Es parte de su herencia genética. Pero este Día de San Sebastián será especial para ... ellos. Armando, comerciante juguetero jubilado, cumple 50 años en Ondar Gain y podrá celebrarlo tocando junto a su hija Natalia gracias a la conversión de la compañía en mixta.
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«Estamos emocionados», confiesa Natalia, quien ha mamado la fiesta desde niña. Es una de las dieciséis mujeres que desfilarán como aguadoras el viernes a medianoche desde la sede de la sociedad en la calle Marina, un hito que refleja el cambio social en una institución fundada en 1956.
«Va ser un momento superbonito. Solo de pensarlo se me pone la piel de gallina», cuenta la joven, que acumula una larga experiencia tamborrera como integrante de Amara Berri. «En nuestra familia se ha vivido siempre esta fiesta. Es una tradición. Mi tío ha salido más de 25 años en Euskal Billera, mi tía desfila con Kresala, mis primos tocan en la Parte Vieja, mi hermano Gonzalo lleva muchos años con mi padre en Ondar Gain... Somos muy tamborreros todos», asegura.
A su lado, Armando repasa las vivencias acumuladas durante medio siglo: «Es verdad que los años pesan, pero sigo con la misma ilusión que el primer año. Eso sí, con menos nervios». Explica que la Tamborrada ha cambiado mucho en este tiempo: «Antes éramos pocas compañías las que desfilábamos, los recorridos eran más largos y los tambores mayores se lo tomaban muy en serio. Recuerdo que nos hacían marchar casi como si fuésemos soldados y sin perder la formación en las paradas. Eso solo se les permitía a los cocineros. Ahora, la fiesta es más distendida».
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Debutó en 1973, recién terminada la mili. «Ese primer año salí como cocinero, con barril. Entonces teníamos de Tambor Mayor nada más y nada menos que a Manolo Múgica, que estaba en Ondar Gain desde el principio y en la siguiente edición ya dio el salto a Gaztelubide. Era un Tambor Mayor buenísimo, muy recto». Armando destaca que «fuimos los primeros en usar tambores con parche de plástico, que sustituyeron a los tradicionales de tripa de cerdo. Los trajeron desde La Rioja y sonaban mucho más fuerte. Otras tamborradas nos copiaron la idea».
Considera que la apertura de la compañía a las mujeres es algo positivo. «Cuando las tamborradas empezaron a ser mixtas, yo estaba a favor de que la nuestra también lo fuera. Sin embargo, había muchos socios que eran reacios y además era necesario cambiar los estatutos de la sociedad. Por eso en Ondar Gain nos ha costado tanto dar el paso. De hecho, hasta hace pocos años las mujeres solo podían entrar en la sociedad en fechas señaladas como Santo Tomás o el Día de San Sebastián». Armando, de 75 años, dice estar «muy contento por que al fin somos tamborrada mixta y además podré tocar con mis dos hijos». Doble felicidad.
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