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Lunes, 28 de abril 2025, 09:12
A. L. pertenece a un colectivo de más de 500 psicólogos/as, y nos envía el siguiente escrito:
«Hace una semana me llegó una noticia que me entristecía sobremanera. Una compañera de penurias, injusticias, agravios y perjuicios generados por la desidia, gestión ineficaz, y desamparado de instituciones implicadas en la Homologación de títulos extranjeros, capitaneado por el Ministerio de Universidades, se jubilaba. Se jubilaba sin poder llegar a conocer si su título de Máster de Psicología General Sanitaria realizado en una universidad europea (Italia), sería homologado y con ello ejercer la profesión sanitaria en su país (España).
Para los que llevamos luchando con ello, camino de tres años ya, supone, por el esfuerzo, energía, incertidumbre, ignominia espiada, algo así como la muerte ante la espera del nacimiento de tu hijo. Es dura la comparación, pero el cerebro humano por exaptación o mera fisiología evolutiva, responde ante acontecimientos dispares con redes semejantes, y salvando las distancia del dolor, el Ministerio de Universidades lo está convirtiendo en crónico.
Podemos sintetizar que más de 500 personas, en su mayoría españoles de nacimiento o nacionalizados, estamos esperando la homologación de dicho título para poder ejercer la profesión de psicología sanitaria regulada.
Para poder ejercerla, los españoles necesitamos obtener un grado de 240 créditos, 90 de los cuales deben ser sanitarios, para poder acceder al Máster en Psicología General Sanitaria de 90 créditos exclusivamente de ese carácter. La falta de plazas en las universidades públicas españolas y los elevadísimos costes en las privadas nos han llevado a algunos de nosotros a realizarlo, al igual que la compañera jubilada, en una universidad italiana, con los mismos contenidos, exámenes y correspondientes prácticas en centros clínicos españoles. También, hay compañeros que son licenciados y con mención clínica de más de 340 créditos en su carrera de psicología, personas «sobreformadas» y sobradamente preparadas y capacitadas para ejercer la profesión que se han visto obligados a cursarlo al carecer de habilitación sanitaria. De las razones del implemento de ese nuevo sistema que ha generado más caos que certidumbre deben dar cuenta aquellos que ayudaron a generar una singularidad en el universo.
A partir de aquí se mezclan dos temas, o mejor dicho aparecen, que emergen de las decisiones que tanto el Ministerio (ya citado) como de la Agencia de Evaluación ANECA adoptan para agilizar trámites administrativos que conlleva el pesado y arduo trámite de homologaciones. Real Decreto 889/2022, de 18 de octubre, por el que se establecen las condiciones y los procedimientos de homologación viene a sustituir el de 2014, con promesas de agilización y soluciones de la congestión «inabarcable» de solicitudes. Pero aún hay más: resoluciones, instrucciones, recomendaciones que pretenden impulsar el proceso, tales como para residentes en España, agilización para títulos homogéneos, etc.
Para nuestra sorpresa nada de eso se produce. De hecho, impulsamos con escrito presentado en marzo de 2024 para que de oficio, y con el trabajo hecho de darles «masticado» los números de expediente que cumplen con el requisito de homogeneidad, sometieran a los expedientes a lo que ellos mismos sugieren, una homologación grupal, más cuando somos el paradigma de norma que lo regula (ley 39) y reglamentos de desarrollo: misma nacionalidad (española), mismo título procedente de la misma universidad (E-Campus Italia), con los mismos contenidos y competencia (cumplimos escrupulosamente la Orden ECD/1070/2013).
Pero seguimos sin nada...salvo un ostracismo producido por desidia o bien con intención, dolo, culpa e irresponsabilidad (cualquiera sabe en estos tiempos que corren). Cuando todo parecía producto de un país tercermundista con un marcado carácter de incompetencia e ineficacia, la circunstancia se torna más surrealista y se da una vuelta de tuerca más. La directora de ANECA con un informe de carácter general en mayo de 2024 da carta blanca a determinadas titulaciones extranjeras para ejercer esa singularidad del Universo: Psicología General Sanitaria, menoscabando con ello año y medio de vida que supone la realización del MPGS que no vamos a volver a recuperar y muchos miles de euros que nos cuesta a los españoles realizar un Máster para ejercer en algo que solo existe en España.
Vaya por delante que no hay nada en contra de las homologaciones extranjeras, simplemente no podemos silenciar el agravio comparativo, la injusticia o la indefensión. Las consecuencias para nuestra compañera jubilada no solo es dejar la vida activa sin saber si podría haber ejercido, aunque fuera un año su profesión anhelada, sino que además percibe cómo le adelantan por la izquierda titulaciones que proceden de universidades extranjeras, con las que hay que hilar muy fino para extraer de cualquier plan de estudios, con el objeto de homologar, algún atisbo de acercamiento a los 180 ECTS de carácter sanitario que nos exigen a los españoles para ejercer.
Por todo ello, la invención exprofeso de un Máster que actualmente han convertido en una manifiesta pantomima, en una charanga que ha parcelado la profesión de psicólogo generando discordia, incertidumbre, conflictos de competencia (del de intereses mejor que hablen los jueces cuando llegue el momento), enriquecimiento parcial y multiplicación de universidades privadas, PERO NUNCA al servicio de mejorar la calidad de la formación, o de mejoras en la condición de psicólogos. Como siempre, responde a cualquier cosa mejor que al interés general, de los alumnos o de la propia Psicología. Todos sabemos que responde a eso que mis ancestros llamarían PARNÉ.
La función inequívoca, sea directa o indirectamente, es perfilar la profesión hacia aquellos que tienen posibles, al estar restringido el acceso por Numerus clausus demasiado reducido, casi inexistente en lo público, en relación directa con lo privado. Por tanto, si tienes de 14.000 a 18.000 euros, o tus papis te lo pueden pagar, podrás ejercer la profesión. De lo contrario estás condenado a deambular en la cuerda floja de la profesión, preparar oposiciones, dedicarte alguna otra parcela de la psicología, o simplemente a otra cosa. ¿Y de todo esto se habla?, ?, ¿se escuchan protestas de los colegios profesionales?, ¿saben los psicólogos españoles que les han obligado a pagar por un título perdiendo año y medio de vida y 14.000 euros?, ¿saben que están homologando títulos sin saber si las prácticas son sanitarias?, ¿saben que lo están haciendo con planes de 5 años igual que los licenciados de antaño? No sé la respuesta, pero tal vez sí se, que en el contexto sociocultural el ponerse de perfil o incluso de espaldas ante los acontecimientos relevantes, importantes, donde hay que mojarse, se ha convertido en una profesión regulada al alcance de uno pocos privilegiados que ocupan posiciones de autoridad y relevancia (entiéndase todo lo que tenga que ver con la psicología, con la regulación de planes de estudios, con políticos, y un largo etc de «grandes personalidades»).
Enhorabuena para todos aquellos que pueden ejercer su profesión sin cortapisas, sin inventos, sin intereses ajenos, sin que medien entidades y organismos que nos hacen perder miles de euros y años de vida que no podremos recuperar. Nosotros seguiremos esperando, viendo la vida pasar, con una sensación de malestar, con cierta carga emocional, con una manifiesta incomprensión, incertidumbre, y también sufrimiento.
Gracias por jugar con personas, por atendernos como números, por ignorarnos, por no cumplir ninguno de los principios básicos en el ejercicio del servicio público. A todos, ¡Gracias!«. A quien corresponda.
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