A lo largo de mi vida no he dejado de salir un solo año en la Tamborrada. El día de San Sebastián lo siento como ... si fuese mío y siempre lo he disfrutado mucho. Tengo una familia que son donostiarras por los cuatro costados y mientras a mi madre nunca le ha gustado esta fiesta, mi padre es socio fundador de La Esperanza. Él ha vivido muchísimo la Tamborrada y nos la ha inculcado tanto a mi hermano como a mí. A día de hoy yo soy Tambor Mayor y él Cabo de Barriles. Lo llevamos en la sangre.
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Los primeros golpes los di de cantinera en Euskal Billera y eso lo compaginaba con salir en la Tamborrada Infantil de Kresala. Después creamos la Tamborrada Kale Lagunak, en la que salimos gran parte de la juventud de la Parte Vieja. Aquí empecé de Cabo de Barriles y ya llevo varios años al frente de la compañía. Por si no fuera poco, a las seis de la tarde hacemos una Tamborrada alternativa con los amigos. Cada uno se disfraza en su casa, coge unos bidones y recorremos la Parte Viejo para pasar un buen rato.
Yo no considero que la Tamborrada dure solo un día, sino algo más. Mi fiesta de San Sebastián empiezó el día 15, porque canté en el Concierto-pregón de la Banda Municipal de Txistularis. En la víspera del gran día, el 19 al mediodía, dirigí a la ikastola Orixe (en la que yo estudié) en la plaza de la Trinidad. Además, algo imperdible, también en la víspera, es la Tamborrada Infantil de Kresala, que es la más bonita. Bajan desde Urgull con antorchas y tambores. Esta no me la pierdo por nada ya que es la primera que dirigí cuando era pequeña y me trae muchos recurdos. Por lo tanto, San Sebastián no tiene 24 horas, sino muchas más.
Además, creo que lo más donostiarra de este día es la Arriada, que lo sentimos más nuestro, porque por lo general, nos juntamos los de la ciudad. Se tocan las canciones típicas y todos las cantamos bajo un ambiente especial. Un momento que nos gusta mucho.
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